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El deber cumplido

Escribo esto un 8 de mayo, el día en que Kazuo Koike habría cumplido 83 años. Lamentablemente el venerable guionista japonés nos dejó un poco antes, el pasado 17 de abril de 2019

El deber cumplido

Se va uno de los grandes, a la altura de Kurtzman, Hergé, Goscinny, Berardi o Holdaway. Participó en series de televisión, escribió algún guión para Marvel, fundó una escuela de manga por la que pasaron figuras tan relevantes como Rumiko Takahashi y colaboró con múltiples dibujantes. En España lo descubrimos en 1992, durante la primera oleada japonesa, con Crying Freeman, que luego sería adaptada al cine. Reconozco que aquella historia de yakuzas con genitales vaporosos y dibujos a cargo de Ryoichi Ikegami no me pilló. Pero ahora mismo solo pienso en revisarla.

En 2003 se publicó El lobo solitario y su cachorro, la saga que nos demostró hasta dónde podía llegar el talento de Koike. Además allí le acompañaba otro creador notable, el especialísimo ilustrador Goseki Kojima. La serie venía precedida por una fama mundial y no defraudó. En años posteriores se fueron editando muchos de sus trabajos. Reconozco cierta pereza a la hora de abordar aquellos no ilustrados por Kojima, como Lady Snowblood (publicado en 2006) o El nuevo lobo solitario y su cachorro·(en 2016). También me costó hincarle el diente a sus delirios mitológicos, su versión del rey mono, Son Goku (2016) o La leyenda de Kujaku (2017).

El resto de su producción es tan disfrutable que ahora mismo corro a conseguir los volúmenes que me faltan, porque seguro que contendrán elementos de interés que no supe apreciar en su momento. Empezó a publicar en los setenta y estuvo escribiendo prácticamente hasta el final de sus días. Aquí conocimos su trabajo de forma desordenada y una buena parte todavía permanece inédita. Es justo recordar que en los últimos años nos pegamos un verdadero festín de obras de Koike y Kojima. En muchas teníamos esa sensación que a veces nos invade con las películas de Ford o de Berlanga. Que aunque las situaciones y los tiempos cambien, siempre encontramos la misma troupe de personajes. Los guiones de Koike trazan una geografía familiar en la que los personajes de una serie se pasean por el fondo de otra. Y todos comparten una misma responsabilidad, una misma fuerza vital. El autor defendía que eran los personajes los que construían las historias, un principio que comparten muchos grandes guionistas. Los hechos no importan, cuenta la caracterización, la capacidad para insuflar vida en esas creaciones de papel. Koike tenía ese don.

Tanto en Asa, el ejecutor, Hanzo. el camino del asesino, El hombre sediento, Kei, Kasajiro, el clava-tatamis o en Llegó la primavera descubrimos a personajes profundamente humanos, que padecen, aman, luchan y aprenden con fiereza. Y que además comparten un inquebrantable sentido del deber que les permite aportar algo de sentido a sus difíciles existencias. Los héroes de Koike se enfrentaban a las más duras pruebas con la mirada serena del samurai. En muchos casos esos principios eran negados por una realidad corrupta y amoral. Son en general vasallos con señores que no merecen a tan leales servidores. Aunque no en todos los casos. Uno de los aspectos llamativos en Hanzo era la admiración mutua que el ninja y su señor se profesaban y cómo uno aprendía constantemente con el otro.

Otro asunto digno de mención era el tratamiento de las mujeres. Por un lado abundaban en la obra de Koike las escenas de amor apasionado, en eso era un digno hijo de los setenta y nunca dudó a la hora de mostrar los sentimientos y la violencia implícitos en el sexo. Sus personajes hacen el amor como pelean: a vida o muerte. Sentía una genuina compasión hacia las mujeres que sufren. Podía describir a auténticas brujas, Lady Macbeths capaces de las mayores atrocidades. Pero también era muy capaz de explicar el dolor femenino ante los abusos de algunos hombres. Para recordar la escena en que el héroe se ponía a llorar ante un grupo de fulanas, conmovido por sus padecimientos cotidianos. Los sentimientos, en Koike, siempre eran más grandes que la vida.

Ya solo nos queda revisar todo lo que no leímos en su momento y recuperar sus últimas series, como Shingen Takeda. El tigre de Kai o El Carterista (ambas publicadas en 2017), confiando en que durante los próximos años continúen llegándonos trabajos inéditos de Koike.

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