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Fiestas

Sant Sebastià, la fuerza de las cofradías

La unión de una treintena de hermandades en un ritual durante la tarde de la revetla, que se celebra el próximo domingo, demuestra que otra fiesta es posible, como quieren los más de mil miembros de las cofradías festivas de Palma

El ritual santsebastianer en el primer Encontre de Confraries, el año pasado en la plaza Llorenç Bisbal. pere joan oliver

Más de 30 pañuelos de colores cubrirán el próximo domingo el brazo incorrupto de Sant Sebastià. Mejor dicho, una singular réplica creada por la Obreria. La entidad que representa a las cofradías festivas de Palma se ha consolidado este año con una treintena de hermandades tras su eclosión en la última Revetla de Sant Sebastià. Por primera vez, se unieron en un multitudinario ritual hasta 20 colectivos con sus respectivos estandartes, pañuelos identificativos y nombres tan originales como Ous amb Caragols o la Conyfraria de la Gloriosa Figa, y lograron "un sentimiento de pertenencia a una comunidad y un papel activo en las fiestas con un ritual sencillo, pero emocionante y vinculado a la leyenda de la ciudad", en palabras de la presidenta de la Obreria de Sant Sebastià, Elena Femenia Salvà. "La reliquia del santo con la ayuda de todas las cofradías -simbolizadas por sus pañuelos- vencieron a la peste", detalla Àlex Segura, del colectivo Orgull Llonguet, recordando el baile que protagonizaron en la plaza Llorenç Bisbal el colorido brazo incorrupto y el siniestro personaje que representa el mal.

Además de l'Encontre, que se celebrará a partir de las 17 horas en la citada plaza, algunas de las hermandades preparan otras iniciativas propias -como chupinazos o pasacalles con nuevos pasos- inspiradas en los pioneros, la Confraria de Sant Sebastià. "Es lo que queremos, que la gente haga su fiesta, cada uno a su manera, aunque con un formato participativo. Nosotros empezamos solo los amigos y después unos trajeron a otros hasta que nos juntamos 300 personas frente al bar Can Vinagre", relata Lluís Mas, miembro de la cofradía creada en 2013 y de la Obreria que aglutina a todas. Al año siguiente nació el colectivo Orgull Llonguet, que va más allá de las fiestas del patrón de Palma pero también se implicó al máximo en ellas "porque había una necesidad de hacerlas más populares y dinámicas, de crear vínculos, teniendo como referente las fiestas de los pueblos, no tan comerciales como la Revetla de conciertos", según destaca Segura, uno de los fundadores con Jaume Vich y José Juan Luna. Lluís Mas suscribe que el programa oficial de la noche del 19 "hace que se pierda espontaneidad, la magia de una fiesta, ya que los asistentes se dan la espalda para ver y escuchar música en lugar de estar cara a cara y charlar. No tengo nada en contra y su público es tan respetable como cualquiera, pero para muchos no es el momento, sino el de disfrutar Palma de otra manera, de empoderar a la gente para vivir la calle".

Reunión del colectivo Orgull Llonguet este martes en La Tertúlia para preparar la fiesta. B.R.

Las propuestas de estos dos primeros grupos, con sus característicos pañuelos verdes y amarillos, eran tan atractivas que empezaron a extenderse. Las siguientes hermandades surgieron "porque ya no cabía más gente en la comida de la Confraria", confiesa la presidenta de la Obreria y miembro de Galàctica, que se creó de este modo. Sin embargo, "jamás" se imaginaron que el año pasado habría 20 cofradías. "El mayor éxito es la sencillez -añade-. No triunfarían si fuesen iniciativas complejas, pero solo hay que juntar a un grupo de amigos, escoger un nombre y ponerse un pañuelo del mismo color para ir a comer a un sitio. Después nos encontramos todos en el ritual santsebastianer, en el que te topas con mucha gente conocida, que es lo que siempre pasa en Palma, y sigues la diversión", resume. Y suma a las dos claves de sencillez y papel activo de los asistentes que la fiesta "es más larga que la oficial". Si uno quiere, "puede durar tot lo dia", desde el chupinazo de Can Vinagre hasta que el cuerpo aguante.

Complicaciones

No obstante, el éxito empieza a complicar las cosas y la Obreria, que se creó en 2018 para ayudar y cohesionar a las cofradías, tiene que contratar este año una ambulancia, cabinas de wáter y otros requisitos técnicos exigidos por el Ayuntamiento debido a que congrega a más de un millar de personas en la plaza de Llorenç Bisbal. "Solo somos cuatro locos, cada uno con su trabajo y su vida, que un día decidimos juntarnos para hacer esto, pero empieza a desbordarse", afirma la portavoz. Además de la infraestructura, han contratado un grupo de música y dos pinchadiscos, por lo que informaron de todo en una reunión con los representantes de las cofradías y "la mayoría realizaron una aportación económica, que era voluntaria, aunque cada vez es más necesaria, como es lógico". Otro problema que ha surgido es la dificultad para encontrar restaurantes donde celebrar las comidas de hermandad. Por dos motivos, porque "el día 19 cae en domingo y muchos del centro están cerrados" y porque "hay alrededor de una decena de cofradías más que el año pasado". A ello se añade que "algunos restaurantes han visto una oportunidad y han duplicado el precio del menú", de ahí que las comidas se expandan al Eixample con varias de ellas en la calle Blanquerna.

