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Cómic

Pesadillas indies

Cada cierto tiempo los más exquisitos críticos se ponen de acuerdo para recomendar lo que califican como "mejor cómic del año". En esta ocasión tal honor ha recaído sobre la primera novela gráfica de Emil Ferris

Pesadillas indies

Su promoción ha contado con el apoyo de dos estrellonas "indies", Spiegelman y Ware. Además, Ferris es de origen latino (tiene abuelos españoles) y es una mujer de más de cincuenta años que ha debutado en el medio con este extraño trabajo dibujado con boli Bic. Hay quien parece valorar mucho estos elementos. Otros contenidos que encontramos en la obra le aportan (parece ser) un irresistible interés: protagonistas gays y marginados, denuncias al racismo, citas cultas a pintores, reivindicaciones raciales y feministas, denuncia del fascismo de Hitler y sus compinches, fogonazos sexuales y una atractiva sordidez que incluye fulanas y pederastia. Como guinda del pastel se añade un héroe lleno de color, el hermano de la heroína, un hispano con tantas novias como tatuajes y una barbita total. Por supuesto deben sumar a todo ello la inusual puesta en escena y sus llamativos grafismos, que han llevado a algunos a comentar que la autora libera a la novela gráfica de sus limitaciones comerciales y corsés visuales. En realidad, lo único que hace Ferris es acumular una ilustración chula (recuerden ¡con su Bic!) tras otra, olvidando toda preocupación narrativa. También es muy libre con los textos, que se agrupan en líneas de desigual tamaño llegando a inclinarse en una dirección y otra. En este artefacto la visualización, aparentemente muy importante, apenas cuenta. Grandes conjuntos de líneas se acumulan para desesperación del más paciente lector. Más que nada porque se supone que engordan una densidad dramática más pretendida que real. Todo es tan rompedor y guay, que apenas nos queda tiempo para preocuparnos por unos personajes increíbles y sin desarrollo.

La protagonista, una alter ego de la autora y con la que imagino que se identifican los seguidores de este libro, es una niña rara a la que le gustan las pelis de monstruos. Ella se ve a sí misma como una regordeta mujer-lobo. Eso (¡Oh, qué sorpresa!) es una metáfora de la alienación. El componente simbólico pasa a un primer plano desde la viñeta inicial y ya no nos despegamos de él en ningún momento. Solo se va hinchando como un globo recalentado. La queja pasa del dominio familiar al grupal y universal. La pobre niña sufre mucho y se rodea de perdedores y frikis como ella. Marginados por su situación económica, su condición sexual, su origen racial o por su extrema sensibilidad. Para enlazar el constante juego de presentación de personajes y situaciones llamativas se recurre a un truco de guión cuya artificiosidad se enuncia desde su presentación. Hay un asesinato y la niña investiga el crimen. Pero en realidad todo da igual, la cuestión es ahondar en una suerte de realidad alternativa "indie" de la que la normalidad ha sido expulsada. Los monstruos se convierten en figuras protectoras en este cosmos anómalo, son los santos que nos protegen de la muerte y la soledad.

Si no se han sentido colmados con las últimas películas de Jarmusch, Almodovar o Coixet creo que harían bien leyendo esta novela gráfica. Por mi parte, corro a devolverla a la biblioteca, para que otros puedan disfrutar con esto. Digo "esto" porque no me atrevo a llamar cómic a este tostón insufrible, sin duda otra buena razón para cargarlo de premios. Si no se parece a un cómic convencional, seguro que es bueno. O no.

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