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Reportaje

Retirada deportiva, ¿y ahora qué?

Después de años obteniendo éxitos y reconocimientos, llega un día en el que el deportista se levanta y todo eso ha desaparecido

Marga Crespí, en el centro de la imagen, actúa cada noche en el Hotel Wynn de Las Vegas Le Reve

La vida de un deportista profesional es corta. Los hay que a los 20 ya se ven obligados a dar un vuelco a sus rutinas y salir de la burbuja en la que han estado confinados desde pequeños. Cuando un deportista de elite finaliza su trayectoria profesional debe comenzar una nueva etapa desde el punto de vista familiar, social y económico. Se trata de un giro drástico, aunque lento y nada sencillo.

Los hay que lo llevan mejor y empiezan a disfrutar una vez aparcan las exigencias, pero también los hay que sufren. Se trata de una incomprensión difícil de explicar, sin un flotador al que agarrarse. La preparación y la planificación de una vida posterior más allá del deporte profesional, después de tanto esfuerzo, disciplina y sacrificio, resulta fundamental. La retirada es la etapa final de un deportista, y una de las más difíciles de aceptar. Seis exdeportistas mallorquines profesionales rememoran cómo fue aquel momento de cambio por el que les tocó pasar y que siempre recordarán con más o menos cariño.

Elena Gómez (34 años) solo tenía 19 cuando anunció su retirada. La gimnasta de Manacor fue oro en 2002 y bronce en 2003 en sendas finales de suelo del Mundial en una de las disciplinas deportivas más sacrificadas y que más machaca el cuerpo. "Tenía claro desde muy jovencita que mi objetivo eran los Juegos Olímpicos y al cumplir ese sueño fui consciente de que todo se acababa. Después de Atenas 2004 estuve un año entrenando, pero las lesiones empezaron a llegar. Todo se diluyó de una forma natural. Había cumplido mis objetivos y el momento de dar el paso no fue nada traumático", recuerda la primera gimnasta balear en ser olímpica.

Gómez reconoce que fue "bastante radical" y que de un día para otro pasó "de entrenar ocho y nueve horas diarias a no hacer absolutamente nada". "El cuerpo no tardó en acostumbrarse a la buena vida, aunque fue un estrago bestial. Mentalmente sí fue más difícil llevarlo", reconoce. "Fue un cambio radical. Vivía en una burbuja en Madrid y volver a la isla fue un choque. Me sentía desplazada de una sociedad a la que no pertenecía. Era joven y tuve que ideármelas para reinsertarme", asegura la pionera.

Actualmente, Elena Gómez trabaja en la Fundació per a l'Esport Balear y dirige un gimnasio en Manacor: "Tenía que darle salida a los conocimiento y valores que me había dado el deporte y fue una forma de no desconectar radicalmente con mi pasado".

Brigitte Yagüe (39) también enfocó su futuro profesional a la creación de un gimnasio. Las lágrimas de la taekwondista mallorquina anunciando su retirada en noviembre de 2015 siempre serán recordadas. Una lesión en los isquiotibiales y otros problemas físicos precipitaron su adiós. "Mi objetivo en aquel momento ya no era ser campeona de algo, la vida me pedía otras cosas. Algo tan simple como ser normal era lo que me apetecía, una vida cotidiana y lejos del deporte de élite", recuerda.

Empezó en el taekwondo a los 11 años y, a los 15 "ya competía a nivel internacional con el equipo nacional, por lo que llevaba mucho tiempo machacando el cuerpo". "Llegó un momento en el que ya no estaba disfrutando, sufría más de lo que lo aprovechaba y eso me afectó a nivel psicológico. Tomar la decisión de retirarme ha sido una de las más complicadas de mi vida, pero no me arrepiento", confiesa.

Plata en los Juegos de Londres 2012, Brigitte es actualmente entrenadora en un gimnasio de taekwondo donde da clases a pequeños y adultos: "Ahora la vida es más tranquila, sin objetivos diarios marcados. Cuido de mi hija y disfruto del día a día sin el estrés de la competición. La vida es mi trabajo y mi familia y con eso soy feliz".

Un trabajo relacionado

Muchos deportistas se quedan bloqueados en esa fase intermedia de incertidumbre y desorientación. Es ahí donde aparecen la mayoría de los problemas, ansiedad, depresión€ Entre otros cambios, el deportista retirado debe incorporarse al mundo laboral y llegar preparado para ese momento resulta esencial. A Mateo Cañellas (47), subcampeón del mundo y campeón de Europa de atletismo en el 95 y en 96, la retirada le pilló de imprevisto, pero estaba preparado.

"Había estudiado, tenía una carrera y estaba haciendo un master y un doctorado. Tuve la suerte de cambiar la alta competición por el rendimiento académico, las largas horas de entrenamiento por interminables horas en la biblioteca. Hoy en día sigo dedicándole muchas horas a las cosas, lo único que he cambiado es la pista dónde compito, pero esa mentalidad nunca se pierde", reconoce.

