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La elegancia de la síntesis

La elegancia en matemáticas y física tiene que ver con la simplicidad, pero hasta la simplicidad es compleja, pues se fundamenta en un castillo semántico fractal

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Desde la óptica de un niño, casi todo es magia. Con el paso de los años la mirada aprende y la perspectiva se amplia. Lo subjetivo no es exclusivamente un capricho, lo equilibrado no es forzosamente lo sencillo. La inteligencia crece, evoluciona y aparecen nuevos conceptos y quizá podemos aprender que hay fenómenos del cosmos que se rigen por leyes ocultas y misteriosas. En esa búsqueda del enigma hay toda una colección de invenciones humanas, que gracias a los protocientíficos, los filósofos, se expresan con lenguajes simbólicos para no tener que explicarlo todo mediante dioses y rayos. En la escalera del mito al logos las matemáticas -desde la mirada de Ga lileo Galilei- son el idioma del universo, y en la ciencia moderna hay una poética lingüística en las unidades mínimas que cimientan algunos paradigmas: las fórmulas.

Fórmulas elegantes es una jugosa colección de ensayos compilados por Graham Farmelo. La elegancia en matemáticas y física tiene que ver con la simplicidad, pero hasta la simplicidad es compleja, pues se fundamenta en un castillo semántico fractal. Es normal, no podemos entender algo, sin comprender su contexto, sus piezas elementales. Elegancia viene de elegir, y en la elección de las diferentes fórmulas y ecuaciones de este libro observamos la búsqueda obsesiva de aglutinar en una cáscara de nuez conceptual significados y explicaciones que deconstruyen nuestra concepción del mundo y del cos mos.

Al pensar en Albert Einstein nos viene a la memoria su fórmula, donde con insultante belleza nos presenta la energía como producto de la masa por el cuadrado de la velocidad de la luz. Cuando este haikú matemático salió a la luz, un periodista le preguntó a Einstein: "¿Me puede usted explicar la Ley de la Relatividad?" y Einstein contestó con una pregunta "¿Me puede usted explicar cómo se fríe un huevo?". El periodista -patidifuso- le dijo "Pues, sí, sí que puedo", y Einstein -con su pelo alborotado- replicó mientras gesticulaba "Bueno, pues hágalo, pero imaginando que yo no sé lo que es un huevo, ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego".

La icónica fórmula E = mc2 plantea la idea de que la velocidad de la luz es una constante universal y que el paso del tiempo no es el mismo para las personas que se desplazan a velocidades diferentes. Se expone rápido, se comprende lentamente, para atar cabos es necesario imaginar. La relatividad general describe la gravedad donde existe un espacio-tiempo curvado y plegado, lo que fue un cambio radical del enfoque de Isaac Newton.

Este libro ayuda a comprender un poco más los fundamentos del mundo, gracias a los sesudos y apasionados textos de Igor Aleksander -profesor de Ingeniería de Sistemas Neuronales en el Imperial College, Peter Galison -catedrático de Historia de la Ciencia en Harvard-, Aisling Irwin -periodista científico-, Robert May -profesor de Zoología en Oxford-, John Maynard Smith -catedrático de Biología en Sussex-, Arthur I. Miller -profesor de Historia y Filosofía de la Ciencia en el University College-, Oliver Morton -director de Wired-, Roger Penrose -catedrático de Matemáticas en Oxford-, Christine Sutton -profesora de Matemáticas en Oxford-, Steven Weinberg -premio Nobel de Física en 1979- y Frank Wilczek -catedrático de Física en el MIT-. Un selecto mejunje de historias y curiosidades, conformando un ensayo coral sobre la elegancia que rodea a la concepción y demostración de 11 fórmulas famosas en la tribu de los científicos. No todas son habituales para el lector no especializado, pero todas son interesantes y un picoteo singular para adentrarse en el océano del conocimiento, algo que es vital para conseguir salir de las cavernas del mainstream, los dramatismos de los medios de comunicación de masas y la egolatría de las redes sociales. La capacidad de asombro reside en la mirada y comprender algunas fórmulas no es un ejercicio extravagante, sino una elección perspicaz.

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