El oso cavernario (7)

Hablar de que “solo hay dos géneros” es una expresión de ignorancia

Genéticamente, algunas personas no pueden definirse dentro de la estructura binaria masculina-femenina

La ignorancia impide muchas veces conocer el mundo tal como es.

La ignorancia impide muchas veces conocer el mundo tal como es. / Archivo.

Defender que “solo hay dos géneros” no es una cuestión de opinión, sino la expresión de prejuicios contra la ciencia: genéticamente hay un espectro de género mucho más amplio que solo el binario femenino y masculino. El ADN revela que somos un mosaico de células genéticamente distintas, algunas de ellas con un sexo que puede no coincidir con el del resto del cuerpo.

Eduardo Costas (*)

Hace unos días Liam Morrison, un estudiante de secundaria en Massachusetts, se presentó en clase de gimnasia con una camiseta en la que podía leerse el mensaje “There are only two genders” (Solo hay dos géneros). Poco después los profesores le instaron a que se cambiase de ropa si quería seguir en clase.

Un hecho aparentemente intranscendente dio origen a una enorme polémica cuando varios medios de comunicación (Fox News, New York Post, Daily Mail…) difundieron la noticia. Enseguida se desató una campaña a favor de Liam en redes sociales y YouTube. Llegó a nuestro país recogida incluso en grandes en medios de comunicación.

Cruzada por la libertad de expresión

La camiseta de Liam dio origen a una cruzada en defensa de la libertad de expresión con el argumento de que, si los colectivos LGTBI pueden lucir camisetas defendiendo sus ideas sobre la diversidad de géneros, por qué no iban a poder hacerlo quienes como Lian Morrison están seguros de que solo hay dos.

Sin duda el derecho a la libertad de expresión es fundamental. Pero en este caso el problema no trata sobre defender la libertad de expresión, sino sobre defender, o no, la ignorancia, la falsedad y los prejuicios en contra de la ciencia, la razón y el humanismo.

Así los terraplanistas utilizan su libertad de expresión para defender que la Tierra es plana. Pero por más gente que crea que la Tierra es plana -y lo argumente amparada en su derecho a la libertad de expresión- la Tierra no va a dejar de ser redonda.

En todo caso a ninguna persona con una cierta dosis razón le gustaría que sus hijos crezcan pensando que la forma de la Tierra es algo que tiene que ver con la libertad de expresión y no con la realidad objetiva.

También debería tenerse en cuenta que quienes defienden hoy en día los argumentos terraplanistas, demuestran que su desmesurada ignorancia científico-técnica no les permite comprender el mundo que les rodea.

Escenario simplista

De igual modo los que defienden la existencia de solo dos géneros (masculino y femenino) con límites perfectamente establecidos entre ellos, demuestran su profunda ignorancia sobre conceptos básicos de genética y embriología. 

Mucha gente, que carece de conocimientos significativos en biología, cree a pies juntillas en un escenario simplista donde lo que cuenta para la determinación del sexo es tener -o no- un cromosoma Y: así, quienes tienen una pareja de cromosomas sexuales XX son mujeres, mientras que quienes tienen cromosomas XY son hombres.

Ignoran por completo el extraordinario desarrollo de la biología moderna durante los últimos 80 años. Por ejemplo, en 1942 Harry Klinefelter y colaboradores describieron a una serie de personas con el “síndrome de Klinefelter”.

Aunque como en todos los seres humanos hay variabilidad, en general, los Klinefelter tienen piernas largas, torso corto, caderas más anchas, escaso vello facial y corporal, glándulas mamarias desarrolladas, aumento de la grasa corporal en caderas y vientre, musculatura poco marcada, osteoporosis, testículos y pene pequeños e infertilidad (la medicina los define como personas caracterizadas por hipoganadismo hipergonadotríco, con ginecomastia y azoospermia).

Variación cromosómica

En realidad, las personas con síndrome de Klinefelter son XXY (tienen 47 cromosomas). Para los que creen en el modelo simplista deberían ser hombres porque tienen un cromosoma Y, pero también deberían ser mujeres por tener dos cromosomas X.

Ser Klinefelter no es ninguna rareza extrema. En realidad, se trata de la variación en número cromosómico más frecuente en seres humanos, que de hecho es más abundante que la trisomía 21 que causa el síndrome de Down.

Ya los antiguos egipcios consideraban a las personas con el síndrome de Klinefelter como pertenecientes a otro género diferente. Por supuesto no son los únicos casos de variación en el número de cromosomas sexuales existentes en seres humanos (por ejemplo, hay personas XXXY e incluso XXXXY).

No es, ni mucho menos, la única variación cromosómica existente en los cromosomas sexuales de los seres humanos.

Síndrome de Turner

Así, en 1938, Henry Turner describió a un grupo de personas que tenían una serie de características peculiares como baja estatura, línea del cabello baja en la parte posterior de la cabeza, mandíbula inferior pequeña, cuello ancho, orejas de implantación baja, paladar alto y estrecho, brazos que giran hacia afuera en los codos, pecho ancho, pezones muy separados, dedos de manos y pies cortos con uñas angostas y dobladas hacia arriba.

Estas personas no iniciaron su desarrollo sexual durante la adolescencia y, aunque tenían aspecto de mujer, finalizaron precozmente los ciclos menstruales, siendo incapaces de quedar embarazadas. Estas personas con el síndrome de Turner tienen 45 cromosomas pues solo tienen un cromosoma X. No tienen cromosoma Y ni tienen 2 cromosomas X.

