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Cine

Dos telediarios

La Ciencia Ficción nos ha regalado futuros distópicos tan infinitos (en cantidad y variedad) como el universo. Recientemente se ha puesto de moda en el cine una variante novedosa. Estamos a puntísimo de desaparecer por nuestro exclusivo mérito. ¿Pum o bluf?

"Esas criaturas estuvieron antes que nosotros. Y si nos descuidamos, estarán después de nosotros". La frase es pronunciada por la eminencia Ian Malcolm (Jeff Goldblum) en Jurassic World: El reino caído (J.A. Bayona, 2018). Como saben, las recientes entregas de la franquicia basada en bestsellers de Michael Crichton juegan con humanos resucitando dinosaurios y perdiendo el control de ellos, por avaricia y obsesión en convertirlos en armas biotecnológicas.

Afortunadamente, como la resurrección de tiranosaurios y velociraptores no ha pasado todavía de la pluma de avispados autores (comenzando por sir Arthur Conan Doyle), podemos estar tranquilos de que no se vengarán por lo del meteorito (crean o no que fue nuestra culpa).

Dinosaurios haberlos non haylos; primates, sí. La guerra del Planeta de los Simios (Matt Reeves, 2017) insinúa si no sería desdeñable dejarse gobernar por un chimpancé inteligentísimo, carismático y justo si la única alternativa fuera un trasunto de Kurtz, un militar desquiciado y despiadado. Es evidente (y una pena) que los guionistas no han leído a Frans de Waal, por su incapacidad de distinguir siquiera entre monos y primates, pero ese tosco enunciado es un hito más en la hipo(¿tesis?) de este artículo.

Descarto a los zombies, por falta de espacio, y enfoco a los replicantes. Blade Runner (Ridley Scott, 1982 adaptando novela de Philip K. Dick) y Westworld (Michael Crichton, 1973, adaptando otra obra suya), nos mostraron un mundo en que unos robots parecían bastante/muy humanos.

Las secuelas de ambas tantean un paso adelante. Blade runner 2049 (Dennis Villeneuve, 2017) afirma en un diálogo "Los replicantes se han vuelto más humanos que humanos" (sic) En la primera temporada de la exitosa serie televisiva Westworld (HBO) los anfitriones y los visitantes del parque temático vaquero se vuelven indistinguibles, hasta el punto de que el propio espectador comience a dudar de quien es qué. La segunda temporada sube un escalón más "He evolucionado a algo nuevo" confiesa Dolores Abernathy (Evan Rachel Wood); y en otro pasaje, "Quiero dominar el mundo".

También una perfectísima replicante es la protagonista de la sobria e inquietante Ex Machina (Alex Garland, 2014), con Alicia Vikander ganando adeptos a paso firme. Aniquilación (2018) la ultima película de Garland, retoma el más trillado camino de zonas selváticas donde imperan leyes diferentes (¿alienígenas?) y, si no las taponan, comenzará el tic-tac reverso de nuestra especie.

Este neofindelmundismo ofrece una doble pareja de axiomas y disyuntivas: A) Los pesimistas remarcan que la Sexta Extinción de especies, el cambio climático, la sobreextracción de recursos naturales, los residuos plásticos o la chatarra tecnológica se están acelerando exponencialmente hasta el punto de pensar que el planeta va a petar y producirse un colapso similar a y a mayor escala que los Mayas. B) En los positivistas coloco a socióbiologos como Edward O. Wilson (La conquista social de la Tierra, DeBolsillo, 2015), equiparándonos a las hormigas por la inusual capacidad de aglutinar a un gran número de individuos de la especie y explotar los recursos. Reflexión/boutade mía, si parece muy plausible que las hormigas sobrevivan a un gran cataclismo, ¿por qué no nosotros?

Veamos una mitad u otra del vaso, el dilema es qué actitud tomar. a) Actuar, ser buenos samaritanos, reciclar más que ayer y menos que mañana y comprar un coche eléctrico ya, o como mínimo jubilar el diesel. b) De perdidos al río. Hacer como un residente de Hawaii hace poco ante una alarma de tsunami. Destapó un carísimo whisky japonés que atesoraba como oro en paño y salió a la terraza a contemplar y ser engullido por la madre de todas las olas. Fue una falsa alarma. O como algunos billonarios, con b (How tech´s richest plan to save themselves after the apocalypse, Douglas Rushkoff en medium.com, republicado en The Guardian). Rushkoff fue invitado a una bien remunerada charla exclusiva con media docena de ellos. Le plantearon dudas prácticas sobre sus zulos subterráneos de hiperlujo y le consultaron su opinión sobre los planes de Elon Musk de colonizar Marte, Peter Thiel de revertir el proceso de envejecimiento (como el Benjamin Button de Scott Fitzgerald) o Sam Altman y Ray Kurzweill de volcar el contenido de sus cerebros en una supercomputadora. Iban completamente en serio. Creen (un puñado de ellos) que el juicio final llegará dentro de nada y menos.

En fin, que sea más o menos inminente el apocalipsis, con jinetes al galope o el suspiro de T.S. Eliot, el séptimo arte nos entretendrá, como los músicos del Titanic, hasta el último segundo.

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