Orgull Llonguet reunirá a manteles a 60 personas en el eje cívico después de dos intensas semanas de trabajo de los miembros más activos. El martes se agruparon por comisiones en La Tertúlia para organizar los diferentes eventos que tienen estos días, como la llonguetada del sábado 18, el vermut del 20 y, por supuesto, la Revetla. También se dividen entre quienes se responsabilizan de la furgoneta alquilada para llevar el material o los que se ocupan de los pañuelos amarillos, por ejemplo. "Hay que encargarlos, controlar el proceso y distribuirlos en varios establecimientos para venderlos", detalla Lluís Forteza. El simbólico complemento de ropa "sirve para pagar la fiesta", ya que no tienen otro modo de financiarse. Como varios de los miembros de Orgull Llonguet pertenecen a la Obreria, conocen de primera mano las dificultades que han surgido por el rápido incremento de cofradías. Pese a que es difícil controlarlo, Àlex Segura recomienda "crecer poco a poco", como hicieron ellos.

"Éramos tres amigos que acordamos poner dinero para una charanga y comprar 20 metros de tela amarilla. A través de una convocatoria por redes sociales en el bar Siset, ahora cerrado, se apuntaron unas 60 personas y montamos una fiesta", resume sobre los comienzos. "No pretendíamos hacer un Sant Sebastià alternativo, sino tener una alternativa a las torradas y el ir de concierto en concierto toda la noche". Al año siguiente organizaron un pasacalles e incorporaron su primer elemento de la cultura popular mallorquina, el capgròs Pep Toni, cedido por su creador. Habían conectado con los palmesanos gracias a su nombre, Orgull Llonguet, que quería "acabar con la falta de autoestima" de los llamados llonguets, que es como califican despectivamente en los pueblos a los de Ciutat. El éxito se unió a una campaña para recuperar el tradicional panecillo palmesano, que estaba a punto de desaparecer. "Era un producto local y un elemento de identificación de una comunidad, por lo que utilizamos las redes sociales para promocionarlo y ahora está en cualquier bar y panadería", destaca Forteza. No en vano, su segundo capgròs, financiado mediante crowfunding, es el conocido pastelero -ya fallecido- Miquel des Forn de sa Pelleteria. Aunque estos días toque hablar de Sant Sebastià, el colectivo tiene una filosofía y objetivos más amplios que las cofradías festivas, reflejados en su activa implicación con la ciudad, sus tradiciones e identidad; y fomentando la participación con la organización de otros actos, como la batalla de agua entre Canamunt y Canavall, también inspirada en un hecho histórico.

Reclamo y simbolismo

Desde la Obreria, Lluís Mas incide en la importancia de tener "un reclamo participativo, que en este caso es el encuentro de cofradías, donde todas son protagonistas y tienen su momento de apogeo durante la colocación de su pañuelo en la reliquia del santo". Por eso crearon el ritual santsebastianer, "una manera de demostrar que unidos tenemos más fuerza y podemos conseguir cosas, entre ellas unas fiestas patronales que no tengan nada que envidiar a otras tan populares como Sant Joan en Ciutadella o San Fermín en Pamplona". Mas lamenta que, pese a ser la octava urbe en número de habitantes, "nadie de otros sitios conoce las fiestas de Sant Sebastià y ni siquiera muchos de aquí saben por qué este santo es el patrón de Palma". Al idear el ritual, apostaron "a caballo ganador", ya que "en nuestra cultura mediterránea, la tradición de sacar imágenes a la calle es muy importante, aunque uno no sea una persona religiosa, y además en la Catedral está la reliquia del brazo de Sant Sebastià". De este modo, unían en un evento a una multitud con ganas de fiesta y de formar parte de una comunidad, y daban a conocer con un símbolo la leyenda de quien acabó con la peste en Ciutat.

El chupinazo de la Confraria de Sant Sebastià el año pasado, celebrado como es tradición en el antiguo bar Can Vinagre. M.M.

El portavoz de la Obreria custodia en su casa una réplica del brazo de más de un metro de longitud y con peculiares elementos incorporados este 2020 para representar la ciudad ahora en fiestas. "Me ha salido un poco un Frankenstein palmesano, porque en la base están los pies de las leonas del Born, el capitel se sustenta sobre las cuatro tortugas de la plaza, la reliquia tiene una luz y, además, hemos querido recordar la lucha que hubo por parte de la ciudadanía para crear el Parc de la Mar representando en el brazo un símbolo del parque, el mural de Castaldo, basado en una obra de Miró, que tanto defendió el espacio público frente al mar". Mas deja claro el mensaje reivindicativo de la última incorporación: "Cuando la gente se une y actúa, puede conseguir sus objetivos, bien sea un parque o una fiesta diferente". Por último, hay un guiño a una figura femenina destacada de la ciudad, la escultura de la Nuredduna, aunque "no es solo porque esta sibil·la puede representar a mucha gente, sino que también es el nombre de la hija de la presidenta de la Obreria. A las reuniones siempre íbamos ocho personas hasta que en noviembre de 2018 nació Nuredduna y empezamos a ser nueve". Ella forma parte del futuro de Palma y, tal vez, disfrute de mayor de la semilla que sembraron su madre y "cuatro locos" para crear otras fiestas patronales.

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