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Cómic

Arañas y grafitis

Aprovechando el tirón de la película de Spiderman, se reeditan en un bonito tomo las aventuras de Miles Morales, el adolescente que encarna al héroe en el siglo XXI

Arañas y grafitis

Publicadas originalmente en 2011 respondían a una ola de corrección política que sacudió Marvel y que propició esas noticas que aparentemente encantan a los periodistas pero que los lectores... Perdón, corrijo, que YO odio. No dispongo de datos para saber cual fue la respuesta de los aficionados en cada caso. Pero tengo la sensación de que cada vez que oímos hablar de un héroe gay, gorda, con pañuelo en la cabeza o lo que se les ocurra, las razones son siempre más comerciales que artísticas. Habrá quien aplauda cómo todo esto ayuda a la normalización, la visibilización, la sensibilización y todos los "ciones" que se les ocurran. Yo no. Y el padre de Spiderman, el fallecido Ditko, tampoco. Recuerdo sus burlas cuando Stan Lee sugirió que detrás de la máscara del héroe podía esconderse cualquiera, sin importar su etnia o credo. Ya en aquel momento Ditko vio la corrección política que latía bajo aquella afirmación, cuando él había diseñado originalmente la máscara completa para esconder al adolescente Peter Parker, por razones prácticas, no para facilitar la "identificación" de nadie. Entendía que el lector debía asumir los principios morales subyacentes (abraza el bien, combate el mal), independientemente de sus preferencias u orígenes étnicos o religiosos.

El caso es que años después alguien decide llevar esa idea hasta sus últimas consecuencias y convierte a un preadolescente chicano en el nuevo Spiderman. Pues muy bien. Bendis firma el guión, lo cual suele ser una garantía. No decepciona, plantea un inteligente juego de opuestos entre las dos figuras paternas del protagonista, el tío enrollado pero malvado, y el padre aburrido pero bueno. Asumiendo que nos vamos a enfrentar a una variante del relato original, el guionista sale bastante bien parado. Tan solo se me ocurre una pega. Hace unas semanas tuve ocasión de repasar algunos de los westerns clásicos de Anthony Mann, con James Stewart de protagonista. Son narraciones muy puras y despojadas, donde graves dilemas morales se presentan bajo la forma de entretenidísimas aventuras. Uno de los aspectos que más llama la atención es el escaso peso de los diálogos, la presentación visual de conflictos y personajes, siempre a través de las acciones. Aunque en este Spiderman no faltan largas secuencias con golpisas y batacazos, los diálogos del joven protagonista con sus familiares lastran más de lo debido el desarrollo dramático. Aparte de eso, los grafismos van de un extremo a otro. Por un lado tenemos la fría perfección fotográfica de Sara Pichelli, narrativamente bastante plana. Y por el otro la simplicidad con toques cartoon de Chris Samme, al que cuento entre mis dibujantes actuales preferidos. Qué pena que no dibuje más episodios dentro del recopilatorio.

En fin, si esta nueva aproximación al héroe clásico les gusta, no duden en ir a ver la película de animación que ha inspirado. Y si no, vayan igualmente. Hablamos de un producto para adolescentes. El guión no ofende a la inteligencia y tiene pasajes muy divertidos. Aunque el verdadero festín viene con la parte visual. Consiguen un arrollador equilibrio de texturas, de los puntos de la cuatricromía barata propia de los comic-book, a las saturadas gamas de color de los grafitis, pasando por referencias a los más variados mundos animados y otras citas visuales, todo ello integrado en un todo convincente y embriagador. Hasta los créditos son una divertida locura. Hay varios aspectos que no me encajan con la memoria de Ditko. El primero se refiere a los grafitis, que como he dicho inspiran una buena parte de la estética del film. Ditko opinaba que los grafiteros eran destructores, tipos que arruinaban el trabajo de otros, frente a los creadores, los que generaban material original. Dos, la figura del Spiderman en B/N, una clara referencia a los mundos pulp, pero también a la filosofía de Ditko. Como saben, abogaba por una razón sin grises, las cosas son o buenas o malas, no hay término medio. Ese Spiderman que se viste con la gabardina de otro de sus personajes, Question, es motivo de burla en el film. Le dan un cubo de Rubik y flipa ¡qué tonto! Obviamente delata la posición de los guionistas respecto a una filosofía personal que nunca intentaron comprender. Lo que les lleva al error conceptual más grave. Esa afirmación de que "todos podemos ser héroes", si consiguiéramos los poderes de araña como le pasa al joven Miles Morales. En realidad eso contradice otra opinión muy difundida entre los actuales guionistas de cómic: la de que todo gran poder conlleva una gran corrupción. De nuevo, creo más a Ditko y su fe en los individuos. Algunos habrían usado bien esos poderes. Otros no. Es una decisión individual, nunca colectiva, universal.

Menudencias aparte, la peli de Spiderman es fascinante. Es uno de los productos visuales más excitantes que he visto en mucho tiempo. Y además con componente mallorquín. Martín Campos, que lleva años abriéndose camino en el difícil mundo de la animación, ha participado en esta producción. Puede sentirse bien orgulloso de su trabajo.

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