Los gatos domésticos son excelentes animales de compañía, pero también peligrosos transmisores de enfermedades, aunque lo más grave es que se han convertido en una amenaza global contra la biodiversidad porque devoran especies amenazadas de aves, mamíferos y reptiles. Es preciso gestionar mejor las colonias felinas, pero la ley animalista de España se queda corta.

Martina Carrete y Javier Juste (*)

Desde que el ser humano comenzó el proceso de domesticación de animales y plantas, ha aprovechado la enorme diversidad natural y modificando a las especies naturales para desarrollar y/o amplificar sus características en su propio beneficio.

Por medio de la cría controlada, se han ido modificando algunas especies para asegurar nuestra alimentación mediante la agricultura y ganadería, facilitar el transporte y otras tareas o simplemente para deleitarnos con su compañía.

Con la finalidad de hacer más sencilla nuestra convivencia, se ha favorecido la sociabilidad durante el proceso de domesticación, aumentando típicamente ésta con respecto a las formas salvajes.

Otra característica general de la domesticación es que no es irreversible y son muchos los ejemplos de animales y plantas domesticados y mantenidos durante años que, por alguna razón, regresan a la naturaleza.

Componente emocional

Estas especies recuperan sus hábitos y costumbres salvajes en muy poco tiempo, incorporándose con éxito a los ecosistemas, en ocasiones en tierras muy lejanas respecto a su origen. Estos animales que revierten el proceso se denominan ‘asilvestrados’ y en poco se parecen ya a los domésticos de los que provienen.

Además del interés utilitarista, la domesticación -especialmente animal- también ha supuesto en el hombre el desarrollo de sentimientos asociados a la conexión que se llega a establecer con individuos de otra especie.

Este componente emocional ha ido ganando importancia con el tiempo, como demuestra la extensión de conceptos como los de 'animal de compañía' o 'mascotas'. Son sentimientos que de alguna forma nos ayudan a congraciarnos con el resto de seres vivos y dotan de un componente ético a la domesticación.

El gato, ¿estrella?

Los gatos han sido una de las especies que nos han acompañado desde el comienzo de la civilización. Esta asociación, nacida de la conveniencia de deshacernos de roedores y ligada a los inicios de la agricultura, ha ido evolucionando a lo largo de su historia hasta convertirse en una relación de aprecio.

Hoy en día, el gato es una de las mascotas más populares en todo el mundo. Además de lo gratificante, numerosos estudios han demostrado que los gatos son beneficiosos para la salud física y mental, a la vez que una fuente de apoyo emocional, para sus dueños.

Es interesante que, a diferencia de los procesos de domesticación de otras especies como los perros, la domesticación de los gatos no ha supuesto grandes cambios morfológicos en relación a la especie original salvaje, excepto en su sociabilidad (no son solitarios y toleran tanto a los humanos como a otros gatos).

De hecho, los gatos domésticos siguen siendo considerados como los depredadores más eficaces del planeta, aun cuando se encuentren perfectamente alimentados por sus dueños.

Por otro lado, presentan un nivel de reversibilidad a la condición de salvaje muy alta y rápidamente se establecen como gatos callejeros o asilvestrados, solos o en colonias, tanto en ciudades como en la campiña. Y aquí empiezan los problemas.

Los gatos por instinto cazan casi cualquier cosa. Thomas en Pixabay.

Por todo el mundo

Los gatos domésticos se han introducido en todo el mundo y han contribuido a la amenaza o extinción de, al menos, 430 especies de vertebrados.

En las islas, sus efectos son particularmente devastadores, ya que han causado o contribuido al 14% de las extinciones modernas de aves, mamíferos y reptiles, además de constituir la principal amenaza para casi el 8% de las especies consideradas en peligro crítico por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN).

En las islas Canarias, por ejemplo, los gatos amenazan la persistencia de los últimos lagartos gigantes de Tenerife, La Gomera y El Hierro, la lisneja de Fuerteventura, la musaraña canaria y el pinzón azul de Gran Canaria, entre otros.

En Estados Unidos, se estima que los gatos matan anualmente entre 1.000 y 3.000 millones de aves y entre 6.300 y 22.300 millones de mamíferos.

En Europa, se desconoce el número de murciélagos que mueren capturados por gatos, pero sabemos que éstos son la principal causa de lesiones en murciélagos atendidas en los centros de recuperación.

