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El temor al miedo

Urquizu escruta con afecto y delicadeza los miedos de la gente corriente

Ignacio Urquizu.

Sostiene Ignacio Urquizu, joven sociólogo y lúcido analista de las crisis respectivas de la democracia y de la izquierda, que desde mayo de 1968 el mundo vive una oleada de contrarrevoluciones. La primera se hizo bajo la bandera del capitalismo ultraliberal y fue liderada por Thatcher y Reagan. La última está teniendo lugar y es profundamente conservadora. Se pregunta quien también ha sido diputado socialista por Teruel, y apeado de la lista electoral por su apoyo a Susana Díaz en la batalla interna del PSOE, qué ha ocurrido para que la primeras manifestaciones de protesta ante la gran recesión tuvieran un cariz netamente progresista y, de repente, empezaran a soplar fuertes vientos populistas inequívocamente derechistas. En busca de una respuesta, Urquizu fija su atención en la gente corriente, a la que alude en el texto utilizando diferentes denominaciones, como "hombre medio" o "mayoría silenciosa", con la certeza de que no significan exactamente lo mismo. A diferencia de las elites sociales, los jóvenes, los nacionalistas u otros grupos que se muestran más compactos y disfrutan de un protagonismo mayor en la esfera pública, la gente común tiene un perfil poco definido y lleva una vida anónima. Esta son, quizá, las razones por las que se le ha prestado escasa atención, a pesar de que su actitud suele ser determinante para el éxito o el fracaso de los cambios sociales.

La dificultad de precisar las características sociológicas de la gente corriente ha sido, sin duda, un factor disuasorio. El pluralismo social se revela aquí irreductible a cualquier concepto. Pocos han intentado elaborar una descripción detallada de este segmento social que permita identificarlo con facilidad. Es lo primero que procura Urquizu, con un resultado que convence solo a medias, pero supone en todo caso un importante paso adelante. Para él, en España la gente corriente es el estrato formado por los obreros, mayoritariamente cualificados, con un nivel educativo medio, habitante de núcleos urbanos de tamaño medio y ubicado en el centroizquierda de la escala ideológica.

Esta gente, según Urquizu, es particularmente sensible a la incertidumbre provocada por la globalización, las innovaciones tecnológicas y los movimientos migratorios. El hombre común expresa recelo, ira y rechazo ante fenómenos que constituyen el signo de los tiempos y una amenaza para su estatus. Este individuo ve en peligro su posición y se pone nervioso ante la posibilidad de sufrir un descenso social. Se convierte así en un ciudadano vulnerable y expuesto a los planes de los hábiles manipuladores de las emociones. Sobre una sociedad insegura, que demanda certezas, el populismo galopa hacia un futuro de difícil pronóstico. Ante lo que se avecina, Urquizu experimenta sensaciones contradictorias. En principio confía en que la gente corriente, cuya capacidad cognitiva para la política ha sido injustamente minusvalorada, sea un baluarte de la democracia y garantice su continuidad. Detecta señales inquietantes por todas partes, incluida España, donde el recuerdo de la guerra civil y la dictadura, por un lado, y la filiación ideológica moderadamente izquierdista, por el otro, ahuyentaron cualquier tentación de política radical. La gente corriente ha sido un dique de contención frente al populismo en nuestro país. Pero después de conocer el escrutinio de las elecciones andaluzas y las estimaciones más recientes de los sondeos ya no se puede hacer una afirmación tan categórica. Al ver el rostro de Vox, y su empuje, Urquizu enciende la alarma.

Urquizu escruta con afecto y delicadeza los miedos de la gente corriente y en el libro se percibe su temor a que esa gente se derrumbe políticamente y, en consecuencia, la democracia se venga abajo. Es una manera de reconocer la relevancia política de la mayoría silenciosa y, al mismo tiempo, implícitamente es una apelación para que resista el viento huracanado del populismo. El gran mérito del libro, sin embargo, es incluir en un lugar destacado del análisis político a la gente que habitualmente solo es representada formando parte del decorado.

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