–Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Nos entusiasma la novela negra porque llevamos dentro una víctima, o mejor un asesino?"

–Simpatizamos con la víctima, pero nos gustaría ponernos de parte del asesino, donde está el dinero de la corrupción.

–Un griego nacido en Estambul.

–No soy griego ni turco, la nación más próxima a mí sería Alemania. Mi padre me internó en un instituto alemán para que continuara su actividad comercial en ese país y porque sería el idioma del futuro. Se equivocó en ambas cosas.

–Sus novelas negras tienen más éxito que sus películas con Angelopoulos.

–Soy el coguionista de Angelopoulos, aporto el respaldo dramático para mejorar sus historias. Sin embargo, el cine no es mi meta, y me implico menos que en mis novelas.

–Usted es para Angelopoulos el equivalente de Azcona para Berlanga o Carrière para Buñuel.

–Soy el consejero literario. Le digo "esto es una mierda", y él se enfurece y me replica que "en cuarenta años trabajando conmigo no has aprendido nada de cine". Le contesto que poco podría aprender de sus mediocres películas. Se marcha rabioso, y me vuelve a llamar en seis días. Es una forma de boxeo.

–¿El cine sin catástrofes está condenado a desaparecer?

–El cine de catástrofes seguirá triunfando porque vivimos en la era del pánico, de Afganistán a la gripe A. No creo en las teorías de la conspiración, padecemos simplemente la enfermedad de la seguridad. No necesitamos tanta.

–¿Su teniente Jaritos podría ser italiano o incluso español?

–Sí, es un típico europeo meridional. Procede de Epiro porque la Grecia central no es mediterránea, sino una de las regiones más atrasadas del país, y la más escindida políticamente en izquierdas y derechas. Quería simbolizar que nuestros países han abandonado la cultura de la pobreza sin acceder a la cultura de la riqueza.

–Jaritos nos ha salido xenófobo.

–No odia a los extranjeros más que el policía medio, comparte su sesgo. Siempre muestra una actitud negativa hacia los inmigrantes, cuando los crímenes más brutales son cometidos por griegos. La población de Grecia es hostil hacia sus fuerzas del orden, al contrario de lo que ocurre en España. Los policías lo saben, y buscan la aceptación mediante la brutalidad hacia el inmigrante.

–¿Jaritos es familia de Carvalho?

–Soy un admirador de Vázquez Montalbán y me siento influido por el escritor, no por el personaje. Fue un maestro en la introducción de la política en la novela negra.

–¿Un izquierdista radical purga sus pecados al ponerse en la piel de un policía?

–Provengo de un entorno comunista, en circunstancias opresivas. Odiábamos a la policía, así que me enfrentaba a un problema al escribir desde su perspectiva. Descubrí que detrás del uniforme se esconde un pequeñoburgués, y eso los identifica con mi familia. Mi madre es idéntica a la esposa de Jaritos. También ella atormentaba a su marido cuando éste enfermó.

–A usted no le caen bien los periodistas.

–Con una restricción, sólo desprecio a los periodistas televisivos. Persiguen escándalos y noticias que se desmontan en dos días.

–¿Son ustedes la frontera de Europa, o hay que abrir las puertas a Turquía?

–Soy favorable a la entrada de Turquía en la Unión Europea, pese a los problemas religiosos y demográficos que comporta. No es el país musulmán típico, sino una democracia que mejora en derechos humanos.

–Me gusta ver los mármoles del Partenón en el British Museum de Londres.

–Sólo encuentro un argumento para el retorno de los mármoles de Elgin a Grecia, y es que forman parte de una obra arquitectónica que se empobrece sin ellos y sufre por la pérdida. No son esculturas independientes. A cambio, rechazo las apelaciones al orgullo nacional.

–¿Está Grecia al borde de la insurrección popular?

–Al contrario, los griegos son cada vez más apolíticos. Los disturbios juveniles de diciembre crearon una falsa imagen, porque la indiferencia es para mí uno de los graves problemas de Grecia.

–Nuestra reina es griega.

–Los griegos odian a esa familia, empezando por Constantino. Sin embargo, Irene y Sofía se ganaron el afecto de la población, en el caso de la reina española porque habló griego al visitar el país. El problema era su madre, Federica, aunque para los jóvenes no significan nada. Se está muriendo la generación del odio.

–¿El cinismo es el arma más letal de un detective?

–Todos los grandes detectives –Marlowe, Carvalho, Montalbano– son cínicos, porque la buena novela negra y la corrección política son antagónicas.