En uso del modelo de comunicación choni de Ciudadanos, Inés Arrimadas acudió al debate de investidura con un cartel desalentador para su colega Adriana Lastra, portavoz del PSOE. El cartel simulaba un curriculum vitae de Lastra en el que sólo se veía el símbolo del PSOE. No faltaba a la verdad. El partido es la entidad donde Lastra, a la que se afea que no tenga título universitario, ha hecho su carrera. Arrimadas, licenciada en Derecho con posgrado, se comportó en el pleno como si estuviera en BUP, divirtiéndose con cosas propias de la edad en que se cursa, según se ve en las fotos.
El idioma no ayuda. En latín, curriculum significa curso, una palabra que, desde la escolarización obligatoria, indica más el tiempo académico que transcurre entre septiembre y junio que el camino que sigue una corriente de agua. El currículo es el curso y se resume que no hay más currículo ni cursos que los académicos, lo que deja fuera a Amancio Ortega, por ejemplo.
Como lugar para hacer currículum, el PSOE, en los niveles en que se mueve Lastra, es pedregoso. Ella destacó pronto, recibió la confianza oficial del partido y saltó al risco de Pedro Sánchez sin despeñarse, creando la nueva oficialidad. Con 40 años no le va mal, si valoramos su curriculum vitae, de curso vital.
El curriculum académico y el vitae miden poco. Sólo son comparables con otros currículos académicos o vitales y sirven para que en recursos humanos despejen grandes cantidades de aspirantes a una oferta de empleo, pero no son infalibles para elegir entre dos personas concretas para un puesto determinado. Lastra, es una hipótesis, podría ayudar a que este país se fuera a la mierda y, lograda esa tarea, no le costaría nada acabar la carrera. ¿Sería una redención?
