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QUÈ ÉS CULTURA

Cultura general

Spinoza.

Se ha abusado de la palabra cultura. Concepto manoseado donde los haya, sobre todo por quienes lo utilizan como barniz o mero ornamento. La cultura viste. Lo triste es que la cultura quede reducida a suplemento. De ahí que no sea para nada inocente la existencia de suplementos culturales, como si las manifestaciones culturales no fuesen otra cosa que detalles secundarios de la indumentaria. Ahora bien, también es cierto que todo es cultura. Un término que, como el arte, sirve tanto para un roto como para un descosido. Se habla, incluso, de cultura del pelotazo: el arte de ganar brutales dividendos realizando operaciones inmobiliarias de dudosa legalidad. Raro es que no hayamos aún alcanzado lo sublime: la cultura de la incultura, el cultivo de la ignorancia o el arte de ser un gañán. También en el ámbito deportivo se cuece la cultura. El Cholo Simeone ha devenido filósofo. Tan es así, que se habla de cholismo como si este nuevo ismo hubiera adquirido la categoría de corriente filosófica o artística.

También se ha oído hablar de la cultura de la violencia. Por supuesto, y aunque parezca una paradoja, uno puede cultivar con esmero el arte de ser agresivo y macarra. Walter Benjamin ya lo anunció con desoladora precisión: "todo documento de cultura es, a la vez, un documento de barbarie." Cuando supimos que, mientras en la zona noble de Europa, la alta cultura desplegaba todo su esplendor, en los sótanos de la misma Europa se torturaba, ardían o se gaseaban cuerpos humanos. La Quinta Sinfonía o el Tannhauser silenciaban los lamentos desgarradores de las víctimas. El apreciador de Brahms o Wagner podría muy bien ser un cultivador del crimen. La historia ha demostrado que ambas pasiones no son excluyentes. Uno ha oído decir lo siguiente: "somos una sociedad acostumbrada a la cultura de la violencia."

Si vamos a la etimología, cultura viene de cultivo. Cultivar la tierra fue, desde un principio, una forma de civilizar la naturaleza, de sofisticar lo burdo, de estructurar lo asilvestrado, en definitiva, de ordenar el caos. La analogía puede aplicarse al ser humano. La cultura como segunda naturaleza que, al igual que las ciudades, son creaciones estrictamente humanas. No podemos llamar monstruo a un hombre que ha violado o a masacrado poblaciones, pues es una forma de restarle responsabilidad. Aunque nos duela y asquee, es un ser humano. Nadie puede juzgar ni castigar a un monstruo, pues éste se halla fuera de la escala humana. Al llamarlo monstruo de alguna manera lo despojamos de culpabilidad. Al final, y no sin un sentimiento de estupor, hemos llegado a la siguiente conclusión: un criminal puede ser alguien capaz de atesorar una vasta cultura. Un maltratador o un violador pueden llorar de emoción escuchando a Mozart o disertar de forma brillante sobre la ética de Spinoza. Hay que recordar que cultura rima con usura, basura y caradura.

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