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La máquina del tiempo de Garci

El escritor y cineasta reúne 25 de sus relatos en Insert Coin, un magistral ejemplo de narrativa emocional

José Luis Garci.

"Cuando era niño, mis padres jamás me contaron cuentos al acostarme. Me contaban películas..." Todas las películas rodadas por José Luis Garci tienen en sus entrañas restos de sus pasiones cinematográficas. Y, también, puentes tendidos a sus devociones literarias. Ambas vías se cruzan no solo cuando adapta clásicos: sus guiones originales (El crack, Asignatura aprobada...) rezuman amor por determinados autores y dejan muestras de las propias inquietudes de Garci como escritor, que sus seguidores conocen sobradamente gracias a sus artículos sobre el Séptimo Arte (narrativamente sobresalientes envolviendo un conocimiento enciclopédico y un reconocimiento sentimental contagioso) y a cuentos que han visto la luz con cuentagotas, algunos de ellos en la radio. Muy difíciles de encontrar. De ahí el gran interés de un libro como Insert Coin, una colección de 25 relatos editada por Reino de Cordelia en la que la imaginación del autor de Solos en la madrugada y su asombrosa capacidad para enhebrar historias cargadas de pequeños detalles que potencian la evocación emocional buscan acomodo en géneros tales como la ciencia ficción, el territorio negro, la variante navideña, el puro terror o el devenir iniciático.

Escritas entre 1966 y 1998, las historias de Garci siguen a pies juntillas las huellas de escritores como W. Somerset Maugham, que rendía culto a la narración impecable e implacable. También se pueden detectar ecos de gigantes como Baroja, Chéjov, O. Henry, Bradbury, Roald Dahl, Maupassant, Melville, Poe o el mismísimo Borges. Sin olvidar a Bécquer o Aldecoa. Garci no se anda por las tramas y va directo al plano en textos como La Gioconda está triste, esta última germen del memorable mediometraje rodado en 1977 por Antonio Mercero. Sus relatos no son intelectuales, según el autor, explorador irredento de sentimientos y emociones incluso cuando se mete en las galernas movedizas de la ciencia ficción. No es extraño que su primer libro fuera Ray Bradbury, humanista del futuro. La tecnología le importa un tornillo: dadle seres humanos y os construirá una historia. En otros géneros, ni te cuento: la alargada sombra de Hemingway, los platós reales de la calle Narváez, los cines de barrio, el boxeo en Campo del Gas... Las referencias a sus películas y estrellas favoritas se incrustan con elegancia en la prosa directa y ocasionalmente lírica de Garci, que cambia con destreza de las peripecias de Adam Blake ("ese malhumorado periodista tan superado por el progreso y tan influido por Pat Hobby") a la narración extraordinaria de Los mejores años de nuestra vida, que hace honor a la joya de William Wyler. Piezas maestras escritas en "la máquina el tiempo", esa Olympia (modelo Mónica) que le regaló su padre en 1965, y por las que vale muy mucho la pena insertar moneda.

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