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Entrevista

Vanessa Cabau: "Hay que integrar esa nueva normalidad en los hoteles pero sin restar atractivo"

Directora General de Cabau Hotels. Orgullosa ibicenca, vive en Mallorca desde temprana edad. Creció y aprendió todo sobre gestión turística, pero su verdadera pasión es el mar.

Vanessa Cabau, directora de Cabau Hotels.

P Esta temporada iba a ser la temporada del Bahía Suites en Camp de Mar

R La verdad es que es una pena. Nadie se podía imaginar lo que iba a ocurrir. La filosofía de nuestra empresa ha sido siempre la de reinvertir en todos nuestros hoteles. Esa es una enseñanza de mi padre (el empresario Jordi Cabau) y la seguimos cumpliendo. No podemos dejar que los establecimientos decaigan o pierdan su esplendor, así que en temporada de invierno, o cuando estamos cerrados, emprendemos algunas reformas. Es necesario para seguir estando en el mercado. En el Bahía Suites de Camp de Mar, en primera línea, habíamos puesto muchas ilusiones en esta temporada pero el Covid-19 ha cambiado mucho el panorama.

P Estaban acostumbrándose a que, verano tras verano, fuese cada vez mejor: más clientes, más demanda, más ingresos...

R Fíjate que creo que eso es una sensación más de la gente fuera del sector que de nosotros (los hoteleros). Es cierto que vivimos un boom turístico en el periodo del 2015 al 2017, pero luego no han sido temporadas especialmente exitosas, no podemos olvidar por ejemplo la quiebra de Thomas Cook. Si que se ha mantenido la tendencia positiva pero los tiempos no son los mismos.

P ¿No es verdad que en Baleares quienes mandan son los hoteleros?

R Personalmente me entristece que la gente lo diga, pero estoy segura que lo afirman porque no conocen cómo es esta vida y lo que significa la hotelería. Ya no se gana tanto dinero como antes porque los costes de gestión de los establecimientos han subido muchísimo; no es un sector tan rentable como lo podía ser antaño. Se ha invertido y se sigue invirtiendo muchísimo en tecnología, somos generadores de empleo, debemos cumplir una parámetros de calidad€ todo eso implica mucho presupuesto. Tampoco hay que olvidar que, a nivel nacional, el sector supone un porcentaje muy alto del PIB y que, indirectamente, mucha población depende de que se abran hoteles para que sus negocios funcionen. No creo que seamos el primer poder, ni mucho menos.

P Se lo digo porque toda la desescalada gira en torno a cuándo se abrirán fronteras, cuándo habrá turistas... parece que solo hay un debate.

R ¿Sabes que se está casi descargando toda la responsabilidad en nosotros?

P ¿Perdón?

R Sí, que parece que somos los hoteleros los que vamos a tener que controlar a los turistas y asegurarnos que cumplen con las normas sanitarias y de seguridad y que si algo sale mal y tenemos que volver a confinarnos la responsabilidad será nuestra. ¿Imaginas lo que supondría que un cliente de uno de nuestros hoteles diera positivo por coronavirus? Eso crearía mucho desconcierto en el hotel para trabajadores y clientes con medidas complicadas. Lo que nos preocupa y necesitamos saber es cuál es la estrategia, cómo van a ser esos pasillos sanitarios de los que se habla todo el tiempo. Ya sabemos que el equilibrio no es fácil, pero es necesario garantizar en origen que el turista que viene está sano. Si no, todo se echará a perder.

P No es un reto sencillo...

R Ahora nos toca adaptarnos, y lo haremos. Nos enfrentamos a un futuro a corto plazo bastante incierto, pero me consuela saber que el shock ha sido global, que no solo nos ha pasado a nosotros. Así que toca centrarse en ofrecer confianza al consumidor, en reinventarnos para poder sobrevivir. A veces me desanimo, porque las noticias son confusas y es muy complicado tomar decisiones cuando sabes que a los dos días todo puede cambiar. Pero empiezo a ver la luz al final del túnel. Quizás en julio podamos empezar a contar buenas noticias.

P Ofrecer confianza al consumidor... ¿eso cómo se hace?

