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Narrativa

Cómo vencer la diferencia: dinámicas de la violencia

´Para acabar con Eddy Bellegueule´ narra la búsqueda de una voz y una nueva identidad para encarar la vida. Un relato en clave autobiográfica con tanta verdad que hace daño, en este extraordinario debut literario del joven Édouard Louis

Édouard Louis, con el también escritor Pierre Michon.

Narrativa Primera novela, primer deslumbramiento. Édouard Louis (antes Eddy Bellegueule) nació en 1992 en Hallencourt (Somme) en el norte de Francia, tras cursar estudios de Historia y Sociología, en 2013, decide cambiar su nombre, punto de inflexión personal y profesional. El primer encuentro con esta voz y autor nos provoca una incomodidad severa, casi escandalosa, por la forma y el contenido; hay tanta verdad aquí que duele, fuerza al lector de algún modo a no apartar la vista y a reconocer su culpa, sus prejuicios, su participación en la violencia que describe, ésta u otra, todos hemos conocido su ferocidad de primera mano en un sentido u otro. Algunos creen que literatura y vida han de estar separados, otros pensamos que son elementos cuya simbiosis hace posible la verdad más absoluta y también el cambio, principalmente la conciencia o consciencia del mundo y del ser humano. Sin duda alguna la fuerza asombrosa de esta palabra y esta historia nacen de un principio absoluto de verdad, de contar la historia desde el único modo posible, aunque duela, aunque moleste.

Es ésta una descripción de la violencia que nos acompaña, que consideramos lejos pues existen diferentes realidades o estratos y no siempre nos acercamos o queremos ver las condiciones que se establecen en la parte subterránea de nuestra zona de confort: "No sé si los chicos del pasillo habrían dicho que su forma de comportarse era violenta. En el pueblo, los hombres no decían nunca esa palabra, en sus labios no existía. Para un hombre, la violencia era algo natural, evidente". Es curioso cómo aún sobrevivimos sin rozar siquiera esa otra parte que vive ("la gente de clase media no da los mismos usos a su cuerpo") y se defiende con una brutalidad que nos parece más propia de otro siglo, de otros, siempre ("No éramos pobres. A nuestros vecinos más próximos, que tenían aún menos dinero que nosotros y una casa siempre sucia y mal atendida, los despreciaban mi madre y más personas. Como no tenían trabajo, pertenecían a esa fracción de vecinos de quienes se decía que eran unos holgazanes, unos individuos que viven de las ayudas sociales, que no pegan golpe. Voluntad, deseo desesperado y siempre reanudado de colocar a otras personas por debajo de uno, para no estar en lo más bajo de la escala social"). Historia de una familia cualquiera, de un niño cualquiera que sufre la intolerancia máxima -y más grave- por haber nacido tan sólo en el momento y lugar inadecuados. Por tanto hacia él se aplica el odio más implacable hacia la diferencia: "De mi infancia no me queda ningún recuerdo feliz. No quiero decir que no haya tenido nunca, en esos años, ningún sentimiento feliz o alegre. Lo que pasa es que el sufrimiento es totalitario: hace desaparecer todo cuanto no entre en su sistema".

Nace aquí una nueva voz ante el silencio, una trayectoria profesional que comienza, y a la que se augura un gran futuro, una propuesta narrativa que nos recuerda el desgarro y desesperación de Bernhard y el análisis y disección interior de Marguerite Duras: "Por primera vez, mi nombre pronunciado no nombra". Una gran apuesta personal y editorial sin duda. Y principalmente una revelación. El propio autor nos describe el sentido último de esta llamada: "Para mí la literatura es ese desplazar de las miradas. Es proponer otras maneras de ver, de rechazar hacer un pleonasmo con el mundo. Y a partir de ese desplazamiento, del saber que aporta, creo que la literatura puede enseñarnos a sufrir. Creo que el sufrimiento es un aprendizaje necesario". Y añade: "Y es a partir de ese sufrimiento y de la intolerancia que representa que podremos revelarnos. Y escribir, por ejemplo. En Para acabar con Eddy Bellegueule intento comprender la vida de mi familia, y de este modo me doy cuenta de que su vida ha sido una vida muy dura. Aprendo a sufrir, y a partir de ahí puedo querer transformar la realidad".

ÉDOUARD LOUIS

Para acabar con Eddy Bellegueule

Traducción de Mª Teresa Gallego Urrutia

SALAMANDRA, 187 PÁGINAS, 16 €

Adéu a l´Eddy Bellegueule

Traducción de Ana Casassas Figuera

SALAMANDRA, 160 PÁGINAS, 16 €

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