Su adiós al deporte llegó de manera brusca."Unas semanas antes de los Juegos de Atlanta, cuando tenía muchas papeletas de poder asistir, me rompí. Seguí entrenando un año, lo que tardé en darme cuenta de que ya todo se había acabado. Iba a competir con desgana y siempre he pensado que dije adiós al deporte el día que me lesioné", admite.

"Mi problema fue el pinchazo abrupto y repentino de la burbuja en la que me encontraba. Las retiradas pueden darse por la edad, porque ya no eres apto, en un proceso que vas asimilando poco a poco, pero a mí me llegó por una lesión. Lo dejé con 26 años, el momento en el que seguramente podía rendir más, eso hizo que el choque fuera duro, pero habría sido mucho peor si no hubiera tenido una alternativa de vida tras ello", analiza el exatleta, quien actualmente es responsable de desarrollo y tecnificación en la Federación Española de Atletismo y coordina el departamento de Turismo y Deportes en el Ajuntament d'Inca.

Joan Llaneras (50) no ha sido capaz todavía de bajarse de la bicicleta: "Tres o cuatro días a la semana intento disfrutar y no lo hago más porque no puedo". El bicampeón olímpico de ciclismo en pista y siete veces campeón mundial dirige la dirección deportiva del Velòdrom Illes Balears y ha montado un escuela de ciclismo en la que imparte clases a los más jóvenes: "Desde que tengo siete años he estado metido en esto y es difícil obviarlo, pero tengo la suerte de poder seguir vinculado al ciclismo".

Llaneras se retiró a los 39 años, en el punto álgido de su carrera. "Mi retirada fue muy planificada. Tenía casi 40 años y evidentemente sabía que llegaba el momento. Psicológicamente lo hice cuando quise y arriba en el cajón. Mentalmente fue fácil, pero obviamente el día a día te cambia. Antes el ciclismo era la prioridad número uno y ahora ha pasado a ser la tres o la cuatro", analiza a las puertas del antiguo Palma Arena.

Sin tiempo para pensarlo

Sin darse casi ni cuenta del cambio que iba a suponer en su vida colgar las botas, José Tirado (43) pasó de futbolista del Fisiomedia Manacor a gerente del club en apenas 24 horas. "Lo llevé bien, no lo extrañé en su momento, ni lo extraño ahora. A los dos meses no lo echaba para nada en falta y a día de hoy ni me apetece echar pachangas", reconoce con una sonrisa en la boca. "La verdad es que me sorprendió el hecho de cómo me lo tomé, aunque tuve la suerte de pasar de ser un jugador profesional a dedicarme a gestionarlos. Seguir en el mismo mundo me ayudó, no tengo ninguna duda".

El actual director deportivo del Palma Futsal asegura que dejar el deporte le descubrió una nueva vida. "Me di cuenta, al cabo de dos meses de haberme retirado, que hasta entonces vivía sufriendo. Tener la sensación de que no me dolía nada fue algo nuevo para mí y aunque no me arrepiento de todo lo que hice en mi carrera deportiva, menos de tomar la decisión de colgar las botas", sintetiza.

En el aspecto físico, Tirado reconoce que tampoco sufrió bastante: "Intenté seguir haciendo cosas. Soy una persona muy hiperactiva y me gusta el deporte. Sobre todo los primeros años intenté ir mucho a correr y empecé a hacer un guiño con algún club de amigos, pero sin exigencias, disfrutando".

Marga Crespí (29) dejó las piscinas olímpicas para sumergirse en una pileta en Las Vegas. "Me retiré en 2014, después de ganar dos medallas de bronce en el Europeo de Berlín de natación sincronizada. Entonces tenía 24 años. Ahora soy artista en el show de Le Reve, en el hotel Wynn" de la turística ciudad del estado de Nevada, explica, además de dedicarse a la inversión inmobiliaria y arrancar, en los últimos meses, un negocio digital online.

"Siempre fui consciente de que la carrera de un deportista de elite no es para siempre, así que sabía que mi momento llegaría antes o después. Mentalmente retirarme no fue un choque y creo que estaba preparada, pero físicamente el impacto fue grande. Los primeros meses gané algo de peso, pero luego encontré mi equilibrio. Hay que dar tiempo al cuerpo a adaptarse a nuevas situaciones", señala Crespí.

La aventura de hacer las maletas y marcharse a Las Vegas llegó "sin pensarla", pero no tuvo ninguna duda: "Nunca pensé que hubiera podido seguir dedicándome a lo que me gustaba. Mi refrán es 'las oportunidades marcan nuestra vida, incluso las que dejamos pasar'. Creo que todo el mundo tiene oportunidades, pero no todo el mundo está dispuesto a dejarlo todo y lanzarse a la aventura".

Elena Gómez, Briggite Yagüe, Joan Llaneras, Mateo Cañellas, José Tirado y Marga Crespí lograron cambiar el rol de su vida en apenas unos meses, haciendo efectiva una retirada saludable. No todos los deportistas de elite han sido capaces de adaptarse a la vida cotidiana.

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