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Cine

Por tierra, mar y celuloide

Susan Sarandon y Geena Davis en ´Thelma y Louise´.

"Viajar es una ilusión. Nunca se llega." La frase, de Rafael Sánchez Ferlosio, me viene a la memoria cada vez que empaqueto ropa en una maleta. Otro, no recuerdo el autor, sostenía que todas las obras de ficción arrancan con alguien llegando o partiendo.

El cine de viajes muestra periplos reales e imaginados voluntarios y forzosos, placenteros, terapéuticos, o dramáticos, determinados o despendolados. El género como tal es entre inexistente y difuso. La subsiguiente selección de filmes es personal, subjetiva, variada, razonada y desordenada.

Viaje a Darjeeling (Wes Anderson, 2007). Se acusa a Anderson de ser epatante por fuera y poroso por dentro. No lo comparto. Bajo la sombrilla del personalísimo estilo del director esta película trata de tres hermanos adultos en busca de una madre ausente, renuente y al final madre, como tenía que ser.

Antes del amanecer (Richard Linklater, 1995). Con un bono para viajar por toda Europa en tren durante meses, dos jóvenes, una francesa y un americano, tienen un fugaz romance en Viena que dura lo que el arco de la luna. Película entrañable, sencilla, mágica casi.

Alma salvaje (Jean-Marc Vallée, 2014). La historia real, ocurrida en 1995 de una chica que troca una senda (metafórica) de autodestrucción por una (física) de 2.500 kms. que recorre la costa oeste estadounidense de sur a norte. Impecable adaptación del ensayo y gran actuación de Reese Whiterspoon.

Easy Rider (Dennis Hopper, 1969). Mítica road movie. Dos hippies (Hopper y Peter Fonda) venden una partida de droga, se suben a sus Harleys y viajan desde Los Angeles a Nueva Orleans. La película muestra que el fenómeno hippie era mucho más limitado, estaba menos arraigado de lo que glosaban los medios de comunicación. El trágico final es premonitorio del fin del flower power.

Entre copas (Alexander Payne, 2004). Esta película puso en órbita a Payne (Los descendientes, Nebraska) y al actor Paul Giamatti. Dos amigos se escapan unos días por los viñedos californianos, uno simpático y neurótico; el otro un discreto pichabrava. Visualmente se nota el limitado presupuesto, aunque mantiene gracia y encanto.

Hacia rutas salvajes (Sean Penn, 2007). Sean Penn adapta con arte el acongojante ensayo de Jon Krakauer. La historia real de un joven idealista que tras dar tumbos por el país se obsesionó con vivir solo en y de la naturaleza, con desafortunado y triste final.

Priscilla, reina del desierto (Stephen Elliott, 1994). Dos drag queens y un transexual se lanzan en un autobús de segunda mano por el desierto australiano. Curiosa, divertida, animosa y abierta de miras road movie.

Thelma y Louise (Ridley Scott, 1991). Scott arrancó con tanto poderío (Los duelistas, Alien, Blade Runner) que no fue capaz de remontar -a nivel de calidad y profundidad- el bache posterior. Thelma y Louise no alcanza las cotas de las obras anteriores pero el oficio del director, la originalidad del guion -road movie feminista- y las actuaciones (Geena Davis, Susan Sarandon y un imberbe Brad Pitt) resisten el paso del tiempo.

Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001). Otra buena road movie, esta latina. Dos amigos (pipiolos también Diego Luna y Gael Garcia-Bernal) y una mujer algo mayor (Maribel Verdú) viajan por Méjico y hacen un master en amistad, sexo, baches y subidones de la vida. Emotiva y muy creíble.

La reina de África (John Huston, 1951). Es una viaje forzoso, por las puñetas de la guerra, y delicioso cortesía del guión de James Agee, la dirección de Huston y la química entre Bogart y Hepburn. Una de esas películas que se pueden mil veces sin soltar medio bostezo.

Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003). Las desventuras de un yanqui (Bill Murray) en la capital nipona y sus escarceos con la bella Scarlett Johansson no provocan carcajadas pero dejan un cosquilleo en la tripa y las neuronas.

Quedan muchas películas en el banquillo y suelto un puñado de corrido: El viaje a ninguna parte de Fernán Gómez, El camino de Emilio Estévez, La playa, Come, reza, ama, Diarios de la motocicleta, El hombre que pudo reinar -Huston cómo no-, Pequeña Miss Sunshine o las adaptaciones de On the Road o Miedo y asco en Las Vegas. Gusten más o menos, todas garantizan evasión, sonrisas o lágrimas sin moverse de casa.

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