Los científicos comprobaron que los picos de carbono-14 radiactivo quedan registrados en los anillos de crecimiento de los árboles, brindando un registro fiable de las tormentas de radiación cósmica más intensas, conocidas como Miyake Events, que ocurren alrededor de una vez cada mil años.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Queensland, en Australia, ha concluido en un nuevo estudio que los anillos de los árboles están ligados directamente a una misteriosa tormenta cósmica que golpea cada mil años a nuestro planeta: los llamados Miyake Events. Al parecer, las concentraciones más elevadas de carbono-14 radiactivo quedan “impresas” en los anillos de los árboles y ayudarían a predecir futuros eventos, que podrían ser muy dañinos para la Tierra.

De acuerdo a una nota de prensa, los misteriosos, impredecibles y potencialmente devastadores eventos astrofísicos que llevan el nombre de su descubridor, el científico Fusa Miyake, podrían ahora ser identificados con cierta certeza gracias al nuevo método, creado por un equipo de especialistas liderado por el Dr. Benjamin Pope, de la Facultad de Matemáticas y Física de la Universidad de Queensland.

Tormentas cósmicas de origen desconocido

Según la investigación, publicada recientemente en la revista Proceedings of the Royal Society A: Mathematical, Physical, and Engineering Sciences, la aplicación de estadísticas de vanguardia a datos de árboles milenarios permite obtener más información sobre estas tormentas cósmicas extremas, de aparente origen solar pero que podrían tratarse de fenómenos aún más complejos, de acuerdo al nuevo estudio.

Los investigadores saben que estas enormes ráfagas de radiación cósmica han ocurrido aproximadamente una vez cada mil años, pero no está claro aún qué fenómeno causa los Miyake Events. La teoría principal es que son enormes erupciones solares, pero es preciso saber más porque si un evento de esta magnitud ocurriera en la actualidad, destruiría gran parte de la tecnología que sustenta a nuestra sociedad: satélites, cables de Internet, líneas eléctricas de larga distancia y transformadores, por ejemplo, quedarían fuera de operaciones.

El efecto en la infraestructura global sería inimaginable, paralizando la actividad económica y social a un nivel imposible de determinar con exactitud en este momento. Ahora, los especialistas australianos han aprovechado que, además de contar los anillos de un árbol para identificar su edad, también es posible observar en los mismos los rastros de eventos cósmicos históricos, que se remontan a miles de años atrás.

Resultados inquietantes

Cuando la radiación golpea la atmósfera, produce carbono-14 radiactivo, que se filtra a través del aire, los océanos, las plantas y los animales, produciendo un registro anual de radiación en los anillos de los árboles. Los científicos modelaron el ciclo global del carbono para reconstruir el proceso durante un período de 10.000 años, obteniendo una información vital sobre la escala y la naturaleza de los Miyake Events.

Los resultados obtenidos son, en cierto modo, alarmantes: la teoría aceptada hasta hoy indica que estos eventos extremos son producidos por llamaradas solares gigantes, pero los datos de la nueva investigación desafían por completo esta teoría. Los especialistas concluyeron que no están correlacionados con la actividad de las manchas solares y, de hecho, algunos duran entre uno o dos años. En lugar de una única explosión o destello instantáneo, los científicos apreciaron una especie de tormenta o estallido astrofísico, de mayores dimensiones y causa desconocida.

Según los datos disponibles, hay aproximadamente un 1 % de posibilidades de ver otro Miyake Event en la próxima década. Sin embargo, no sabemos cómo se originan, cómo predecirlos o qué daños pueden causar. Para concluir, los investigadores indicaron que estas probabilidades son bastante alarmantes y deberían sentar las bases para futuras investigaciones.

Referencia

Modelling cosmic radiation events in the tree-ring radiocarbon record. Qingyuan Zhang, Benjamin Pope et al. Proceedings of the Royal Society A: Mathematical, Physical, and Engineering Sciences (2022). DOI:https://doi.org/10.1098/rspa.2022.0497