Más de 34 millones de personas verán estos días la cuarta temporada de La casa de papel. Una cifra escalofriante si se tiene en cuenta que estamos hablando de una serie española, capitaneada por Álex Pina. Desde que la producción fuera incluida en el catálogo de Netflix, se ha convertido en un fenómeno cultural a escala internacional. Disfrazarse como uno de los secuaces de El Profesor es ya tan normal en Halloween como vestirse de Drácula o del Jóker. Y no solo eso. El Bella Ciao, el tema principal de la serie, ha vuelto a ser la banda sonora de protestas contra los poderes gubernamentales y la cultura hegemónica.
¿Qué tiene La casa de papel para ser la V de Vendetta de nuestro tiempo? Para empezar, mucha acción, y para acabar, muchos personajes despojados de todo derecho e identidad. Es decir, como un gran porcentaje de población del planeta. Hoy, ese porcentaje podrá volver a deleitarse con las vidas de estos atracadores.
Las tercera temporada dejó a los espectadores con la miel en los labios. La banda acababa de llegar al Banco de España para descubrir los secretos mejor guardados del Estado con tal de poder chantajear al gobierno y así recuperar a Río (Miguel Hernán). Aunque no lo tendrán tan fácil. La inspectora Alicia Sierra (Najwa Nimri) guarda un as en la manga en esta nueva temporada.
Una de las preguntas que quedó sin resolver en la antigua entrega, lamentablemente, la resolvió el trailer de los nuevos capítulos. Nairobi (Alba Flores) vive, aunque no está en buenas manos. Aunque gran parte de las miradas se centrarán esta vez en Lisboa (Raquel Murillo), quien ha sido tentada a traicionar a la banda.
Lo que sí que está claro es que el estreno de la nueva temporada será del todo atípico a causa de la alerta sanitaria. De hecho, la propia actriz que interpreta a Lisboa se encuentra convaleciente por la Covid-19.
Aunque a decir verdad, la banda de El Profesor siempre sale reforzada de estas situaciones. El grupo se siente como pez en el agua en periodos que abarquen crisis del sistema, cambios de paradigmas y presencia policial.
¡A disfrutar del caos!
