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Mal de ojos

Jugones

El nombre, sólo el nombre, ya me tira para atrás. Me espanta. No me gusta nada. Es ese tipo de palabras que nos disgustan, nos dan como asco, evitamos pronunciarlas, y desde luego no forma parte de nuestro vocabulario. Hablo de Jugones, escrito en cursiva aquí porque, quizá hasta lo conozca, es el nombre de un programa de La Sexta. Si lo conoce es que usted lo sigue, sabe de qué hablo, y sabe quién lo hace. Jugones no tiene entrada en el diccionario de la RAE, pero sí jugón ­-aunque el corrector de mi ordenador me lo subraya en rojo advirtiéndome que no lo reconoce-. Jugón es la persona que tiene una especial habilidad y es diestra en el juego. No especifica si es habilidosa y diestra en el juego de las cartas, en los juegos de azar, en los de amor, o en el juego deportivo. Está claro que se refiere a este último tipo de juego. En La Sexta, después de un interminable, agotador, y ahuyentador bloque de publicidad después de La Sexta Noticias del mediodía, anuncian con tromba y aparato acústico de serie b de suspense un espectáculo que promete de todo. Jamás he visto el programa. Y me dije el otro día que ya está bien, que tenía que intentarlo. Lo hice. Allí estaba Josep Pedrerol, al que conocía más por sus imitadores o por sus apariciones en Zapeando que por haberlo visto en Jugones. Habla fatal. Habla en tono bajo, solemne, acabando lo que dice en susurros, y por si le faltara algo al pastel, comiéndose por el camino más de una sílaba. Quise entender que le echaba, desde lo que se llama "editorial" del programa, la bronca de la semana a la dirección del Valencia por no sé qué cosas del mercado. Estoy seguro que es la mar de interesante. Pero tuve bastante. No pasé de ahí. No soy jugón.

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