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El magnetizador de Jorge Ordaz

Personajes estrafalarios y situaciones rocambolescas en torno al hipnotismo

Retrato de Mariano Cubí.

El polo de atracción que constituye el mundo de la frenología es el eje sobre el que la pluma experta de Jorge Ordaz edifica su última novela Memorias de un magnetizador. Personajes estrafalarios y situaciones rocambolescas contemplan unas historias, que, en ocasiones, traspasan todo conato de realidad. Jorge Ordaz lo cubre todo de literatura. La atracción que sintió el escritor por el mundo del hipnotismo fue el siguiente: "Todo empezó hace unos tres años con la lectura de la biografía de Mariano Cubí que escribió el profesor Ramón Carnicer. Cubí fue un tipo curioso, autodidacta, polifacético e introductor en España, a mediados del siglo XIX, de la frenología.

También se encargó de divulgar el magnetismo animal, que está en la base de lo que más tarde se llamaría hipnosis o hipnotismo. Enseguida entendí que allí había un material de partida interesante y suficientemente atractivo como para tratar de hilvanar una historia que tuviese como trasfondo estas disciplinas. Lo que más me atrajo de ellas fue su carácter marginal, fronterizo entre la ciencia y la magia. Ambas obtuvieron, en su momento de máximo esplendor, un éxito nada desdeñable entre el público, así como la aprobación de dichas prácticas por parte de algunos destacados hombres de ciencia,aunque hay que decir que en líneas generales el establisment científico, especialmente elsector médico, no vio con buenos ojos estas nuevas prácticas, aunque solo fuera para intentar conservar su clientela". Jorge Ordaz analiza la fisonomía del protagonista de su novela del siguiente modo: "Me inventé a Dimas Pons, de origen puertorriqueño, que viene a España y en Barcelona asiste a los cursos de Mariano Cubí y queda fascinado por aquellos nuevosy sorprendentes métodos. Luego viaja a París para ampliar estudios y finalmente recalaen Baltimore, donde abre una consulta. El personaje de Pons viene a ser una especie de síntesis o compendio de diversos especialistas que brillaron por aquellas fechas. No se plantea preguntas profundas sobre su actividad, no se pregunta si lo que está haciendo es ciencia o sugestión. Sabe, eso sí, que tiene un don especial, unas cualidades idóneas para desarrollar con éxito estas actividades, y decide sacar provecho de ellas".

Conviene desligar el grado de sátira del libro, con respecto a su dosis de verosimilitud:" La novela realista es ficción, y lo que se exige de ella es sobre todo verosimilitud. Si no es mínimamente creíble, difícilmente funciona. En una obra de ficción el lector espera ser trasladado a un mundo imaginado, pero con apariencia de realidad. Y aquí los detalles son fundamentales. Hace años el escritor Antonio Rabinad me dijo una frase, que a su vez se la había dicho el también escritor Tomás Salvador: "la novela es la mentira más parecida a la verdad". La frase no dista mucho de otras semejantes que han enunciado Vargas Llosa o James Salter".

Los personajes poseen cierto punto de excentricidad, según su creador fueron modelados así :"Lo primero que suelo hacer, antes incluso de escribir una sola línea, es modelar un perfil de los personajes que habrán de protagonizar la historia. En este casodiseñé primero el del protagonista. Era importante caracterizarlo con rasgos bien definidos, pues es él quien nos cuenta su vida a través de sus "memorias". Los demás personajes están vistos a través del prisma mental de Pons".

El hipnotismo puede compartir con el mismo acto de escribir ese fenómeno de mezcla de realidad e irrealidad: "Decía Vladimir Nabokov que realidad es una palabra que no significa nada sin comillas. Esto se ve muy bien en la novela. Se es consciente de lo que uno escribe no pertenece a la realidad, que es producto de la imaginación del autor; pero al mismo tiempo el autor no tiene inconveniente alguno en incorporar fragmentos o elementos extraídos de la realidad. En mi novela, la mayor parte de los personajes son imaginados, y solo unos pocos existieron en realidad. Por cierto, hace poco leía en los Diarios de los hermanos Goncourt -en traducción espléndida de José Havel- que la historia es una novela que ha sido; y la novela es la historia que habría podido ser". El mundo literario, tan proclive a los giros y bandazos, ha cambiado desde que Ordaz publicó el primer libro a la actualidad: "Empecé a escribir hace unos cincuenta años, y a publicar a partir de 1980. En este ya largo tiempo he visto pasar libros que en su día fueron best-sellers y hoy nadie lee, autores famosos y premiados de los que ya nadie se acuerda, modas y tendencias literarias de todo tipo€ La literatura no progresa, se autoalimenta y cambia. No hay ni mejores ni peores escritores ahora que hace medio siglo. Las quejas son las mismas: se publica mucho, se lee poco. No comparto la visión apocalíptica de algunos escritores renegando de la mayoría de ventajas tecnológicas como si fueran la peste".

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