Salí el otro día con el ánimo insuflado y con la idea de darme un paseíto, pero a la vista de la aglomeración transeúnte deportista que había por Palma, volví grupas inmediatamente, y no di alaridos de terror por una cuestión estrictamente estética. Una población que invade los supermercados y los asalta vaciándolos por completo, y que se convierte en deportista practicante en masa, se merece a los inútiles e inútilas que nos gobiernan, y a los despreciables ignorantes que pueblan la oposición política. Es la misma población que, día tras día, da un bochornoso espectáculo en Twitter y en WhatsApp. Hecha esta reflexión, intentaré de ahora en adelante no manifestar jamás que no nos merecemos los representantes políticos que tenemos; nos los merecemos... a éstos y a otros todavía peores.
