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Todo listo para el escalofrío

Félix J. Palma demuestra en El abrazo del monstruo cómo tener en vilo al lector de principio a fin

Félix J. Palma.

Félix J. Palma domina el arte del escalofrío. Maneja con maestría los ritmos precisos que exige el innegociable compromiso de mantener en vilo a los lectores de principio a fin. Y El abrazo del monstruo es la última demostración de ese don tan asociado a grandes como Stephen King. Vayamos por partes. ¿El abrazo le llegó o le buscó? "Una mezcla de ambos. Hay un juego que se usa mucho en los talleres literarios para vencer el bloqueo creativo que consiste en preguntarse: '¿Qué pasaría sí€?'. Y en esos puntos suspensivos puedes poner cualquier cosa que se te ocurra, como por ejemplo: ¿Y si un escritor escribe una novela sobre un terrible psicópata con un malvado plan, que al final no puede completar porque la policía se lo impide, y escapa de su novela para terminarlo en la realidad, con el autor como víctima? Esa pregunta la fui perfeccionando, hasta dar con la semilla germinal de la novela".

Un thriller con toques fantásticos. ¿O bien un relato fantástico con toques de thriller? "Lo primero. De hecho, si no fuera por esas pinceladas fantásticas no la habría escrito. Creo que soy incapaz de escribir algo que no tenga ese componente, aunque sea en pocas dosis, como es el caso". La novela tiene más de 700 páginas. Casi nada. Se podría pensar que esas dimensiones impiden renunciar a la precisión. O tal vez no... "En mi caso la precisión es fundamental. Reconozco que en alguna novela me he dejado arrastrar por el torrente narrativo, pero creo que en El abrazo del monstruo no sobra nada, pese a sus más de setecientas páginas. Aunque es solo una opinión, y además, la del autor. Habrá que escuchar a los lectores".

Leyendo la novela viene a la mente su traslado al cine. ¿Sería, al margen del "parentesco", un director adecuado Brian de Palma ("Vestida para matar", "Carrie") para su historia? "Sí, o Shyamalan, aunque no haya parentesco alguno. Ambos podrían sacarle mucho partido a la novela, incluso perfeccionarla". Los lectores del género se quejan de que la búsqueda de giros inesperados se ha convertido en algo previsible. Lo comparte: "Me temo que sí. Algunos giros, de tan usados, ya se han vuelto clichés. Por eso, quienes recurrimos a las vueltas de tuerca tenemos que convertirnos en verdaderos malabaristas de las tramas. A mí me encanta engañar al lector, pero no a cualquier precio. Hay que engañarlo honestamente, sin sacarnos conejos de la chistera en el último momento. En definitiva, hay que respetar su inteligencia, y aún así, tratar de engañarlo". Por cierto, ¿el monstruo nace o se hace? "Ambas cosas: puede hacerse en las condiciones favorables, o se puede nacer con el alma ya anegada de maldad. Si te das cuenta, en mi novela hay dos monstruos: uno de ellos es producto de sus circunstancias, y el otro lo es por defecto".

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