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Adiós a Michael Gielen

Desaparece uno de los grandes nombres de la dirección orquestal

Michael Gielen.

A principios del pasado mes de marzo murió en su casa de Austria, uno de los grandes nombres de la dirección orquestal del siglo XX, Michael Gielen, esencial en la consolidación del repertorio sinfónico posterior a la Segunda Guerra Mundial y un maestro también influyente en el campo de la ópera con un trabajo volcado en una nueva mirada al repertorio tradicional y, a la vez, con el impulso a la creación operística. Pese a su importancia, Gielen no ha gozado de la popularidad mediática de otros maestros no tan interesantes pero que han sabido ganarse la fama con argucias extramusicales a las que una personalidad como la de Gielen no se avino nunca porque sus objetivos profesionales y vitales eran otros.

Nacido en Dresde y de ascendencia austríaca, su formación tuvo lugar en Buenos Aires, a donde su familia huyó del nazismo y en la que comenzó a forjar una personalidad musical muy clara en la vinculación con la nueva música sin, por ello, abandonar el repertorio tradicional, frente a otros compañeros generacionales que optaron por la especialización. La ópera se convirtió en uno de sus grandes caballos de batalla y su estancia, durante una década, al frente de la Ópera de Fráncfort se recuerda como uno de los periodos más fructíferos de la institución con estrenos de autores como Nono o Zender y la recuperación de obras de Berg o Busoni. Suyo fue también el empeño de renovar radicalmente el lenguaje escénico habitual en el repertorio y con una pléyade de jóvenes directores de escena apostó por proyectos rupturistas que, sin duda, han sido claves en el desarrollo de la interpretación operística hasta nuestros días. Antes de llegar a Fráncfort trabajó en la Ópera de Viena y también en la de Estocolmo -teatro en el que colaboró con Ingmar Bergman- y en Colonia estrenó en 1965 uno de los grandes títulos del siglo XX, Die soldaten de Bernd Alois Zimmermann. A lo largo de toda su vida profesional Gielen mantuvo, de manera paralela a la dirección orquestal, una nutrida actividad como compositor centrada en agrupaciones camerísticas y en obras vocales de pequeño formato. Y si sus aportaciones en los teatros líricos fueron sustanciales, en las salas de conciertos también su labor brilló de manera contundente. Al frente de orquestas como la Nacional de Bélgica o la de Cincinatti en Estados Unidos tendió puentes entre una programación más clásica con la contemporaneidad, generando programas en los que mostraba los lazos que unían a los compositores de hoy con los genios del pasado. Algunos de ellos nos quedan en sensacionales grabaciones discográficas. La formación en la que dejó una impronta más fecunda fue en la Orquesta SWR de Baden-Baden y Friburgo. Precisamente ahora se están reeditando buena parte de las decenas de grabaciones que ha dejado de este periodo. Gielen no ha sido un maestro que haya actuado mucho en España. Recordemos dos conciertos al frente de la SWR de Baden-Baden y Friburgo, en 2004 con la Décima Sinfonía de Mahler y en 2009 con Blumine y Des Knaben Wunderhorn ambas de Mahler -compositor del que fue referencia- y la Primera sinfonía de A. Bruckner. Fueron dos grandes veladas sinfónicas que quedan para la historia musical.

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