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Barranquismo

Aprendiendo a bajar torrentes

Diario de Mallorca completa la ruta de Coanegra con expertos en barranquismo - Hacer un descenso exige estar preparado físicamente, llevar el material necesario, saber qué tiempo hará y conocer la materia, además de ser aconsejable ir acompañado

El reportaje que usted tiene hoy la ocasión de leer en este suplemento es especial, al menos diferente al que semana a semana se va publicando en estas mismas páginas. Lo es por la simple razón de que se hace en primera persona, ya que el periodista se informa y documenta sobre la disciplina en cuestión, pero casi nunca toma parte en ella. En el reportaje de hoy, sí. Hace meses surgió la posibilidad de hacer un reportaje de barranquismo al encontrarme casualmente a Toni Turrión, amigo desde hace muchos años y experto en la materia. No puso ningún impedimento; al revés, se mostró predispuesto. Sólo puso una condición: "Si quieres hacer el reportaje tienes que venir a hacer un torrente, luego tú ya sacarás tus conclusiones".

No fue fácil tomar la decisión, ya que uno nunca había realizado ninguno. La única condición que puse fue "que sea fácil, no quiero que me vengan a rescatar". "Nadie te vendrá a buscar, vamos preparador y estamos formados", contestó Turrión. Unas palabras que cuando estás haciendo el torrente toman más cuerpo, porque las entiendes y comprendes.

Turrión y su equipo eligieron la ruta de Coanegra, que discurre por Alaró, Bunyola y Santa Maria, que es de las más asequibles. Tras hacerlo, te preguntas cómo será, por ejemplo, Sa Fosca o uno complicado de los cerca de cincuenta que hay en Mallorca. No obstante, no confundir hay que peligrosidad con temeridad. Tras completarlo, puedo decir que para hacerlo debes estar preparado mínimamente bien físicamente, conocer qué vas a hacer, es crucial saber el tiempo que te vas a encontrar y, sobre todo y clave, ir preparado. También es aconsejable ir acompañado por lo que pueda pasar.

Con el vehículo estacionado en la carretera de Bunyola a Orient, nos enfundamos el traje de neopreno, el casco y los arneses. Material imprescindible por la temperatura del agua en esta época, para proteger la cabeza en caso de caídas y para subir o bajar con cuerdas en lugares con mayor dificultad. Después de caminar varios minutos por un paraje idílico en el que la naturaleza te embarga y sosiega, llega el torrente.

El contacto con el agua y el torrente es indescriptible. Hombre y naturaleza. Formas parte de un entorno del que eres un privilegiado por estar ahí. Sigues atentamente los consejos e instrucciones de los compañeros, que no dejan de estar pendientes de ti. Llegan los saltos, vital saber si hay profundidad o no. Al igual que los toboganes. En el primero tienes cierto respeto a tirarte, pero luego deseas que llegue el siguiente.

Nos cruzamos con mucha gente, la mayoría extranjeros. Y con mucho guía furtivo que llevan a personas sin ningún material, con el consiguiente peligro que puede entrañar; y más con personas que nunca han hecho un torrente. También nos topamos con una familia con un niño de corta edad, una temeridad dado que el crío tiritaba y no iba sujeto.

Fuimos avanzando por un caudaloso torrente que semanas atrás arrastró troncos, que seguían allí. Poco a poco coges más confianza a medida que avanzas. No obstante, y más en un principiante, no hay que relajarse.

"Esto es maravilloso. Estás en la naturaleza haciendo deporte, qué más puedes pedir. Eso sí, yo cuando hago este tipo de pruebas, y eso que habitualmente hago muchos torrentes, quiero ir muy preparado. Es una garantía, nunca sabes lo que te puede pasar", manifiesta Toni Turrión, que cuenta con el título de Técnico Deportivo 2 en barrancos.

Contar con un grupo como este y con Turrión se agradece, al igual que tanta precaución. Al llegar a 'la playa' de Coanegra volvimos por donde habíamos venido. No es lo mismo obviamente bajar un torrente que subirlo. Todo fue bien hasta que el cansancio se apoderó de uno, especialmente al subir alturas considerables con el agua que te sacude la cara. Allí fue cuando agradeces llevar un arnés. Turrión lanzó una cuerda y subí.

Retornamos al punto de partida, donde pudimos degustar una merienda de manera distendida y comentar todo lo vivido. La experiencia fue muy gratificante. Es más, se repetirá; pero hay que recalcar que, pese a lo gratificante que es hacer un torrente, puede ser peligroso si no vas preparado.

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