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Cine

Houston, tenemos una película

Pedro Sánchez no ha hollado la Luna aunque ha logrado similar revuelo por elevar a un astronauta a un consejo de ministros, coincidiendo además con el sexagésimo aniversario de la Nasa. La pantalla grande, es conocido, mantiene su idilio con la exploración espacial

La superficie de la luna.

Conocer el más allá (extraterrestre) ha sido una obsesión del ser humano desde tiempos de Panoramix. Igual que el cine desde sus mismos inicios, como Viaje a la Luna de Méliès (1902) o La mujer en la Luna de Fritz Lang (1929). Por la habitual limitación de espacio aquí viene una modesta selección razonada del género.

Elegidos para la gloria (Philip Kaufman, 1983) es una pésima traducción del título de la película y el ensayo de Tom Wolfe (más ajustado sería ´Lo que hay que tener´ o ´Con un par´). El característico estilo del periodista recién fallecido sumaba rigurosidad documental, subrayado de las anécdotas más jugosas y unas gotas de sarcasmo sin caer en burla despectiva. El libro se lee de un tirón, la primera parte se concentra en los esfuerzos para romper la barrera del sonido; la segunda en las prisas de los americanos para ponerse a la altura de los rusos en la carrera espacial. En la película Kaufman aportó oficio, buena fotografía y ambientación. Los actores (Sam Shepard, Scott Glenn, Ed Harris, Fred Ward) disfrutaron con sus papeles sencillos y prestos a lucirse. También recomiendo (en inglés) la autobiografía de Chuck Yeager, el piloto que rompió la barrera del sonido. Tan verídica y delirante como el libro de Wolfe.

Apolo XIII (Ron Howard, 1995). Esa misión sufrió unas desventuras equivalentes a las de Shackleton en el Polo Sur. Regresaron a la Tierra vivos de milagro, sumando creatividad grupal, habilidades personales, desesperación y unas gotas de agua bendita. La película transmite al espectador la fascinación y ansiedad que vivieron los astronautas, sus técnicos y millones de terrícolas.

En la sombra de la Luna (David Sington, 2007). Sólido documental sobre el viaje del Apollo XI y los primeros pasos en la Luna en el que sólo toman la palabra astronautas de diversas misiones. Su cara oscura es que reconocen, sin remordimientos, que los utilizaron como señuelos para alejar la atención de Vietnam y los conflictos raciales.

Figuras ocultas (Teodore. Melfi, 2016) Reivindica, al fin, la labor en los inicios de la Nasa, de un colectivo que tuvo una virtud, ser brillantes en matemáticas y física aeroespacial; y una doble mala suerte, ser mujeres afroamericanas. El filme cuenta, con corrección formal y mucha empatía en el guión y actuaciones, como unas pocas mujeres lograron saltar esos muros invisibles, aunque no se reconoció públicamente su labor hasta muchas décadas después.

La Luna en directo (Rob Stitch, 2000). Curiosa, simpática comedia rural costumbrista australiana. Sí, repito, comedia, rural, australiana. Recrea otra anécdota real, la participación clave de un telescopio austral en la misión del Apolo XI. Incide en los estresados técnicos de la Nasa, los perplejos lugareños de la zona y las indiferentes ovejas pastantes. Por cierto, fue la película más taquillera en Australia ese año.

Sobre astronautas en modo (ficticio) supervivencia, tenemos, bastante recientes, la amena El marciano (Ridley Scott, 2015), la claustrofóbica Gravity (Alfonso Cuarón, 2013), la visualmente apabullante Interstellar (Chris Nolan, 2014) o la más fantasiosa e infantil, Tomorrrowland (Brad Bird, 2015).

Para los que mantienen una distancia crítica, a rebufo de Tom Wolfe y más allá, está el tema de las conspiraciones. Capricornio Uno (Peter Hyams, 1977) desarrolla un guión del propio Hyams sobre una misión a Marte que resulta ser un montaje total, un pufo, sin que ni siquiera llegue a despegar el cohete.

Increíble pero serio es el documental Astronauts go wild, an investigation on the autenticity of the Moon landings (Bart Sribel, 2004), empeñado en que todo el programa Apolo fue un tocomocho y haciendo jurar sobre la Biblia a varios astronautas vivos (Aldrin y otros) que realmente estuvieron allí. Uau!

Sin cruzar la frontera, comedia, y mala, y española, españolada pura y dura, es El astronauta (Javier Aguirre, 1970). Guión de Pedro Masó, y actuaciones de J.L. López Vazquez, Tony Leblanc, Jose Luis Coll, Antonio Ozores o Laly Soldevila. Sin palabras. Más seria es Astronautas (Santi Amodeo, 2003), donde el viaje espacial es simbólico; el título se refiere a la introversión, por diferentes traumas, de un padre y su hijo.

El futuro, finalizado el repaso, ofrece chicha para los guionistas de este género. Hollada la Luna, el viaje a Marte vuelve a estar sobre la mesa de algunos políticos imaginativos y desalmados. Y no pocos millonarios encargan planos de un casoplín en otro planeta o luna para el día, cada vez más cercano, en que nuestra especie sea merecidamente arrasada de la Tierra. Hay materia gris sobrada para más comedias, dramas y tragicomedias.

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