Investigadores de las universidades australianas de Monash y Deakin concluyeron en un estudio que los niños que aprenden a jugar al ajedrez, y que además lo practican con regularidad, tienen más probabilidades de ser menos reacios al riesgo que sus compañeros. Además, incrementan su capacidad de resiliencia y mejoran las habilidades aritméticas y de pensamiento racional, entre otras ventajas.

Las estrategias de juego en el ajedrez implican necesariamente tomar riesgos. En determinadas ocasiones, se necesita el «sacrificio» de algunas piezas para alcanzar algún tipo de ventaja sobre el adversario y lograr el ansiado jaque mate. Sin embargo, abandonar a su suerte a peones o alfiles también puede ser peligroso: si la jugada sale mal, nuestro rey quedará desprotegido y nos acercaremos a una rápida derrota.

En la vida nos enfrentamos permanentemente a situaciones en las que debemos tomar decisiones y arriesgarnos. Pero algunas personas sufren aversión al riesgo, siendo para ellas muy difícil aventurarse hacia lo desconocido y avanzar en la búsqueda de nuevos escenarios, que pueden ser positivos o negativos. Esta dificultad puede llegar a convertirse casi en una fobia, limitando considerablemente el crecimiento del individuo.

El riesgo inteligente

Según una nota de prensa, ampliada por los científicos australianos en otro artículo, la enseñanza y práctica permanente del ajedrez en los niños puede eliminar el miedo el riesgo y crear las condiciones para que sean adultos más decididos y seguros. En el mismo sentido, el cálculo necesario para cada movimiento les brinda herramientas para equilibrar adecuadamente sus decisiones entre un riesgo lógico y una aventura suicida.

Es que el ajedrez también puede crear adultos más precavidos: según los expertos, las decisiones que se deben tomar al momento de realizar una jugada pueden desembocar en imprudencias «fatales» en el juego. Al advertir que ha tomado un riesgo a partir de una decisión apresurada y poco inteligente, el niño adquirirá poco a poco comportamientos más sosegados y basados en pensamientos racionales.

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Una práctica que se mantiene

Los especialistas desarrollaron un experimento de campo, a partir de un plan de estudios aprobado por la Federación Mundial de Ajedrez, en el cual participaron más de 400 estudiantes de un promedio de 10 años de edad. Recibieron 30 horas de formación, pero además casi el 90% de los participantes continúo jugando posteriormente al ajedrez de forma regular con sus amigos y familiares.

Estudios previos han demostrado que una mayor aversión al riesgo puede limitar decisiones inherentes a la elección de una ocupación o profesión, el desarrollo de un emprendimiento propio o hasta cuestiones relacionadas con la familia y el hogar. Como la incertidumbre es constante desde el nacimiento, el individuo necesita limitar ese miedo al riesgo para incrementar su resiliencia, logrando así superar situaciones adversas y adaptarse a nuevas realidades.

Pensamiento lógico

De acuerdo a las conclusiones de la investigación australiana, publicadas en la revista Journal of Development Economics, los resultados del trabajo científico realizado con estudiantes primarios también indica que la enseñanza del ajedrez puede integrar habilidades lógicas y aritméticas en los niños. La práctica de este juego también familiariza a los pequeños con la abstracción requerida en el pensamiento lógico.

Para concluir, el profesor Asad Islam, líder de grupo de investigación, expresó que «en muchas situaciones de la vida ocurre que un gran riesgo a menudo conlleva una gran recompensa. Sin embargo, la línea divisoria entre la toma de riesgos calculada y necesaria y el comportamiento imprudente a veces es difícil de determinar. Aprender ajedrez puede ayudar a entender esa diferencia», indicó.

Referencia

The Effects of Chess Instruction on Academic and Non-cognitive Outcomes: Field Experimental Evidence from a Developing Country. Asad Islam et al. Journal of Development Economics (2021).DOI:https://doi.org/10.1016/j.jdeveco.2020.102615

Foto: Rafael Rex Felisilda en Unsplash.