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Libros: Manual de uso y disfrute

Es peligroso asomarse al interior

La escritora y traductora francesa Agnès Desarthe.

"Leer es fácil, es lógico, es sonido, es música". La m con la a, ma. También escribir es fácil, la p con la a, pa. Pero, ¿qué quiere decir mapa? Ah, eso ya es otro cantar, eso depende, sí, del contexto, naturalmente, menuda palabra ésta, contexto, ¿depende su significado también del contexto?, ¿es decir, de sí misma? ¿Cómo puede algo depender de sí mismo? ¿Y si leer y escribir no fueran tan fáciles en el fondo? No, imposible, todo el mundo sabe, todo el mundo aprende, es como montar en bicicleta, al principio parece difícil que pueda mantenerse el equilibrio, pero después de algunas caídas más o menos aparatosas y ridículas, la cosa va sobre ruedas.

Cómo aprendí a leer, de la escritora francesa Agnès Desarthe, es un libro delicioso sobre el aprendizaje de la lectura, y algunas cosas más, de una niña, la propia autora, nacida en los años sesenta. La fecha de nacimiento es importante, pues cada generación se enfrenta al aburrimiento con juegos, juguetes, cuentos, series televisivas, películas, diferentes, y no me digan que todas se parecen, porque no. el libro, o parte de él, está escrito desde la perspectiva de la niña, pero cuarenta años después, una niña que piensa, o que cree, que no le gusta leer, porque no entiende lo que lee, o no lo encuentra gracioso. sin embargo, a esa temprana edad, ya sospecha que la ficción, lo verdadero falso como lo llama por contraposición a lo falso verdadero, "prepara el acceso a la realidad", de que "su papel no es imitarla, sino precederla, ser su vanguardia". Pero sin embargo persiste en negarse a leer libros, que evita incluso cuando entra en la universidad, y se pregunta: "¿Por qué una niña buena, buena alumna, dócil, ávida de complacer, en particular a los adultos, decide darle la espalda a la lectura?". Sin embargo a los diez años lee a Prévert, Palabras, y se lo aprende de memoria, escucha a Bach y lee El guardián entre el centeno que le gusta porque no entiende nada. Y aquí estriba precisamente el quid de la cuestión, en no entender nada. Qué cierto es que nos suelen gustar más las cosas que no entendemos que las que entendemos, como también es cierto que casi nunca sabemos explicar por qué nos gusta un libro, un cuadro, una sonata. Pero nos gustan, de eso no tenemos dudas. Para la autora, y quizás tenga razón, el secreto está en la forma. Por eso nos gusta a nosotros tanto su libro, no porque nos cuente los libros que leyó en su infancia, los que le entretuvieron y los que le aburrieron, a quién le importa eso, sino por cómo lo cuenta, por la forma en que lo cuenta.

Y a los quince años llega la revelación, Marguerite Duras. Luego, Camus. Y cuando al poco lee El ruido y la furia ya está perdida para siempre, ganada para siempre, para la lectura, para la escritura. Pero todavía tendrá que llegar el encuentro definitivo. En su caso ese encuentro fue Isaac Bashevis Singer. Singer es quien le abre de par en par la puerta de la literatura, "a partir del descubrimiento de Singer, puedo leerlo todo". Sin embargo, Agnès Desarthe no considera la lectura, como tantos críticos y novelistas de todos los tiempos, como una evasión, de la realidad suponemos, sino como una invasión, "una colonización de mis sentimientos. Me sentía poseída".

Una de las enseñanzas de este precioso libro, que no pretende enseñar nada, sino tal vez sólo mostrar, es que no se puede esperar a saber leer para empezar a leer. A leer se aprende leyendo, como a pensar pensando, y a amar amando. Y a traducir, traduciendo. La autora, que es también traductora, dedica a la traducción algunas páginas tan sensatas como certeras, y bastante alejadas de lo que se suele leer habitualmente sobre la teoría de la traducción, que no es una teoría por cierto, sino una práctica. Para saber traducir, concluye sabiamente, antes hay que saber leer. Parece una perogrullada, pero no lo es, muchos traductores no saben leer, y se nota en su trabajo, como se nota también cuando el traductor, o la traductora, se ha olvidado de sí mismo y cuando no. Y es el momento de elogiar el gran trabajo que ha realizado la traductora de este libro, Laura Salas Rodríguez.

Es peligroso asomarse al exterior podía leerse antiguamente en las ventanillas de los vagones de los trenes. no ponía está prohibido, sino únicamente es peligroso. Así que si el viajero se asomaba a pesar de la advertencia, lo hacía por su cuenta y riesgo. Quizás algunos libros de los que habla la autora, El guardián entre el centeno, El ruido y la furia, El arrebato de Lol V. Stein, Los papeles de Puttermesser, deberían llevar una faja con la leyenda: es peligroso asomarse a su interior.

AGNÈS DESARTHE

Cómo aprendí a leer

Traducción de Laura Salas Rodríguez

PERIFÉRICA, 168 PÁGINAS, 16,50 €

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