Diario de Mallorca

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Verdades con humor

Sabina retrata a sus padres y abuelos de uno y otro país con la ternura y generosidad a la par que con la agudeza de quien les observa con ojos de periodista

Sabina Pons.

Haciendo honor a los tópicos, podemos decir con cierta fruslería que los alemanes no se caracterizan precisamente por su simpatía; tampoco los mallorquines, si seguimos los aprendizajes de aquel Queridos mallorquines que hizo leyenda. Sabina Pons, hija y autora de Madre alemana, padre mallorquín, está decidida a romper estereotipos. Ha escrito un libro tan divertido, con tanto sentido del humor, que es difícil encontrar una página que no provoque sonrisas y hasta carcajadas. De ellos, sí, pero de nosotros -claro, los mallorquines- también.

Es el suyo un libro que -no sólo yo- he leído de un tirón, sin pausas. Y que yo, como mallorquina pero también hija de pareja mixta, reconozco muy cercano a mi esencia. Madre alemana, padre mallorquín no es más que una recopilación de anécdotas cotidianas de la familia de la narradora durante su infancia y adolescencia, que reflejan y explican, si se quiere ir más allá, la idiosincrasia de una isla -Mallorca- en el momento del boom turístico -los años setenta del siglo XX- y que permite extraer sabias lecciones de convivencia. O sólo quedarse en la anécdota, que permite ambas lecturas.

Sabina retrata a sus padres y abuelos de uno y otro país con la ternura y generosidad a la par que con la agudeza de quien les observa con ojos de periodista que recopila el proceso de una vida en lo que inicialmente fue una serie de artículos publicados por entregas en la versión alemana del diario que nos acoge, el Mallorca Zeitung. Así han alzado vuelo algunas obras de literatura mayor, y ese espero que sea el camino que siga la pluma de la periodista y narradora Sabina Pons tras esta primera luminosa experiencia -como la calificó en la presentación la también periodista y escritora Empar Bosch-.

La editorial también mallorquina Sloper ha conseguido convertir estas crónicas en un delicioso objeto de lectura que sabe servirse del único método certero para decir verdades, el humor. En Madre alemana, padre mallorquín veremos cómo el turismo descubre una isla plena de manjares, recorridos gastronómicos, lugares idílicos que han ido dejando de serlo, luz y paisajes cautivadores ("esa extraña luz violeta que solo se da en esta isla" (p57); pero también el contraste evolutivo de costumbres y culturas contrapuestas y en diferentes momentos de evolución que ayudan a nuestra protagonista-autora a crecer desarrollando un pensamiento propio: "la imagen de la abuela (€) me sirvió para entender desde bien pequeñita que se podía ser mujer, ser vieja y seguir disfrutando de la vida" (p80).

Es este un libro de historias pequeñas al que le auguro un gran recorrido.

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