Aunque la mayor parte de estos impactos está asociada a gatos asilvestrados, los gatos con dueño en sus paseos también causan una parte sustancial de estos efectos.

Reservorio de enfermedades

Además del impacto como depredadores, los gatos también actúan como vectores y reservorios de enfermedades que pueden poner en peligro la vida silvestre y afectar a la salud pública.

Por ejemplo, los gatos domésticos son el principal –y prácticamente el único- transmisor de la infección por el parásito protozoario Toxoplasma gondii.

La sero-prevalencia en gatos callejeros y asilvestrados es prácticamente desconocida aquí, pero en Australia (donde sí se ha estudiado), alcanza el 96% en algunos núcleos, lo que la convierte en un problema de salud pública importante, ya que la infección por T. gondii tiene consecuencias graves para el desarrollo fetal, especialmente durante los primeros estadios, y para adultos inmunodeprimidos.

Además, las infecciones latentes por T. gondii pueden parecer asintomáticas, aunque se relacionan con casos de esquizofrenia, problemas de conducta e, incluso, intentos de suicidio.

Los gatos domésticos han sido responsables de brotes de leucemia felina que amenazaron a dos de los félidos más amenazados del mundo, el lince ibérico (Lynx pardinus) y el puma de Florida (Puma concolor coryi).

Finalmente, los gatos domésticos se hibridan con gatos salvajes (Felis silvestris y otras especies de Felis), lo que supone una importante amenaza para su conservación, en especial en zonas con bajas densidades de los tipos salvajes.

Los gatos amenazan a especies en peligro de extinción. Brand en Pixabay.

Gestión deficiente

Actualmente, la gestión de los gatos callejeros en la mayor parte de los países se centra en la técnica conocida como CER (captura, esterilización y retorno), que propone reducir las poblaciones de estos animales sin recurrir a métodos letales, simplemente esterilizando a los animales e impidiendo su reproducción.

Sin embargo, para ser efectivo, este método de control requiere la esterilización de una gran proporción de la colonia (entre el 71% y el 94%) durante varios años, lo que supone una cantidad de recursos difícilmente asumible.

Es importante destacar que las colonias felinas no son poblaciones cerradas, sino que, por el contrario, reciben constantemente nuevas incorporaciones, ya sea de las inmediaciones o por animales abandonados.

De hecho, los trabajos que evalúan la efectividad de este método para el control de colonias felinas muestran que la remoción de individuos, fundamentalmente para adopción, es la medida más efectiva para reducir el tamaño de las colonias felinas.

Finalmente, destacar que los gatos que viven en estas colonias, ya sea con o sin manejo mediante CER, suelen presentar diversas enfermedades y lesiones dolorosas durante toda su vida, además de una esperanza de vida relativamente corta.

Problema global

La gestión de los gatos se ha convertido en un problema de carácter global. Las colonias felinas y los gatos asilvestrados suponen un riesgo indiscutible para la salud pública y la vida silvestre por más que algunos quieran negarlo.

Como todas las actividades relacionadas con el hombre, es preciso establecer unas reglas que permitan conciliar el amor y respeto por estos animales con la conservación de la biodiversidad.

Estas normas, que deben buscar minimizar sus impactos -no negarlos y perpetuarlos-, tienen que explicarse a la sociedad de manera honesta para conseguir que, como ocurre en países como Australia o Nueva Zelanda, podamos disfrutar de estos animales de compañía minimizando su impacto sobre otras especies.

El caso de España

El Consejo de ministros aprobó el pasado 1 de agosto el Proyecto de Ley de protección, derechos y bienestar de los animales, promovido por la Dirección General de Derechos de los Animales del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.

El documento se halla en proceso de tramitación y depende de su aceptación por diferentes grupos parlamentarios para su aprobación final en el Congreso de los Diputados.

Desde que este Proyecto de Ley comenzó su andadura como borrador, se ha trasladado desde el ámbito científico, en repetidas ocasiones y por diversos medios, la preocupación por las consecuencias y perjuicios que la aplicación de algunos aspectos de la propuesta de ley tendría para la conservación de la biodiversidad.

En concreto, las principales sociedades científicas estatales implicadas en el estudio y conservación de la naturaleza han lanzado el presente manifiesto, en el que se alerta de los peligros que el mantenimiento de las colonias felinas supone para otros organismos (incluido el hombre) y en el que se sugieren unas actuaciones concretas mínimas para su solución a corto y medio plazo.

