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Poesía

Componer la letra vital

El cantautor y productor musical Joaquín Calderón publica su primer poemario, Soy como puedo

Joaquín Calderón.

Algunos poemarios precisan de lectura silenciosa y de análisis léxico detallado. Otros, en cambio, deben ser leídos en voz alta y ser compartidos; contados y no recitados. Es el caso del primer libro poético de Joaquín Calderón (Sevilla, 1975), Soy como puedo, una compilación de versos que no exigen de orden alguno para su lectura y que aun tratando temáticas recurrentes como la vida y la muerte, sobre todo arraigan en la genealogía, la soledad, la desmemoria e incluso la deriva de las redes sociales. Cuatro conceptos que inciden en acciones cotidianas -léase viajes de trabajo, paseos de domingo junto a su abuelo, jornadas de trabajo interminables o búsquedas de aparcamiento- para destapar desde ahí un estadio muy interesante de su propia trascendencia.

En su condición de deambulante polifacético (cantautor, profesor de violín, productor musical e instrumentista, y siempre con las maletas de aquí para allá), Calderón, que utiliza la palabra como contingente frente a la imposibilidad de acumular el tiempo, el aprovechado y el perdido, arranca el poemario con agradecimiento a la familia, por el saber y el estar, ensalzando un linaje evanescente, con implícita crítica a la desmemoria de las generaciones ya desaparecidas ("yo soy la voluntad de alguien que no existe ya en ninguna memoria") y pivotando esa realidad sobre quienes aún perviven ("El abuelo es mañana de domingo / fiambrera, familia, tres perdigones, / una guerra y una voz que no conservo").

Desde las alturas, en un vuelo transoceánico, crea un juego especular con el concepto de altura ("he leído versos de altura, / he oído músicas celestiales /y he probado a escribir por tragarme / el tiempo, olvidar la altitud / y no mirar las nubes), para a continuación hablar de la valentía y la resignación, ligada esta al destino que intriga al poeta ("me viene a la cabeza la estúpida frase / no estaba para mí y eso de alguna manera, también estúpida, me reconforta"). En Soy como puedo, que también responde al título de una canción de Joaquín Calderón, el tiempo aparece en el barrio, en el café como ritual y en la piedra roma madurada en agua, quedando ejemplarizado de la mejor forma posible ("manos repletas de venas azules" que inmovilizan la cabeza para dar un beso) y el dolor "que nos corresponde" a todos se arrastra por varios poemas. Aferrados a la sinestesia, incluso podríamos decir que los poemas de Calderón huelen a aroma de Pravia, a maletas untadas de experiencias o a la fiebre que bajo la cama entierra una madre.

También hay duplicidad en algunos poemas, con el hombre como elemento común. Por un lado, el férreo vínculo hombre-perro y por otro, el de hombre-redes sociales, incidiendo en este caso al acuerdo tácito surgido con el famoso doble click azul y que parece haberse tomado recientemente, ansiando ipso facto una contestación de los mensajes. En definitiva, Soy como puedo es un libro cuya mayoría de poemas están escritos en menos de un año y escrito en movimiento, en el trasiego de una vida polifacética.

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