R Se habla mucho de promocionar las islas como destino seguro, pero me gustaría añadir en que también es necesario hablar del factor atractivo. Y no me refiero solo a vender las bellezas de nuestros paisajes, los encantos de nuestra gastronomía y todo eso. Hay que plantearse cómo integrar esa nueva normalidad en los establecimientos. Que se note que hay seguridad, que las medidas existen, pero que eso no condicione la estancia del cliente. No puede ser protagonista la mampara protectora, la mascarilla, los dos metros de distancia porque se perderá la esencia del viaje y el concepto de sentirse de vacaciones; se perdería el atractivo. Reconozco que tenemos ventaja sobre otros competidores porque nuestros hoteles son de tamaño más pequeño y eso nos permite adaptarnos mejor a todo lo que está por llegar.

P Decía también que ve la luz al final del túnel...

R Mantenemos algunas reservas vivas -realizadas antes de la pandemia- y que aún no han sido canceladas. El ritmo ahora es extremadamente lento, pero para 2021 parece que comienza a animarse. El turista extranjero tiene ganas de venir, veremos a ver cuándo lo dejan. También somos conscientes de que este parón ha generado una crisis en muchos bolsillos y que está por ver cómo nos afecta. De momento, y viendo nuestras previsiones, nos gustaría abrir el Bahía Suites en Camp de Mar y los apartamentos Aquasol en Palmanova en julio, pero es incierto, y el Glòria de Sant Jaume ya de cara a otoño porque la demanda urbana es muy baja. En Canarias, donde tenemos tres complejos de apartahoteles, sí auguramos una temporada mejor porque allí se empieza en octubre.

P Canarias vs Baleares. ¿Cree que se está promocionando bien nuestra comunidad?

R He visto poca campaña de Mallorca, la verdad. No me está pareciendo muy relevante la promoción turística del destino aunque ahora tengo la sensación de que se empiezan a poner las pilas.

P Habla con pasión del turismo, como buena conocedora del sector. ¿Tenía claro que desde pequeña seguiría la vocación familiar?

R Para nada. Y eso que mis hermanas y yo hemos crecido en este mundo. En los años 80 vivíamos en el hotel. Los viernes por las tardes veíamos trabajar a los animadores; en Semana Santa y en vacaciones de verano nos íbamos a Gran Canaria porque mi padre tenía que supervisar los hoteles de allí y al menos, dos veces al año viajábamos a Londres porque había que cerrar allí los contratos con los touroperadores. Nos hemos empapado de este mundo y, sin embargo, cuando llegó la hora de elegir carrera yo prefería biología marina, bellas artes, arquitectura€ Al final me apunté a turismo por mi padre, y me fui a estudiar a la CETT en Barcelona. Debo reconocer que en la primera clase ya quedé fascinada.

P Acabó la carrera y se puso a trabajar con su padre

R Duré tres meses. No me sentía cómoda siendo la hija del jefe, necesitaba un reto propio. Así que monté mi propia escuela de buceo en Puerto Portals.

P Con 21 años ya tenía su propio negocio.

R Aprendí muchísimo: sobre financiación y los riesgos que supone tener tu propia empresa; a gestionar y tratar con el personal y disfrutar con los clientes. Fueron siete años maravillosos pero nació mi hijo y me era muy difícil compaginar su crianza con que yo estuviera todo el día en el agua. Mi padre dio un paso al lado y me fue dando el relevo poco a poco. Para entonces ya me sentía con más experiencia y disponía de más recursos.

P ¿Se sintió alguna vez cuestionada por el hecho de ser mujer?

R No era habitual que en la alta dirección de un grupo hotelero hubiera una mujer al frente, y menos tan joven. Pero siempre he sido muy justa y he apostado por el equilibrio entre hombres y mujeres. También he contado con el apoyo de mi padre y de mi madre. Al final, gestionar una empresa es como sacar adelante a una familia, y eso son todos mis trabajadores para mí: mi familia. No hago distinciones.

p. ¿Cómo ha llevado la cuarentena?

R. He aprendido a cultivar la paciencia. Ya practicaba yoga antes y ahora he empezado a meditar dado que no podía salir de casa para practicar windsurf y descargar adrenalina. Eso me ha ayudado a mantener la estabilidad y la cabeza sobre los hombros. También ha sido un periodo muy especial para disfrutar de la familia pese a todos los problemas.

P. ¿Y ha aprendido algo?

R. A elegir mis dolores de cabeza. Me he dado cuenta de lo que realmente es importante y a no dejar que lo demás me condicione. Las pequeñas cosas que no se compran son lo que realmente dan valor a la vida. Saldremos de esta mejores y reforzados.

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