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Afición

Pasión por la aviación

Más de 1.300 maquetas de aviones constituyen la colección de Juan sánchez Vidal, un 'loco' de la aeronáutica que lleva décadas intentando que el máximo número de gente pueda contemplar estas piezas

Juan Sánchez Vidal se presenta como coleccionista de maquetas de aviones, una afición que se le despertó con 15 años, cuando le regalaron la primera miniatura, la de un Coronado de Spantax que le entregó el por entonces presidente de la compañía. Ha conseguido reunir 1.327 piezas que, como él presume, reflejan la historia de la aviación y del desarrollo de esta actividad en Mallorca. De todas las reproducciones, la más valiosa para él, es la primera que llegó a sus manos siendo un adolescente que se adentraba en el mundo laboral, en el sector de la aviación, por supuesto.

Tras insistir mucho, convencido de que un aeropuerto es el lugar idóneo para mostrar su colección, Juan consiguió que se instalaran varias urnas con 140 de sus maquetas de modelos de aviones en Son Sant Joan. Las prisas de los pasajeros por no perder el vuelo y la ubicación de estos expositores, antes de pasar el control de seguridad y de camino a puertas de embarque, no han ayudado a valorar lo que allí se muestra, pero Juan ha persistido y parece que ha conseguido un mayor reconocimiento. Con las obras que AENA está realizando en el aeropuerto de Palma, se ha previsto colocar más expositores con parte de sus maquetas en espacios más amplios y que permitan contemplarlas mejor.

Juan todavía tiene que elegir cuáles exhibirá. Todas es imposible. Parte de su colección se expuso durante tres años en el aeropuerto de Madrid y posteriormente, una selección de 35 modelos se mostró en el Museo de la Aviación en Lanzarote, reclamadas por Dionisio Canomanuel cuando pasó de dirigir el aeropuerto mallorquín al canario, además de en el Museo Aeronáutico de Málaga.

Lo que el coleccionista sí tiene claro es que tras la actual reforma en el aeropuerto de Palma y la instalación de las nuevas urnas, mantendrá las maquetas de Spantax, compañía en la que trabajó durante años, y a la que ha dedicado una caja de cristal entera de maquetas. Entre ellas está esa primera pieza que dio pie a su colección: el Coronado de Spantax EC-BJC, el mismo que en el año 73 tuvo un accidente con un DC-9 de Iberia sobre Nantes y en el que fallecieron 68 personas, de las cuales 12 eran mallorquines. En ese siniestro, el piloto del Coronado consiguió aterrizar con cinco metros menos de ala. "Los pasajeros de Spantax se salvaron y los de Iberia murieron todos. Y a raíz de eso, el presidente de Spantax retiró este avión, que es el primero que me regaló para mi colección", recuerda Juan. Pero en su colección de maquetas hay más aviones 'famosos' de la compañía y más que protagonizaron trágicos sucesos, como el DC-10 que se estrelló en Málaga y en el que murieron 50 pasajeros, en 1982; o el Lear-Jet 35 que tuvo un accidente en Pòrtol, con un balance de cuatro fallecidos, en 1980...

En un local en la zona de oficinas dentro del mismo aeropuerto, Juan almacena miles de piezas, entre aviones, soportes, recambios, cartelitos con el nombre de modelos... Varias maquetas de gran tamaño llaman la atención al entrar en este cuarto, un tanto pequeño para todo ese material acumulado durante décadas y en el que se apilan cajas de cartón. Dando la bienvenida está un avión con el logo de Thomas Cook y un jumbo de Air Europa (curiosamente esta compañía nunca ha tenido volando ese modelo, pero sí encargó su maqueta, comenta Sánchez Vidal). Un poco más allá, un Concorde descansa sobre una mesa, donde está una reproducción a escala del primer avión de los hermanos Wright, y en el suelo reposa un llamativo apagafuegos de considerable tamaño, que Juan compró a plazos cuando tenía 25 años, junto a una mini colección de aviones militares... El 'almacén' parece un caos, pero este coleccionista sabe dónde guarda cada cosa y tiene un documento Excel en el que ha registrado todas sus maquetas. Trabajar con ellas, repararlas, ya es otra cosa, porque requiere de más espacio y esa tarea la realiza en su propia casa.

