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Cine

Luz y magia

´La guerra de las galaxias´ se estrenó en 1977. El éxito de esa película es inseparable de los efectos especiales desarrollados por Industrial Light & Magic, empresa que acaba de cumplir cuatro décadas

Imagen del episodio sexto de la saga, ´El retorno del Jedi´.

La guerra de las galaxias es una de las pocas películas que ha provocado un éxtasis casi místico entre espectadores y críticos desde el momento de su estreno. George Lucas sedujo a los críticos con una inteligente traslación del mito del héroe (asesorado por Joseph Campbell) en una ópera espacial. A los espectadores menos dados al psicoanálisis antropológico, con un culebrón espacial que sencillo y trepidante.

Su gestación, como ocurrió en tantas obras de tamaña ambición, fue muy, muy complicada. La clave es que el cineasta se dio cuenta desde el primer momento que o la plasmaba de forma perfecta o sería un fiasco. Testimonios:

Lucas: "Sabía que el ritmo debía ser frenético, con movimientos panorámicos y una gran batalla de cierre. Sólo que en aquella época no existía la tecnología para hacerlo".

En aquella época se llevaban los dramas urbanos tipo Taxi Driver o Serpico. Las películas con muchos efectos especiales eran tremendistas (Terremoto, El coloso en llamas) o ciencia ficción algo ingenua (Naves silenciosas). Un sólo precedente notable (2001, una odisea del espacio) se remontaba ya casi una década. No es de extrañar por tanto que cuando la productora Fox dio luz verde a las aventuras de Skaywalker hubiera cerrado su departamento de efectos especiales. Y tampoco que Lucas pensara en primer lugar en Douglas Trumbull como responsable del complejo apartado técnico. Trumbull había dirigido Naves silenciosas y participado en 2001. Sin embargo declinó porque estaba enrolado en Encuentros en la tercera fase. Para ayudar al cineasta, le recomendó a una joven promesa. John Dykstra.

Acertó de lleno. El trabajo sin embargo supuso partir de cero absoluto. Se mudaron a una nave en Van Nuys, suburbio industrial cerca del aeropuerto de Los Ángeles. Para muchas secuencias, muchos efectos especiales, tuvieron que inventar primero las máquinas (la animación por ordenador no estaba ni en fase seminal), probarlas y rodar las tomas. Fue un prueba-error continuo y agotador. Pero tenían muy claro el objetivo:

John Dykstra: "Lucas me pidió que plasmara lo más similar a un batalla de la Segunda Guerra Mundial a tiro de bala, como si el espectador estuviera en medio del combate."

Por imperativo administrativo nació la empresa Industrial Light & Magic. Contrataron a 45 personas, con una media de 25 ó 26 años. De hecho a una de las cámaras la bautizaron Dykstraflex. Para otros aparatos recurrieron al bricolaje más imaginativo, con incursiones constantes a desguaces y todo tipo de de­sechos.

El story board de la película sumaba 800 planos con efectos especiales. En 1976, un año después de arrancar ILM y, habiendo gastado un millón de dólares de los diez del presupuesto total, habían finalizado un solo plano.

Lucas: "Ok. Al menos estamos en marcha."

Un año después consiguieron terminar la película. Brian de Palma vio uno de los montajes casi definitivos y predijo un batacazo. Spielberg disintió. "Esto va a recaudar muchos millones". Lucas tuvo la corazonada de renunciar a gran parte del sueldo a cambio del incierto merchandising. Otra diana.

El éxito fulminante de La guerra de las galaxias es de sobra conocido (¡contaré más batallitas -espero- dentro de dos años!) y, merecidamente, disparó el prestigio de ILM. De hecho Spielberg, amigo íntimo de Lucas, recurrió a ella inmediata y sucesivamente para En busca del arca perdida y E.T.

En estas cuatro décadas ha participado en casi 350 películas, ha recibido 15 Oscars por efectos especiales y 23 nominaciones adicionales. En el extenso currículo destacan toda la saga de la guerra espacial y la de Indiana Jones. Y, por su complejidad o renombre, filmes como Terminator 2, Harry Potter, Transformers, Star Trek (sus versiones para la gran pantalla), Salvar al soldado Ryan, Abyss, Titanic, Misión imposible e incluso echó una mano en Avatar.

Un par de notas adicionales: la creación de una división de animación por ordenador de ILM fichó en 1979 a un tal John Lasseter para el corto El joven Sherlock Holmes. Lucas vendió poco después esa división a otro tal Steve Jobs, que la renombró Pixar y crearon Toy Story, el primer largometraje de animación completamente creado con ordenadores...

Y el programa de retoque fotográfico Photoshop también salió de la cocina de ILM, como un proyecto veraniego de Thomas y John Knoll. Poco después del estreno de Abyss los hermanos vendieron la patente a Adobe y se convirtió en referente para fotógrafos y artistas gráficos.

Como todas las grandes empresas, ILM ha pasado por sonrisas y lágrimas, cambios, crisis y resurrecciones. Al nombrar la empresa, Lucas insistió en la palabra ´magia´. Luz era evidente; industrial no garantizaba atrapar al espectador. Que dure esa magia.

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