 

(*) Martina Carrete es Profesora de Ecología de la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla y Javier Juste es investigador de la Estación Biológica de Doñana del CSIC.

Declaración de las Sociedades Científicas: el proyecto de ley de protección de los animales atenta contra la biodiversidad


Las principales sociedades científicas estatales implicadas en el estudio y conservación de la biodiversidad han suscrito una Declaración, en relación con el proyecto de ley de protección de derechos y bienestar de los animales, actualmente en proceso de tramitación, en la que reclaman introducir cambios para impedir que se convierta en un atentado contra la biodiversidad.


El Consejo de Ministros aprobó el pasado 1 de agosto el Proyecto de Ley de protección, derechos y bienestar de los animales, promovido por la Dirección General de Derechos de los Animales del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. El documento se halla en proceso de tramitación y depende de su aceptación por diferentes grupos parlamentarios para su aprobación final en el Congreso de los Diputados.

Desde que este Proyecto de Ley comenzó su andadura como borrador, se ha trasladado desde el ámbito científico, en repetidas ocasiones y por diversos medios, la preocupación por las consecuencias que la aprobación y aplicación de la futura ley podría tener sobre la conservación de la biodiversidad. Algunos de estos aspectos negativos han sido corregidos a lo largo del proceso de redacción de la norma, pero seguimos enormemente inquietos por la forma en que se tratan algunas cuestiones relacionadas con los gatos.

El gato doméstico es excelente cazador, que captura presas aun cuando se encuentre sobradamente alimentado de manera artificial o haya sido esterilizado, y tanto si son gatos caseros con acceso al exterior como si se trata de gatos callejeros (sin una persona responsable). La evidencia científica sobre los impactos de los gatos sobre la biodiversidad es abundante y muestra de forma sólida y coherente la gran presión de depredación sobre diferentes elementos de la fauna salvaje.

Estudios en diversos lugares del mundo señalan a los gatos como una de las principales causas de muerte de aves, pequeños mamíferos terrestres, murciélagos y reptiles. Además, la depredación por gatos ha sido una de las causas de declive, e incluso la extinción, de numerosas especies de vertebrados. Entre éstas se incluyen especies amenazadas de diversos territorios españoles, y en particular los endemismos insulares (Canarias y Baleares).

Reconocer estos impactos es un primer e ineludible paso para minimizarlos y compatibilizar la convivencia entre humanos y gatos (una decisión particular) con la conservación de la biodiversidad (un bien común). La redacción actual del Proyecto de Ley, si no es modificada durante su trámite parlamentario, derivaría en un perjuicio directo e importante para la conservación de la biodiversidad, al permitir que los gatos callejeros sigan causando impactos, y dificultando o impidiendo las actuaciones de gestión que podrían minimizarlos.

Las principales sociedades científicas estatales implicadas en el estudio y conservación de la biodiversidad creemos que es necesario introducir cambios en el texto, e instamos a los grupos parlamentarios a reclamar esos cambios antes de aprobar el Proyecto de Ley. Consideramos prioritarios los siguientes aspectos: 

1. Esta Ley debe amparar de forma diferencial a los animales de compañía, que son responsabilidad directa de una persona y estarían registrados como tales en el registro contemplado por la propia Ley, y al resto. 

2. La Ley debe promover la desaparición de las colonias felinas, y no estimular su mantenimiento. No debería permitirse la presencia de colonias felinas o de gatos asilvestrados en zonas sensibles, incluyendo ecosistemas insulares y las zonas habitadas por especies de interés de conservación.

3. La Ley debe incluir mecanismos de control para asegurar que la prohibición de dejar salir a los gatos de los domicilios, existente en el actual texto, sea efectiva y para minimizar el acceso al exterior de los gatos de las colonias felinas que pudieran ser autorizadas.

4.  La Ley debe establecer la responsabilidad (civil o penal) de las administraciones competentes en la autorización de colonias felinas cuando éstas tengan un impacto sobre especies amenazadas.

 

 

Firmantes:

SEO/BirdLife (Sociedad Española de Ornitología), SECEM (Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos), AHE (Asociación Herpetológica Española), SECEMU (Asociación Española para la Conservación y el Estudio de los Murciélagos) y AEET (Asociación Española de Ecología Terrestre). 22 septiembre 2022.