"Para mí, es la colección más importante del mundo, Yo no conozco a nadie que la tenga, 1.327 maquetas. Supongo que habrá alguien, pero no lo conozco", reitera el coleccionista. Sánchez Vidal posee reproducciones que abarcan toda la historia de la aviación en la isla, desde el avión que en 1916 voló entre Barcelona y Mallorca, hasta los más modernos, como el Airbus 380, el Boeing 777 o algunos ya inexistentes, como esa gran maqueta de un avión de Cóndor, un DC-10 con el logo de Thomas Cook, valorada en 8.000 euros, que la compañía ya no tenía y que le regalaron precisamente porque ya no tenía sentido conservarla. Entre todo el material que conserva hay más reproducciones de compañías que ya no existen y formaron parte de la historia aeronáutica: Air Spain, TAE, Transeuropa, Norjet, Meridiana y la ya mencionada Spantax.

Para reunir esas más de 1.300 reproducciones ha sido fundamental su trabajo dentro del sector del transporte aéreo durante 46 años, primero en Spantax y después en Air Europa, donde fue coordinador de vuelo. Eso le permitía llegar por pista a los aviones y pedir maquetas. "Las compañías antes las hacían y las daban o las vendían a bordo. Conseguí muchas. Algunas compradas, otras regaladas...", comenta. Aunque no siempre salía todo rodado. "No ha sido fácil, tu ibas a un avión o a una compañía a pedir una maqueta y te trataban de...", Juan piensa cómo decirlo: "¿Loco, friki?" Asiente.

Esta colección ha estado expuesta en el aeropuerto de Barajas tres años, con casi 400 maquetas. "Es una locura llevarte todo esto a Madrid, una locura. Ahora no lo haría". En ese proyecto le ayudó su trabajo en Air Europa, pidiendo autorización a la compañía y aprovechando una bodega de un avión que iba medio vacía pudo llevarse todo el material.

La continuidad de esta colección

Juan Vidal ni se plantea desprenderse de su colección. Tampoco sabe cuál es su valor económico total, porque el precio de una maqueta puede ser de 600 euros o dispararse a varios miles, dependiendo del modelo reproducido. "Yo no puedo venderla", se confiesa. Sus piezas tienen demasiado valor emocional para él y, por suerte, sus hijos quieren seguir ampliándola. La afición por la aviación la han heredado de sus padres y también ellos han acabado trabajando en el sector.

A este coleccionista le costó 20 años que el aeropuerto de Palma expusiera parte de sus maquetas, por las que recibe felicitaciones, asegura. Próximamente podrá ampliar el número de reproducciones expuestas en nuevos emplazamientos, en el módulo C y en el D, confirma Laura López Lezcano, jefa de Marketing Aeroportuario y Relaciones Públicas del Gabinete de Dirección de AENA. Todavía se está definiendo el proyecto, matiza la representante del aeropuerto: "Hay mucho espacio, pero hay muchísimas obras. Ahora mismo hemos colocado las urnas de tal manera que con las obras no se tengan que movilizar. Cuando esté todo acabado, entonces podremos pensar qué hacer". López Lezcano comparte con el coleccionista la admiración por determinados modelos. "Se pondrán en una zona donde la gente se podrá parar y mirar. Antes, las veías de largo", comenta la directiva, quien insiste en que las maquetas militares "son preciosas" y deben exhibirse.

La colección ha ido aumentando en los últimos años, pero no es fácil y a los coleccionistas como Juan les cuesta desprenderse de piezas, a no ser que las tengan repetidas. También en Mallorca, en el mismo municipio en el que reside este coleccionista, viven los hermanos Guirao, quienes tienen en su poder más de mil maquetas de aviones, algunas reproducciones que Sánchez no tiene, admite.

Desde hace años, Sánchez Vidal aspira a tener en su poder una maqueta en especial: "Yo busco tamaño grandes, son difíciles. Me gustaría conseguir un jumbo de Iberia, que tiene un compañero, pero no hay forma de que lo suelte", ríe este coleccionista.

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