Mapas y atlas tendrán que ser corregidos, ya que científicos chinos que han medido el Everest por primera vez en 30 años anunciaron ayer que su altura es de 8.844,43 metros, 3,7 metros menos de lo que se pensaba hasta ahora.

La anterior medición realizada por China, en 1975, estableció su altura en 8.848,13 metros, cifra que fue adoptada por la mayor parte de los geógrafos de todo el mundo pero que Pekín abolió ayer mismo, ya que "dejará de ser usada" en libros de texto.

El anuncio fue realizado a bombo y platillo, entre gran expectación por parte de la prensa china, por el director general del Buró Estatal de Cartografía, Chen Bangzhu, quien también informó de que la capa de hielo y nieve que hay en la cumbre del monte mide 3,5 metros, y no 0,9, como se pensaba hasta ahora.

Chen, preguntado sobre si la nueva cifra tendrá alcance internacional, señaló que probablemente "tomará tiempo hasta que otros países la reconozcan", pero aseguró que la nueva medida es "la más exacta que se puede realizar con las tecnologías actuales". Sin embargo, la nueva cifra sigue teniendo un margen de error, que ha sido fijado en más/menos 21 centímetros.

Los cálculos de 2005 usaron técnicas que no se conocían hace 30 años, como los sistemas de posicionamiento global GPS, y necesitó un complicado proceso que ha durado más de un año, en el que participaron 50 cartógrafos.

La medición en sí empezó el 22 de mayo del 2005 a las 11.08 horas de la mañana (hora local), cuando dos cartógrafos, acompañados por cuatro montañeros, llegaron a la cumbre e iniciaron los trabajos sobre el terreno.

Pese al largo proceso del nuevo cálculo, los científicos sólo necesitaron 40 minutos para realizar las mediciones necesarias en la cumbre y colocar las aparatos que, conectados a seis medidores GPS en sendas bases de investigación, determinaron la medida exacta. La principal clave en la nueva medición es que en 1975 los científicos no pudieron determinar con exactitud el espesor de la capa de hielo y nieve que permanentemente hay en la montaña, llamada Qomolangma -Diosa Madre del País- por tibetanos y chinos.