Juan Pablo Escobar, el hijo de quien fuera el líder del cartel de Medellín, Pablo Escobar, no le teme a quienes fueron los enemigos de su padre ahora que decidió dar la cara en el filme Pecados de mi padre, que se estrenó ayer en el Festival de Mar del Plata. Juan Pablo, de 32 años, arquitecto, vive en Buenos Aires bajo el nombre de Sebastián Marroquín y lleva toda su vida purgando por las faltas de su progenitor. Ahora pide un respiro: "El camino es la reconciliación y el perdón sin la pérdida de memoria", señaló Marroquín, quien tenía 16 años cuando murió su padre y por cuya cabeza los enemigos de su padre llegaron a ofrecer, en el pasado, cuatro millones de dólares.

En el documental, dirigido por el argentino Nicolás Entel, Juan Pablo Escobar, el hijo varón del líder del narcotráfico, revela numerosos detalles acerca de su pasado y los problemas que le acarreó su verdadera identidad.

"El perdón es el comienzo de un proceso de liberación del ser humano. Mi esposa me ha marcado a lo largo de esta búsqueda que el odio nos ata al pasado, y al victimario también. Se perpetúa el dolor infinitamente y nos enfermamos de violencia. Yo no quiero estar ahí", subraya.

En febrero de 2008, mientras rodaba la película de Nicolás Entel contando su historia, Marroquín escribió una carta pidiendo perdón en nombre de su padre a los hijos de Galán y Lara Bonilla. El primero que accedió a reunirse con él fue Rodrigo Lara Restrepo, senador por el partido Cambio Radical, quien viajó para ello a Buenos Aires a los tres meses de recibir la misiva. En septiembre de 2008, Marroquín volvió a Colombia por primera vez desde su partida para pedirles perdón en nombre de su padre a los hijos de Galán, Juan Manuel -que es senador por el Partido Liberal- Carlos y Claudio.

El hijo del narco Escobar confesó que al regresar a Colombia después de tantos años le revolvían el estómago "el miedo, la incertidumbre, la esperanza y la tristeza". Fue una oportunidad no sólo de reconciliarse con su pasado y pedir perdón en el nombre de su padre, sino también para visitar por primera vez la tumba de su progenitor.

"Soy en extremo respetuoso del dolor de cada familia del país y del mundo que sufrió la violencia ejercida por mi padre. Policías, militares, políticos, periodistas, civiles de todas las edades la sufrieron", apunta el hijo del ´zar de la cocaína´, quien en los años 80, a la cabeza del cartel de Medellín, ordenó cientos de asesinatos.

Sin embargo, Marroquín recuerda asimismo el sufrimiento de su familia. "Mi familia recibió idéntica respuesta ante los actos de mi padre, la violencia la he sentido miles de veces desde niño".

Tras vivir 12 años en el exilio, Sebastián y su madre, María Isabel Santos, decidieron abrir ante las cámaras sus archivos personales. El resultado es impresionante: allí se puede ver, por ejemplo, el video casero que filmó Pablo Escobar de su enorme rancho, la Hacienda Nápoles, con tomas aéreas de los animales salvajes -como elefantes y jirafas- que compraba por miles de dólares tras hojear la revista National Geographic, o escuchar una grabación familiar en la que el narcotraficante le lee a su hijo Los tres cerditos o le canta La donna é mobile imitando la voz de un tenor.

En el film, Marroquín intenta desgranar los sentimientos que le despierta la figura de Pablo Escobar, quien, además de haber sido un capo narco que a principios de los 80 llegó a controlar el 80 por ciento del tráfico mundial de cocaína, era su padre, aquel hombre que, según recuerda Marroquín, le hacía hasta trampa en el juego de mesa Monopoly.