Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cine

¿De 007 a 0.0?

La renuncia de Danny Boyle a dirigir la próxima entrega de James Bond ha resucitado las dudas sobre si la franquicia comienza a vislumbrar su fin

¿De 007 a 0.0?

James Bond nació en 1953 con una muy creativa licencia literaria. Ian Fleming puso el calificativo de espía a lo que no es más que un agente de comando (léase -inglés- Eastern Approaches, de Fitzroy Maclean, uno de los militares que inspiró a Fleming). Añadiéndole el porte, educación, apetencia por refinadas faldas y lujosos caprichos de un diplomático.

El primer mandamiento de un espía es la máxima discreción. Ahí encajan los ficticios Smiley de Le Carre, Bourne de Ludlum o los reales Petrov y Boshirov del recientísimo affaire Skripal. En caso contrario, si un espía elige la visibilidad debe tener una tapadera muy consistente para que nadie intuya su doble vida.

A James Bond todo el mundo le ve repitiendo dry martinis, ligando con descaro, y todo el mundo sabe que es espía. ¿Hmmm?

En su versión cinematográfica, su primera aparición fue en 1962 (Dr. No) y la última (24ª) en 2015 (Spectre). Ha cumplido por tanto 65 años desde su primer (impreso) curro. ¿Hora ya de pedir la cuenta y retirarse a jugar al backgammon en un pueblecito de Cornualles?

A favor (del finiquito): 1) Con el avance de #MeToo, es muy evidente que Bond representa uno de los arquetipos más machistas del siglo XX. 2) Es, ante todo, o poco más que, un refinado sicario, un matarife, un liquidador. 3) Sigue vendiendo al Reino Unido como una grandísima potencia mundial. La cruda realidad es que cuando culmine el Brexit su nación quedará a la altura de España o Portugal. 4) Además, la época de esplendor de los servicios servicios secretos ingleses es un mito, jamás existió. Se anotaron, por pillería burocrática, el tanto del desciframiento de Enigma en el centro Betchley Park durante la II GM, pero al mismo tiempo fueron un coladero de información a los rusos. Kim Philby, el más famoso espía doble, admirado, vilipendiado y jubilado plácidamente en Moscú, estuvo muy cerca de ser nombrado responsable máximo del MI6. 5) Un estudio sobre su consumo de alcohol en la pantalla concluyó que Bond debería haber muerto hace décadas por cirrosis o colapso hepático.

A favor (de James): 1) ¿Los videojuegos fomentan la violencia? ¿El consumo de pornografía contamina las relaciones sexuales de la gente corriente? Al agente secreto se le puede aplicar la misma duda. Los espectadores, se presupone, tienen las neuronas suficientes para discernir que es ficción, fantasía. 2) El pérfido rival de turno siempre ha sido un mcguffin, un señuelo para que Bond estire las piernas, pise el acelerador, se beba varios dry martinis, simule que seduce y ejerza su puntería. Son convidados de piedra, aunque algunos actores (Javier Bardem, Christopher Walken o Richard Kiel) hayan dado mucho de sí. Un fan ha reunido en un montaje un grapat de risas sardónico-nerviosas de ellos (Bond villains love to laugh, en Vimeo). 3) La franquicia ha logrado en sus últimas entregas recaudaciones tan estratosféricas que la inercia es inmensa. La fidelidad de sus espectadores no se quiebra facilmente; y si no, el marketing tiene recursos sobrados para teledirigirles a las salas de cine. 4) El productor de los primeros filmes, Albert Broccoli, pasó en 1975 el relevo a su hija Bárbara, que no muestra ninguna intención de jubilarse.

¿Existe una tercera vía para disimular la caspa del personaje unas décadas más (conservado en alcohol, como hasta ahora)? Recientemente ha habido rumores estimulantes. A rebufo de los éxitos de Black Panther y Wonder Woman algunos han lanzado el anzuelo de modificar la etnia o el sexo del espía. Idris Elba, el actor afroinglés con físico y talento perfectos para interpretarlo se autodescartó enseguida. Y antes que un 007 femenino veremos sacerdotisas, o cardenalas, en el Vaticano. A pesar de la crecientes críticas, en países occidentales recordemos, contra el machismo subyacente, es de sentido común que los productores no se lanzarán a una trasluchada repentina. Demasiado dinero (presupuesto de cada película) en juego.

El fichaje de Danny Boyle y su pretensión de asaltar algunos cánones de la franquicia han quedado en gatillazo. Broccoli ha recurrido a dos guionistas de la casa, Neal Purvis y Robert Wade, para no cambiar nada y que todo siga igual. Sólo cuando haya un descenso apreciable de taquilla se alterarán (quizás) la flema y el aplomo de Bond, James.

Compartir el artículo

stats