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Volvieron para echar a Hitler

Hijos y soldados relata la historia extraordinaria de judíos reclutados por EE UU para combatir a los nazis

Volvieron para echar a Hitler

Henderson relata en Hijos y soldados la "extraordinaria historia de los Ritchie Boys, los judíos que regresaron para luchar contra Hitler". Una historia casi desconocida y fascinante que arroja luz sobre un episodio extraordinario de coraje contra la bestia nazi. En pleno apogeo de la tiranía hitleriana, unos dos mil jóvenes judíos alemanes habían buscado refugio en los Estados Unidos. El ejército norteamericano, consciente de la importancia que podía tener para sus intereses contar con un personal de esas características, no dudó en reclutar a esos muchachos para entrenarlos duramentre en labores de interrogatorio de prisioneros de guerra y para dedicarlos también a la esencial recogida de información clave para organizar y decidir estrategias.

El proceso arrancó con la distribución de los alemanes reclutados en pequeños y operativos grupos de élite para incorporarlos a todas las unidades de combate norteamericanas presentes en los frentes de guerra. La lista de misiones en las que tomaron parte es impresionante. Convertidos en testigos de excepción, los Ritchie Boys vivieron en directo el desembarco en Normandía, cruzaron el suelo francés con las tropas del legendario Patton, estuvieron en la sangrienta batalla de las Ardenas -último y temible coletazo del monstruo nazi- y, también, vieron con sus propios ojos el espanto del Holocausto en el campo de Buchenwald. Unos auténticos "hermanos de sangre" cuya historia sirve para trazar un recorrido insólito por la historia de la Segunda Guerra Mundial en lo que a participación norteamericana se refiere. Bruce Henderson, narrador de fuste y meticuloso explorador de la documentación necesaria para dar solidez y rigor a su apasionante historia, recurre a los recuerdos privados de los supervivientes para construir la crónica de un grupo de estos combatientes que lucharon contra sus propios compatriotas obligados por unas circunstancias espeluznantes. Un desgarro imposible de curar, agravado además por el dolor muy humano de intentar saber qué estaba pasando con sus propios familiares y amigos. Una situación trágica de resonancias épicas e íntimas que el libro de Henderson expone con la agilidad de una novela de ficción y la profundidad de un libro de historia solvente.

El 1 de abril de 1933, dos meses después de que el líder nazi se convirtiera en canciller, "el gobierno convocó un boicot nacional de veinticuatro horas contra los negocios de propiedad judía. Los soldados de asalto se plantaron delante de las tiendas para denunciar a los propietarios e impedir la entrada. Se marcaron los escaparates con la palabra Jude (judío) y se pintaron estrellas de David en las puertas. A partir de entonces los boicots locales a los comercios judíos se extendieron por todo el país". El horror había comenzado.

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