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Música

Música es música

La música no es militar, ni civil, ni burguesa, ni proletaria, ni de ricos ni de pobres, como no es anti o pro nada, la música solo es buena o mala

Marcha de los elefantes de la película El libro de la selva.

Decía Clemencau que la inteligencia militar era a la inteligencia lo que la música militar es a la música. Me voy a permitir discrepar del estadista galo; creo sinceramente que Don George erraba grandemente al considerar la música militar algo así como un detritus y para apoyar mi discrepancia nada más fácil que acudir a la música misma.

Consideren Ustedes el hecho de que la Sinfonía número 100 de aquel Lloyd Weber, a horcajadas sobre dos siglos que fue Franz Joseph Haydn, lleva el subtítulo de militar, y entre sus obras nada menos que ocho marchas. Y es que el recorrido por las muchas marchas a través de las composiciones de los más grandes músicos es inconmensurable desde la Marcha en Re mayor (del Libro de Ana Magdalena) de Bach, las ya nombradas marchas de Haydn, prosiguiendo con las no escasas de su amigo Mozart, pasando por las muy marciales marchas de la segunda de las grandes "B" de la Música Clásica, Beethoven, continuando por Berlioz o por Tchaikovsky, sin olvidar esas Marchas que todos hemos escuchado en alguna boda, bien la de Mendelssohn o bien la de Wagner, por no hablar de Strauss, cuyas marchas surten los conciertos de Año Nuevo en Viena; marchas a las que siguieron no pocas de Franz Lehar, Paul Lincke, Robert Stolz y tutti quanti; sin olvidar las no pocas que nuestra tan arrinconada zarzuela nos ha regalado, desde la Marcha Mora de José Serrano, pasando por el Tambor de Granaderos de Ruperto Chapi y la muy famosa y "chuecana" Marcha de Cádiz, de la zarzuela de igual nombre. Por no citar la Marcha de los Elefantes d´El Libro de la Selva de la factoría Disney y su singular parecido, como descubrió un día el tan admirado como recordado José Luis Pérez de Arteaga, con la Marcha Napoleón del vienés Strauss y la ya mucho más cercana Marcha Imperial de La Guerra de las Galaxias de Williams.

Me viene a la memoria una historia que creo haber leído en mis años mozos, relatada por un periodista americano que en la Viena de los años veinte invitó a comer a un empobrecido coronel del otrora poderoso e imperial ejercito austríaco quien, tras engullir ávido las viandas y el vino, se lamentaba entre hipos, contándole al estadounidense que antes del conflicto los austriacos tenían la mejor música militar de Haydn, de Mozart, de Beethoven i de Strauss que interpretaban su bandas de música en las plazas; los mejores caballos lipizanos para las paradas, que venían de la Escuela Española de Equitación, los más bonitos uniformes militares confeccionados por los mejores sastres vieneses, y añadió casi sollozando "y que hicieron con todo aquello tan bello, mandarlo a la guerra, hijos de puta".

Pues eso, que se equivocaba Monsieur Clemencau al hacer comparativos descalificatorios con la música y es que la música no es militar, ni civil, ni burguesa, ni proletaria, ni de ricos ni de pobres, como no es anti o pro nada, la música solo es buena o mala, y eso solo según los gustos de los oyentes. Y es que la música, como la inteligencia, no tiene ninguna culpa de los malos usos que algunos desaprensivos hagan de ella.

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