El pasado domingo nos devanábamos los sesos para solucionar la precaria situación de Can Domenge. Mientras tanto, Francina Armengol se relajaba en el magnífico hotel Biomar de Son Servera, el mismo cinco estrellas donde Ana Obregón se refugiaba de los paparazzi veraniegos. Es el tipo de establecimiento que me gustaría visitar, si algún día me aventuro más allá de la Vía de Cintura. La presidenta del Consell demuestra que el turismo interior da paso al turismo íntimo. Mallorca descubre sus hoteles, que siempre maldijo.

Podríamos seguir con las deslumbrantes cenas mediáticas de Aina Calvo en Madrid, muy apropiadas para una alcaldesa que se está labrando un futuro político. Sin embargo, la actualidad nos requiere, porque esta semana hemos sabido que la sede del PP se utiliza para hacer entregas de dinero negro a constructores. Según el recipiendario, que pagará un precio por su confesión, los billetes son entregados por el tesorero del partido –Fernando Areal, el personaje revelación de 2009–, para atender a pagos privados del presidente de la formación, James Matas. Por entonces, el secretario general se llamaba José María Rodríguez.

¿Preferirían que les hablara del cargo balear de Esquerra Republicana que se somete a un tratamiento capilar en Madrid, por diez mil euros de nada? Lo insoportable es que los implantes tengan lugar en el extranjero, cuando el Estatut todavía no anulado por el Constitucional obliga a que los injertos se realicen en el ámbito catalán, para que no se infiltre un solo cabello madridista que provoque mestizajes indeseables. Mejor seguimos con lo nuestro.

No hay nada anormal, pese al artificioso escándalo, respecto a los pagos en billetes en la sede del PP. Matas tenía tres palacetes en el casco histórico: Can Sales Menor en San Felio, el Consolat y la sede de su partido. No hay cesura entre ellos, ni distinción entre las actividades que albergaban. Un constructor de sa Pobla, Juan Serra, ha ejercido de mistagogo al desvelar el tráfico monetario entre palacetes. No tomaban ni la precaución de efectuar el trasiego de euros en un bar, como se estila en Sicilia. Claro que la comandancia de la Guardia Civil en Palma acogió una operación similar, severamente condenada en la Audiencia.

El constructor asegura haber cobrado unos setenta mil euros pero, dado que todo es negro, jamás tendremos constancia de la cifra real. También hemos dado por supuesto que los billetes procedían de Matas pero, dado que el pago se hace en la sede popular, ¿por qué no habría de proceder de las arcas del partido? El objetivo más noble de una formación política es subvenir a las necesidades de liquidez de sus militantes. Para eso las financiamos generosamente. Todo ello sin menospreciar la indignación de los altos cargos conservadores que aportaron 300 euros por barba, para costear el obsequio de un reloj de despedida a Matas.

Me llama la mujer a quien debo los días en que he sufrido más a gusto, para comunicarme la defunción de la boutique de la Plaça des Mercat donde fue ilustre clienta Maite Areal –alto cargo del gobierno de Esperanza Aguirre–. El establecimiento anuncia hoy su traspaso, con descuentos del setenta por ciento. La lucha contra la corrupción daña al comercio y, ya que hemos hablado del constructor Juan Serra, qué profesional efectuó las obras de consolidación de los dos apartamentos que ocupa Matas en la Colònia de Sant Jordi. Son su quinto o sexto palacete, ya hemos perdido la cuenta. ¿Hubo facturas? La fortuna del ex president es tan incalculable como el daño que ha infligido a su partido.

Sí, Prenafeta intervino en compraventas de edificios en Palma, pero no nos despistemos. Matas sigue cosechando éxitos. El Gran Wyoming ha recurrido a su estampa, para componer un pintoresco Gobierno español en el que figuraban prohombres como Julián Muñoz. Medio país estaría dispuesto a corromperse con tal de aparecer en El Intermedio.

Nuestra ilustración de hoy recoge precisamente los rescoldos de la hoguera popular. En los años del Monopoly, los musculados Antoni Pastor, Jorge Moisés y Miquel Ramis admiran la plasticidad atlética de Rosa Puig, la niña prodigio que pasó de consellera favorita de Presidencia a jefa de la oposición de Algaida. Podríamos adjuntar las palabras que le dedica Rosa Estarás, pero por hoy nos ahorraremos una querella. Mientras los adjuntos de Puig enviaban a los periódicos imágenes turbadoras de su jefa, la corrupción campaba a sus anchas en la conselleria del Palma Arena.

Al margen de la ociosidad quintaesenciada de la penúltima legislatura, el milagro de nuestra ilustración radica en que cuesta encontrar una imagen del PP en la que sólo aparezca un imputado por corrupción. Aun así, ¿cuántos de los gimnastas populares preferirían haber estado ese día en otro sitio? Sólo para adictos a la política, localice en esta imagen a Fernando Areal. Al mencionar hace una semana el palacete de Pere Rotger –gracias a la información de militantes del partido en Inca–, fuentes conservadoras de Manacor se han apresurado a encarecer el palacete de Pastor en el ámbito hospitalario. Dada la inflación, esta sección no recibirá más confidencias sobre palacetes, salvo que alcancen la cotización de seis millones de euros, como el original. Eberhard Grosske prometió un concierto inenarrable para Sant Sebastià, y ahora trae a Fito & Fitipaldis. Percibirán 60.000 euros a fondo perdido, sin olvidar la taquilla y los bares del nuevo rockódromo de Son Fusteret. Excuso mi asistencia, porque en enero todavía no habré acabado el provechoso libro Sirve Nadal, responde Sócrates, de un tal Toni Nadal. Ahora habrá que conseguir que el niño también lo lea.

Reflexión dominical compensatoria: "Baje la calefacción, para gastar menos en energía y más en ropa”.