Internet arde recordando a Fernanda y Bernarda de Utrera. Las televisiones apenas dedican a la muerte de Bernarda unos planos de sus actuaciones de archivo, suficientes para que uno corra en busca de más y más. Y ahí están. Acongojándote, erizándote los pelos con sus voces de esparto, explicando por bulerías el dolor del amor, que se puede romper de tanto usarlo. Búsquenlas, escúchenlas. Dos fieras frente a la banalidad.