Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Salud

Sanidad y tecnología

Sanidad y tecnología

Tres de las grandes compañías de tecnología de la información han desembarcado con fuerza en el negocio de la salud: Google, Apple y Microsoft. Es lógico, no hay industria donde se manejen más datos, donde esos tengan tanta importancia para tomar las decisiones que afectarán al paciente, o para convertirlos en ciencia: la investigación clínica se nutre de la ingente producción de datos derivados de la actividad sanitaria.

El acto médico está cada vez más mediatizado por la tecnología. El personal médico, y también el de enfermería, vive pegado al ordenador tanto en la sala de hospitalización como en las consultas. Con la vista puesta en la pantalla, el sanitario navega por ese proceloso mar, mueve el ratón, teclea y de vez en cuando mira a su paciente. Gracias al potente sistema tiene acceso inmediato a toda la información clínica recogida. Esto le puede facilitar la toma de decisiones con una base sólida. Pero el contacto con el paciente, lo que se denomina el rapport que facilita la expresión de la clínica, se puede resentir.

La ambición por desarrollar herramientas útiles ha impulsado a Microsoft a unirse con una compañía de inteligencia artificial, Nuance, para crear un sistema que sea capaz de capturar la conversación entre paciente y sanitario, destilar lo que debe grabarse y hacerlo en forma de nota clínica. Naturalmente, con el consentimiento del paciente. A partir de ahí entra la inteligencia artificial, que se sirve de la métrica de la voz, el reforzamiento de la señal, el resumen de la documentación, la comprensión de la lengua natural, la inteligencia clínica y la combinación texto-habla.

Google ha elegido otra estrategia: bucear en los millones de datos que se recogen electrónicamente como consecuencia de los actos médicos, tanto los protocolizados como el texto libre, es decir, las notas clínicas. Mediante el manejo masivo de datos se pretende por un lado caracterizar a los pacientes para poder determinar qué podrán necesitar, adelantándose a ello y de esta manera proveer la mejor atención de manera precoz, y ayudar a los clínicos en el diagnóstico y la elección terapéutica. Como cabe imaginar, también emplearán inteligencia artificial para leer y combinar la ingente información en patrones reconocibles que tenga capacidad predictiva, lo que al fin y al cabo persigue la ciencia.

Apple, no almacena información, esta se guarda en los dispositivos móviles que tiene cada sujeto que acepta participar en el estudio. Puede ser su reloj que es capaz de grabar el electrocardiograma y el nivel sonoro. Además, desarrolló una aplicación para recoger los ciclos menstruales. De manera que se ha embarcado en varios estudios en los que logró involucrar a millones de voluntarios para obtener ingentes cantidades de datos con los que cree que podrá ayudar a mejorar la prevención y la atención sanitaria. Para salvaguardar la privacidad de los participantes, los investigadores no conocerán su identidad, camuflada con una identificación codificada.

En todos estos proyectos hay un riesgo no menor de que se usen los datos privados para fines no previstos, con el riesgo de que esta información tan sensible se resienta. Aunque los mecanismos para asegurar la confidencialidad son grandes, la presión comercial y, no menos importante, los asaltos por parte de los piratas informáticos son una amenaza.

Estas grandes empresas impulsan sus desarrollos tecnológicos movidos por tres ambiciones: 1) El propio reto tecnológico, una motivación muy importante en este campo donde la creatividad es un potente incentivo. 2) El deseo de contribuir a la mejora de la salud, que no solo es una satisfacción en sí misma, además de mejorar la imagen de la empresa. 3) Hay un mercado ávido de estas innovaciones: puede ser un lucrativo negocio. La dependencia del sistema sanitario de las empresas de la tecnología de la información es cada vez mayor. Es uno más de los actores, junto con la farmaindustria y la tecnología médica, que hasta cierto punto controlan y definen la actividad sanitaria. Comparten intereses con el sistema sanitario. Para ellas es bueno fortalecerlo. Y es un riesgo someterlas a exigencias económicas excesivas como ya está ocurriendo demasiadas veces.

Compartir el artículo

stats