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Biografía

Legendario Clint

Pau Gómez profundiza con lucidez y sagacidad en la obra de Eastwood

Clint Eastwood. Reuters

A Pau Gómez siempre le fascinó de Clint Eastwood su evolución artística "y cómo fue capaz de ir más allá del icono de tipo duro de Hollywood para convertirse en un cineasta de enorme sensibilidad". De ahí que su libro sobre el cineasta, "El mito tras la máscara", editado con acierto y oportunidad por Ultramundo, se centre exclusivamente en su obra como director, "que es la que realmente dejará un legado para futuras generaciones, por mucho que en su día llegase a ser la mayor estrella de la industria".

La evolución de su discurso tras la cámara le pareció "igualmente interesante. En sus películas iniciales todavía tienen cabida los personajes estereotipados de los westerns o los títulos policiacos más populares, por supuesto interpretados por él mismo. Esta fase sirvió de transición perfecta para lo que estaba por venir: la desmitificación del icono del cine de acción y la irrupción de un realizador obsesionado con mostrar la otra cara del Sueño Americano: es la década de Bronco Billy, El aventurero de medianoche o Bird, cintas todas ellas protagonizadas por geniales perdedores que, de un modo u otro, acaban sucumbiendo ante el duro peaje que impone la vida idílica que tanto persiguen".

Si los 80 sirvieron "para confirmar que el Clint estrella y el Clint realizador eran tipos antagónicos, los 90 le encumbraron como un verdadero maestro. Se trata, probablemente, de la mejor etapa de toda su carrera, no solo desde la perspectiva del director sino también como intérprete". En pocos años rueda "cintas prodigiosas como Cazador blanco, corazón negro, Un mundo perfecto o Los puentes de Madison, con mención aparte para una obra maestra incontestable (y el gran punto de inflexión de su trayectoria como cineasta) titulada Sin perdón. Pero, no contento con ello, nos ofrece también películas enormemente entretenidas y satisfactorias como Poder absoluto o Ejecución inminente, consciente de que el éxito de su misión, más allá de encandilar a los críticos, pasa por preservar la fidelidad de su público".

El nuevo siglo trae a un Eastwood que, "sabedor de su grandeza, es capaz de resolver con maestría proyectos especialmente comprometidos por su temática. Títulos extraordinarios como Mystic River, Million Dollar Baby, Cartas desde Iwo Jima, El intercambio o Invictus se adentran en terrenos pantanosos como los secuestros de menores, la eutanasia, la segregación racial o las guerras y no solo salen ilesas de dicho tránsito, sino que ponen de manifiesto el compromiso sociopolítico y la ideología liberal de alguien que, en su juventud, se caracterizó precisamente por todo lo contrario. Clint sigue votando al partido republicano, pero mientras firme obras magnas del calibre de Gran Torino siempre se lo perdonaremos: ese disparo invisible del anciano y su contraste con la imagen del Magnum 44 de Harry el Sucio definen perfectamente esta transición".

Desde Más allá de la vida (2010), la filmografía "ha ido perdiendo fuelle. A partir de J. Edgar, todas sus películas se basan en individuos carismáticos de la historia americana reciente, algunos muy conocidos, otros menos, algunos con tintes heroicos (Sully) y otros con trazas de psicópata (El francotirador). En cualquier caso, se trata de un digno epílogo para una trayectoria plagada de títulos legendarios, e impregnada del espíritu de los grandes cineastas clásicos".

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