El domingo hay elecciones y como esto es un suplemento de cultura no voy a hablarles de la sanidad ni del paro ni de la corrupción. Sólo una sugerencia. Reflexionen un momento si ésos, a los que van a otorgar el obsequio impagable de su papeleta, han hecho algo por garantizar el derecho de todos a la cultura, que está en la Constitución, y por nuestra cultura en concreto (IVA incluido). Traten de recordar si se han encontrado a alguno de ellos en el teatro, en un concierto, leyendo un libro. Después, voten en consecuencia.
Como las ceremonias de los Max acostumbran a aburrir a las ovejas, tengo que reconocer que la de este año directamente me la salté. Enhorabuena a los dos mallorquines premiados, ni que sea de refilón: la actriz Rosa Serra, cuya Fuenteovejuna se alzó con el premio a la mejor adaptación, y el director Agustí Villaronga, que con su puesta en escena de El testamento de María le ha servido en bandeja una manzana a Blanca Portillo. Extiendo las felicitaciones a Rafael Gallego, Alexandra Palomo y Pedro Orell, galardonados en una nueva edición de Teatre de Barra, Direcetd by. La seqüela, en la entrañable Santa Catalina.
Por cierto que Rosa Serra intervino en el estimable Malentès camusiano dirigido por Andrés Lima y el jueves pasado finalizamos las actividades del ciclo Albert Camus a la Biblioteca de Cort, aprovechando la doble efeméride de los ochenta años de la apertura de ese espacio tan coqueto, en los bajos del Ayuntamiento de Palma, y de la visita a Mallorca del Nobel de origen menorquín. Han sido dos conferencias y un itinerario con escenas de la pieza Klígula, actos bastante concurridos y con un publico curioso y participativo.
El periódico recuento de bajas. Nos ha dejado la bailarina y coreógrafa Maya Plisetskaya, que es lo mismo que decir la escuela rusa de ballet clásico y El lago de los cisnes. B. B. King, el hombre que era blues. Ruth Rendell, la mujer que cometía crímenes manchándose las manos de tinta. Raymond Carr, uno de esos extranjeros que nos contó nuestra Historia mejor que nosotros mismos, entre otras cosas porque a nosotros no nos dejaron contarla durante cuarenta años. Jesús Hermida, el periodista que nos llevó a la Luna. Que les reserven unas butacas de primera fila en el Paraíso.
