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Poesía

Discutir sobre arte

Aquello que nos mueve, aquello que nos conmueve, debiera ser, si no es, lo considerable como arte

Susan Sontag.

Hace unas pocas fechas asistí, gracias a las ondas radiofónicas, a un encendido debate entre dos tertulianos que disputaban sobre una determinada obra fotográfica, expuesta en la madrileña feria ARCO, les supongo al cabo de la calle de objeto de la discusión y su repercusión mediáticas del mismo. El litigio se sustanciaba en que uno de los "disputantes" le concedía a lo mostrado la cualidad, aunque no la calidad, de obra de arte y el otro, por su parte, se mantenía firme en su apreciación de que se trataba de tan solo una mamarrachada.

Después de repensar y repasar ambos argumentos y posturas llegue a la conclusión de que la discusión era fútil pues ambos, casi como en la paradoja del gato de Schrödinger, estaban igualmente en lo cierto aún cuando pudieran los dos andar errados; y es que al fin y al cabo lo que dictamina para un individuo si algo tiene valor artístico o no es su propia, sola y absoluta apreciación, pues como decía William Butler Yeats "El arte es un acto social de un individuo solitario" y tengo para mí que esa soledad es igualmente predicable tanto de quien pergeña una obra con ínfulas artísticas como de quien la percibe, puesto que la apreciación artística es una relación intima entre el emisor y el perceptor, en ausencia de terceros.

Olvídense por un instante de lo que hayan leído, del nombre del artista de turno e incluso de lo que haya opinado este o aquel conocedor del arte de que se trate y pregúntense ustedes, así sin anestesia, que les lleva a considerar que algo que observan por primera vez y sin chuleta indicativa, a través de alguno de sus sentidos, es arte. Así ya no es tan fácil ¿verdad?, hay que pensar por uno mismo, más aún, hay que sentir por uno mismo.

Pero la respuesta debiera ser sencilla, aquello que nos mueve, aquello que nos conmueve, debiera ser, si no es, lo considerable como arte. Me viene a la memoria el comentario de un amigo que junto a mi paseaba por una exposición pictórica y que en un momento dado se planto delante de un cuadro y observó con seriedad, "éste es arte difícil"; yo, ingenuamente cayendo en su trampa, añadí "difícil de entender", a lo que mi amigo, con una media sonrisa socarrona, asomando a su rostro, dijo "no, difícil que me guste". Mi compañero de andadura, con ese gracejo popular al que muchos debieran otorgar mayor estima, acertaba de pleno, y es que ese el quid de la cuestión, si algo nos gusta o no nos gusta, si algo nos llega o no nos llega y de nuevo, si algo nos conmueve o nos deja indiferentes.

Y es que en esto de lo del arte, aquel no intervenido por malandrines de sesudo comentario, de dura crítica, inducidos e inductores de imposiciones de moda, políticas o sociales, sujetos finalmente a la prostitución dineraria, sobran discusiones pues como decía Susan Sontag "El arte es seducción, no violación".

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