Estos son solo 2 ejemplos de las muchísimas variaciones genéticas que afectan a la determinación del género. De hecho, no son tan raras como les gusta creer a quienes defienden la falsa visión simplista de los 2 géneros.

Se estima que al menos hay alrededor de 80 millones de personas en todo el mundo tienen alguna de estas variaciones cromosómicas que influyen en la determinación de género. Probablemente en nuestro país haya alrededor de 500.000.

Pero no solo la variaciones cromosómicas pueden afectar a la determinación de género.

Desarrollo embrionario

También hay características de desarrollo embrionario, conocidas desde hace décadas, que condicionan la asignación de género. Todos conocemos casos de gemelos idénticos.

Estos gemelos se forman cuando después de la fecundación el zigoto resultante empieza a dividirse. En un momento dado se separa una célula que da origen a un nuevo embrión. Se originan así gemelos (o trillizos, o cuatrillizos) que son genéticamente idénticos.

En otras ocasiones, una mujer fértil tiene al mismo tiempo dos ovocitos fértiles que, tras ser fecundados, se desarrollan dando lugar a mellizos. Los mellizos pueden ser del mismo sexo o de sexo diferente.

Aunque todos conocemos casos de mellizos, lo que mucha menos gente conoce es que a veces estos dos zigotos fecundados se fusionan para dar lugar a un solo embrión. Así al final se origina una persona que tiene dos grandes líneas de células, una procedente de uno de los zigotos y la otra del otro.

Personas mosaicos

Son mosaicos. Si ambas líneas celulares son por ejemplo XX, la persona resultante tendrá todas sus células XX y, lo más probable, es que sea una mujer. Pero aproximadamente la mitad de los mosaicos tienen una de sus líneas celulares XX y la otra XY. La persona resultante es un mosaico ce células XX y XY. ¿Cuál es su género?

Hay muchas personas que son mosaicos. Algunas aparecieron en libros de genética, por ejemplo, personas sudafricanas que eran mosaicos “dálmatas” producidos al fusionarse 2 zigotos, uno de los cuales había sido fecundado por una persona de piel blanca y el otro por una persona de color.

Estos ejemplos no son, ni mucho menos, los únicos casos en los que la asignación de género resulta compleja.

Decenas de genes participan en la asignación de género.

Decenas de genes participan en la asignación de género. / Gerd Altmann en Pixabay.

Genes y género

En el presente siglo el desarrollo de la biología molecular ha demostrado que decenas de genes participan en la asignación de género.

Se han identificado muchos de los genes involucrados en las principales formas de diferencias de desarrollo sexual (DSD), encontrado variaciones en estos genes que tienen efectos sobre el sexo anatómico o fisiológico de una persona. 

Como hay mucha variabilidad en estos genes, consecuentemente hay un espectro de género mucho más amplio que solo el binario femenino y masculino. Nos guste o no el límite entre los sexos es a menudo borroso. 

En este sentido, la secuenciación del ADN revela que en cierta medida casi todo el mundo somos un mosaico de células genéticamente distintas, algunas de ellas con un sexo que puede no coincidir con el del resto del cuerpo. 

Los últimos estudios demuestran que el sexo de cada célula individual determina su comportamiento a través de una complicada red de interacciones moleculares. 

Como resultado, hay una diversidad muy grande dentro de hombres y mujeres, con un área de superposición grande donde algunas personas no pueden definirse dentro de la estructura binaria masculina-femenina.

Desarrollo psicológico

Y todo esto ocurre solamente a un nivel de determinación biológica del género. Pero la realidad es todavía mucho más compleja, pues además de la realidad biológica, en la asignación de género influye muy relevantemente el complejo tema del desarrollo psicológico. Incluso quienes creemos que biológicamente tienen un género claramente asignado, psicológicamente podrían tener otro.

A menudo los genetistas trabajan con moscas de la fruta (Drosophila melanogaster), cuyo desarrollo psicológico no parece desmesurado. Tienen 4 cromosomas, cerebros diminutos y en el laboratorio viven en un ambiente sencillo (pequeños frascos con una papilla nutritiva). En ellas podemos encontrar casos de individuos que biológicamente son machos, pero que solo presentan comportamientos homosexuales.

Un mundo en el que el género se define en términos binarios no encaja bien en la realidad biológica objetiva: los sistemas legales no suelen permitir ambigüedades en el sexo biológico.

El principal problema con nuestra estricta dicotomía de género se da en los casos intermedios que superan este límite poco realista. Así los padres de niños con diferencias de desarrollo sexual (DSD) con frecuencia se enfrentan a decisiones difíciles sobre cómo criar a su hijo en un mundo binario.

Cuestión compleja

A medida que el conocimiento biológico avanza la determinación de género aparece como un problema mucho más complejo.

Frente a esta realidad objetiva, millones de personas cada vez más dogmáticas reaccionan desde la ignorancia y los prejuicios. Vale la pena preguntarse a quién le molesta que haya más de un género. La respuesta es clara: ignorancia, prejuicios y creencias a priori.

En todo caso, la camiseta de Liam Morrison no es un canto en favor de la libertad de expresión, sino una defensa de quienes se sienten a gusto con la ignorancia y rechazan el conocimiento.

(*) Eduardo Costas es catedrático de Genética en la UCM y Académico Correspondiente de la Real Academia Nacional de Farmacia.

Referencia

Claire Ainsworth. (2018). Sex Redefined: The Idea of 2 Sexes Is Overly Simplistic. Scientific American. 

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