En el Indigo derruido, estábamos tan apretados que le susurrabas a una chica "¿quieres bailar?", y cinco voces distintas te respondían que no. La única diferencia entre un ligón y yo, es que yo no ligaba pero, metidos en estrecheces, ustedes querrían que les hablara de la excelentísima relación entre María Salom y Eduardo Zaplana. La ilustre diputada se quejaba hace un año, entre amargos sollozos, de que la favorita de Jaime Matas era Mabel Cabrer. Se ha desquitado a lo grande, le ha pasado por encima.

Conste que no son habladurías, a las que me negaría a dar crédito. Puedo atestiguar y atestiguo que la química Zaplana/Salom es covalente. Estábamos los tres empotrados en un espacio más reducido que el Indigo. La atmósfera era tórrida, y la mallorquina prestó mucha más atención a su jefe de filas que a su seguro servidor. No lo entiendo, porque la única diferencia entre un conservador y yo, es que yo soy conservador. No soy creyente, pero soy practicante. Y como no me nubla el despecho, el ex ministro luce en bañador una silueta que ya quisieran muchos rojos. Me abstendré de comentar la corporeidad de nuestra diputada, puedo vivir sin otra lapidación feminista.

Zaplana estaba en Mallorca el día antes de que Camps y Esperanza Aguirre consolidaran el eje Rasputín, como se le conoce en Valencia -o eje de la prosperidad Rasputín, como se le denomina en Mallorca-. El ex ministro se había desplazado para dar órdenes a su banderillero, Matas. Y efectivamente, el mozo de estoques se coloca una semana después genuflexo, circunflejo y circunspecto ante Pasqual Maragall, con el solo objetivo de cocear al mayor enemigo de Castellón de Zaplana, que es su correligionario Camps.

Veamos. Matas volvió al Consolat al grito de Santiago y cierra España. Un año después, se apunta a la Eurorregión separatista de Maragall. Este rojo ganó gracias al Plan Hidrológico, y le provoca tal urticaria al mallorquín, que han de ingresar a éste en una clínica, en cuanto entra en la Generalitat tripartita. Por cierto, menuda imagen dan nuestro líderes por esos mundos. Si usted cree que la humillación catalana del jefe de la expedición Rasputín obedece a motivos ideológicos, se parece usted a aquel invitado a Palacio que preguntó qué propina tenía que dejar.

Matas ha rejoneado a Camps -un político destacado incluso para la derecha, sobrada de ellos- por orden de Zaplana. Algún incauto se preguntará por qué el president nos utiliza para sus venganzas intestinas. Porque le importa tanto Balears como Valencia al ex alcalde de Benidorm. Los más perspicaces habrán observado que ser ministro es más fácil de lo que parece, apenas si justifica el esfuerzo. Y si esto le parece duro, no se pierda las dos páginas que El Jueves consagra a honorar a nuestro honorabilísimo president, a cuenta del Rasputín. Todas sus líneas son irreproducibles, porque todas son ciertas.

Miles de depravados me preguntan si la dalirante expedición mallorquina a Moscú llevaba viagra. Y la respuesta es afirmativa, y los usuarios están localizados. Son esas anécdotas idiotas, pero pegadizas, que aprendes al estudiar los grandes asuntos. Dos personas sólo mantienen un secreto si una de ellas está muerta. O las dos. Salgamos de la cueva de Dalí Babá, para entretenernos con personajes de algún dalirismo. Antonio Gades pertenece a esa docena de artistas consumados que disfrutas en una vida -Richard Harris, Gassman, Fo, John Malkovich-. El alicantino me dio una lección de baile sentado en un sofá del hotel Bellver, que compartía con toda su compañía como buen marxistaleninista. Desde allí recordaba que "la danza es cualquier movimiento que tenga armonía. Hay que recuperar al hombre como ser que baila. Todos tienen derecho a hacerlo, el gordo y el calvo, el flaco y el pequeño". Y se reía de sí mismo, por coreografiar Carmen sin haber leído a Merimée. "Yo quería ser más culto, pero no me dejaron".

En esta isla sin mayúsculas, el acobardado Florentino Pérez trata a Etoo como si fuera un esclavo. Lo compra y lo tira sin usarlo, el prekleenex. Todo lo que se nos ocurre al respecto ya lo ha dicho antes Emilio Pérez de Rozas, el periodista más visceralmente racional que conocemos. Los magistrados de lo Social deberían interceptar de oficio la baladronada de un presidente colonial, que obliga al camerunés a no jugar los partidos contra su ex galáctico Real Madrid . Y como dice Don Emilio, "el Mallorca está jugando muy frívolamente con este asunto". Por cierto, "el enfermo del Chelsea" es la mejor definición de Abramovich que hemos oído hasta la fecha.

De colofón, un párrafo para lectores de periódicos a distancia. Ferran Adrià ya ha visitado por sorpresa las foodballs de Camper en el epicentro de Barcelona, y le gustaron. Item más, Jaime Peñafiel ha elevado esta humilde sección, de este grandísimo periódico, a las alturas y altares de su celebrada página dominical en El Mundo. Doble halago de un periodista a quien no leo religiosamente, sino agnósticamente, pero a quien siempre leo. No en vano ha conseguido que la Familia Real parezca interesante. Su mención vino a cuenta de la transubstanciación del Goya de los March. Dado que los documentos esgrimidos por Marita March Cencillo se le vuelven sistemáticamente en contra, debería apelar a la presunción de inocencia o inocencia presuntuosa de los omnipotentes: Toda persona rica es inocente, aunque se demuestre lo contrario. En fin, no ha de convencernos a nosotros sino a su madre, Maritín Cencillo de March, puesto que es ella quien la acusa judicialmente de apoderarse de La condesa de Benavente. Ni Matas se ha atrevido a darle la razón.

Reflexión dominical sucesoria: "Hipocresía es no reconocer que, la primera razón para no abolir de inmediato la sucesión por línea machista a la Corona, es que la heredera sería Elena I".