El relato que da título a esta magnífica colección de cuentos de la boliviana Liliana Colanzi se ambienta en un Marte en vías de colonización. Esto, junto con algunas pistas sembradas en la contraportada, podría sugerir que Colanzi (1981) propone al lector un volumen próximo a la ciencia-ficción. Y no es el caso, porque el abanico que agita la autora de Nuestro mundo muerto es mucho más amplio y casi todas sus varillas inervan la mayoría de las piezas. El hilo vital que alimenta cada historia hunde sus raíces en los sustratos indios de la sociedad boliviana -un mosaico de creencias de latido ancestral y pulso intenso-, atraviesa las clases medias urbanas y se resuelve en la mirada poliédrica y la prosa rica, precisa, sutilísima y, a la vez, enigmática con la que Colanzi, profesora en la neoyorquina universidad de Cornell, construye conflictos cuya piel se roza con el presente mientras sus entrañas explotan en la noche de los tiempos.
Una delicia.
