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El reportaje

Mi vecino, el espía

Detuvo a agentes soviéticos y organizó la huida de más de 5.000 estonios en la recta final de la Segunda Guerra Mundial. Se instaló en Alaró y fue uno de los pioneros del turismo escandinavo hacia Mallorca

Otto Kumenius, entrevistado hace años por este diario, muestra uno de sus libros. miquel massutí

Mi vecino era un extranjero rodeado de perros. Media docena entre pastores alemanes y algún dóberman. El escribidor de este artículo era un niño a principios de los años sesenta del siglo pasado. A unos metros de casa, en la confluencia de las calles de Ca na Fara y Poador de Alaró se levantaba una enorme mansión de estilo regionalista rodeada de naranjos. La llamábamos el chalé. Allí estaba la vivienda, o mejor, el refugio de un finlandés llamado Otto Kumenius. Me parecía un anciano, aunque entonces debía superar por poco los cincuenta. Bajito, rechoncho y de cara sonrosada, nadie hubiera imaginado que había sido un "espía al servicio de cinco naciones", según el título de uno de sus libros.

Cuando él y sus perros salían a la calle, era muy amable con aquel niño de pueblo. Pero mi padre me advertía de que los canes eran algo más que mascotas, formaban un escudo protector.

Kumenius había nacido en Turku el 22 de diciembre de 1912. Ingresó en la policía en 1932 y, posteriormente, en el contraespionaje finlandés. Antes fue jefe de los guardaespaldas del presidente Risto Ryd. Le tocó vivir los tiempos convulsos de los años treinta y cuarenta, cuando se vio involucrado en tres guerras: las llamadas de Invierno (1939-1940) y de Continuación (1941-1944) contra la URSS, ambas insertas en la Mundial. Su país se encontraba entre dos fuegos: el comunista y el nazi. Reino Unido declaró la guerra a Helsinki, pero nunca atacó objetivos fineses. Un rico caldo de cultivo para el contraespionaje. Kumenius se convirtió en una bestia negra para Moscú, lo que le decidió a poner tierra por medio e instalarse en Mallorca a principios de los sesenta.

El rescate de los estonios

La acción que le granjeó la animadversión de los soviéticos fue la operación para sacar en septiembre de 1944 a más de 5.000 estonios de Finlandia con destino a Suecia. Moscú, cuyas tropas avanzaban a medida que se desmoronaba la resistencia alemana, exigía después de la firma del armisticio la entrega de los soldados estonios.

Kumenius organizó la fuga hacia Suecia a través de la ciudad costera de Rauma. Los estonios llegaron desde todo el país en vagones cerrados. El espía organizó una flotilla con barcos vetustos como el Venus y evitó que fueran apresados. A bordo de este barco subieron 863 personas, pese a que su capacidad rondaba las 200. Los soviéticos exigieron su arresto. Según Kumenius, el propio Urho Kekkonen, que fue presidente de Finlandia durante 26 años, ordenó su detención para apaciguar a Moscú. El espía también escapó con su familia a la vecina y neutral Suecia.

Uno de los viajeros del Venus, Joel Haukka, escribió que la travesía no fue plácida: "Tres hombres fueron engullidos por las olas, otro perdió el valor y se pegó un tiro y dos bebés murieron por falta de aire fresco".

Una vez en Suecia fue un miembro activo de la operación Stella Polaris. Pese al armisticio con Moscú, los finlandeses temían una invasión. Montaron un operativo cuyo objetivo era organizar una guerra de guerrillas si los soviéticos rompían los términos de la paz.

Espías rusos

El 30 de marzo de1942, Kerttu Nuorteva saltó en paracaídas sobre territorio finlandés. Nuorteva era una espía rusa con la misión de pasar información desde Helsinki sobre las tropas alemanas. Para su desgracia, las cosas se torcieron desde el principio. Cayó a casi cien kilómetros de su objetivo, sufrió lesiones y perdió buena parte de su equipo.

Kumenius, vestido de uniforme, es el primero por la derecha de la fila de sentados.

Después de no pocas vicisitudes, logró llegar a su refugio en casa de la política izquierdista y dramaturga Hella Wuolijoki. Pero Otto Kumenius y sus hombres ya estaban detrás de la infiltrada. Habían encontrado chocolatinas con un envoltorio en ruso y una barra de labios en un granero en el que se refugió. El 7 de septiembre ambas fueron detenidas y condenadas a prisión, aunque lograron la libertad al acabar la Guerra de Continuación.

Kumenius, que vivía en Mallorca en plena Guerra Fría entre los bloques capitalista y comunista, tuvo un papel decisivo para identificar al sueco Stig Bergling como espía soviético. Bergling fue arrestado el 1979 en Israel y condenado a cadena perpetua en Suecia. Ocho años después logró escapar durante un permiso carcelario. Sin embargo, regresó a su país en 1994, donde murió en 2015. En algunas fuentes se le atribuye sin pruebas una colaboración con el contraespionaje español para desmontar una célula de informadores soviéticos en Mallorca.

En una entrevista con Diario de Mallorca explicó cuál fue el momento más emocionante de su carrera. Ocurrió cuando dos espías soviéticos que iban a ser fusilados pidieron hacerlo cogidos de la mano de su captor. Aceptó. O al menos eso es lo que contaba.

Cuando llegó a Mallorca supo ver el potencial del negocio turístico. Abrió el restaurante Tres Coronas en la calle Apuntadors y fue un gran impulsor de la llegada de viajeros nórdicos. También fue director del restaurante en Casa Naval en la Colonia de Sant Pere, según varios anuncios publicados en la revista Bellpuig.

Escribió media docena de libros sobre espionaje desde su casa de Alaró. Algunos críticos finlandeses sostienen que constituyen una autobiografía amable. El pintor Manolo Coronado tenía su residencia a veinte metros. Kumenius tuvo que ser partícipe indirecto de las farras que se organizaban con Camilo José Cela, Paco Rabal, La Chunga o la actriz María Luisa San José, entre otros. El director Jörne Donner dirigió en 2009 The interrogation, una película en la que Kumenius, interpretado por Lauri Nurkse, tiene un papel destacado como el hombre que arrestó a Kerttu Nuorteva. Varios estudiosos escandinavos siguen debatiendo sobre el verdadero papel del espía que se refugió en Mallorca.

A su muerte, el 9 de octubre de 1996, su viuda me regaló varios libros. Uno de ellos es September Rose, lo abro y me encuentro una dedicatoria autógrafa del autor: "Para mi amigo Otto Kumenius, André Maurois".

Un vuelco total

Otto Kumenius nació en Turku, al suroeste de Finlandia, en 1912. A los 20 años ingresó en la policía y posteriormente fue jefe de los guardaespaldas del presidente Risto Ryd, hasta que entró en el servicio de contraespionaje de su país. Cuando se vio obligado a abandonarlo, acosado por los rusos, siguió trabajando como contraespía para otras naciones, siempre en contra de Alemania.

En los años 60 del siglo pasado llegó a Mallorca y se instaló en Alaró, donde vivió durante casi cuatro décadas.

En la isla cambió su agitada vida de espía por la promoción turística en los países nórdicos. Falleció en 1996.

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