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Oblicuidad

La pantalla en brazos de la mujer madura

La pantalla en brazos de la mujer madura

Por razones que ningún experto en propagaciones virales ni viriles acertaría a determinar, En brazos de la mujer madura se convirtió en los ochenta en algo más que un superventas imprevisto. Probablemente el más sorprendido fue su autor, el elusivo húngaro Stephen Vizinczey. Su novela no alcanzaba el éxtasis descriptivo de la sombras de Grey, ni mucho menos la cosmología erótica del Milan Kundera en cuya estela se inscribía.

En brazos de la mujer madura aportaba un titular afortunado y poco más. Definió una época, que en realidad transcurre hoy pero pasa desapercibida. En las pantallas, se multiplican las producciones que abordan la relación también sexual de mujeres que doblan en edad a sus amantes adolescentes. España contribuyó al género con Marta Nieto en Madre, injustamente postergada en la frágil cosecha del año pasado. La danesa Reina de corazones merece el apelativo de obra maestra, y la relación entre madrastra e hijastro conserva la obstinación por llevar la contraria que caracterizaba a La caza, gracias a la letal interpretación de Mads Mikkelsen.

Los espectadores residuales conocen el ritual cada vez que se interroga a un o a una líder feminista. El primer contencioso que planteará es que "ya no hay papeles para actrices mayores de cuarenta años". Y por supuesto, que "la mujer es en todas las películas un objeto sexual, o se limita a suspirar por su príncipe azul". Esta reiteración dialéctica solo demuestra que sus esgrimidores no van al cine, no soy el más autorizado para juzgar su ignorancia en otros campos. He visto a Charlize Theron, a Blake Lively, a Gal Gadot, a Sasha Luss o a Brie Larson en papeles que la mayoría de actores no podrían ejecutar ni físicamente.

Y sin necesidad de recurrir al músculo, Juliette Binoche, Sophie Marceau, la danesa Trine Dyrholm o la Isabelle Huppert sin edad aportan brazos de mujer madura para galanes a quienes acostumbran a aventajar en más de veinte años. La frecuencia creciente de películas absolutamente protagonizadas por actrices obliga a plantearse en qué invierten su tiempo los quejumbrosos profetas del "no hay papeles etcétera etcétera". Sin duda, la teorización excesiva les absorbe de tal modo que no pueden desperdiciar ni un segundo con los entretenimientos de las clases medias o incluso trabajadores. Que sigan mintiendo, ajenos a un mundo de creación dominado por mujeres de carácter, y ni siquiera hemos mencionado a Brigitte Macron.

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