Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Narrativa

Enterrar la historia en el mundo antes de ser ceniza

El guatemalteco Eduardo Halfon encarna su propia ficción y viaja una vez más a las raíces familiares en ´Signor Hoffman´, continuación de ´El boxeador polaco´, ´La pirueta´ y ´Monasterio´

Enterrar la historia en el mundo antes de ser ceniza

Hay un sentido concéntrico en la obra de Eduardo Halfon (Guatemala, 1971). No existen viajes, sólo un viaje, y toda narración es parte de una misma novela: un relato existencial en torno a la identidad, los orígenes, la familia. Pero todo, como ha explicado el autor en más de una ocasión, forma parte de un juego. Halfon ha aceptado el judaísmo de sus raíces, no porque se considere judío, sino por razones literarias. Le interesa el conflicto desde el punto de vista de la literatura. Abre y cierra los ojos mientras la discusión en torno a él sube de tono.

Los relatos de Signor Hoffman, que publica Libros del Asteroide al igual que hizo con Monasterio, se comunican entre sí. Forman parte de un núcleo que empezó a perfilar con El boxeador polaco (2008) y La pirueta (2010) acerca de las raíces familiares: en concreto las del abuelo polaco detenido en 1939 en Lódz, cuando tenía 16 años, y conducido más tarde al campo de exterminio de Auschwitz. El protagonista de todos ellos, el autor, vaga en la búsqueda, no siempre voluntaria, de los recuerdos, por Calabria; las costas de Guatemala y las playas de arena blanca que le esperan en Belice; Harlem y el jazz; Polonia y el gueto, compartiendo un único viaje interior en distintos y variados escenarios.

Halfon, el personaje, se pregunta por su apellido. Sabe que es la mitad del original, el resto la suprimió se supone que por capricho un oficial de la migración de Ellis Island. Por su abuelo libanés conoce que viene de una palabra del hebreo antiguo, puede que del persa, y que significa el que cambia de vida. Pero Halfon no es sólo Halfon, es también el signor Hoffman, el abuelo que murió en Guatemala, después de seis años como prisionero en campos de concentración, y se prometió a sí mismo no volver jamás a pisar Polonia. "Un judío nunca debería viajar allí", le gritaba al nieto para sacarle de la cabeza la idea de hurgar en sus orígenes europeos.

Cuando Halfon, entre los gritos de un niño asustado que mantiene una actitud agresiva, descubre que en el mismo apartamento del gueto de Lódz donde los nazis detuvieron a su abuelo vive ahora una actriz porno marchita, ya se ha reencarnado en una especie de frustración. Está a punto de irse. "¿Qué creía que iba a comprender al conocer ese apartamento, cuya apariencia posiblemente ya nada tenía que ver con aquel apartamento de septiembre del 39? ¿Qué buscaba en realidad?".

Exactamente nada. De repente uno se convierte en su propia ficción. El mundo se revela con todos sus disfraces ante el propio escritor que se sumerge en las raíces y adopta diferentes personalidades para proseguir su viaje sin saber realmente qué es lo que quiere encontrar. Una metáfora, en definitiva, de la vida. Finalmente, madame Maroszek, la persona que quizás pueda ayudarle a hallar lo que persigue, le convence que lo importante es la escritura como lugar de encuentro y reconciliación con el pasado.

Narrar la historia personal de cada uno, dar testimonio, poner en palabras lo que nos afecta. Escribir. No importa dónde. "Aunque tengamos que usar pequeños trozos de tiza blanca sobre un muro de humo negro". Y, como remata Halfon, el protagonista de la búsqueda familiar: "Aunque tengamos que ponernos de rodillas y excavar un hoyo con las manos, en secreto, al lado de un crematorio, hasta asegurarnos de poder dejar nuestra historia en el mundo, aquí en el mundo, bien enterrada en el mundo, antes de volvernos ceniza".

Es escribir lo que ayuda a profundizar en los abismos de la existencia. Halfon, por razones de conveniencia y oficio, lo tiene claro. Y lo hace de manera magistral, precisa. En sus libros ni faltan ni sobran las palabras. Es uno de esos escritores que no necesitan demasiado para expresar sentimientos, recurriendo incluso a la ironía que sirve para aliviar el peso trágico cuando se trata de remontar un pasaje tan desgarrador como el de sus antepasados.

EDUARDO HALFON

Signor Hoffman

ASTEROIDE, 150 PÁGINAS, 13,95 €

Compartir el artículo

stats