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Oblicuidad

La última llamada del cordial José Oneto

La última llamada del cordial José Oneto

José 'Pepe' Oneto encarna el columnismo político de la primera generación de la libertad. Durante los estertores de la dictadura, su firma concedió un lustre especial a este diario. Un convenio predemocrático permitía publicar en la periferia los artículos aperturistas que hubieran conmocionado al vetusto Madrid tardofranquista. Para estar à la page, necesitabas comprar DIARIO de MALLORCA o El Sol de Málaga. Los periodistas no mentían menos, pero gozaban de más crédito que hoy.

Conozco todo lo anterior de oídas y leídas, porque solo años después anudé la confianza que el gaditano entregaba generoso a quien se le acercaba. Entrevistas, coloquios y cenas, hasta llegar a mediados de la década pasada a la que sería su última llamada cordial. Estábamos publicando las andanzas de una expedición capitaneada por Jaume Matas a Moscú y sus burdeles, el célebre caso Rasputín. Debimos imaginar que al periodista le llamaría la atención el Govern que pretendía cargar a sus conciudadanos los gastos en prostitución. En efecto, una mañana se descolgó por el teléfono su camaradería habitual, ese espíritu andaluz infeccioso que te ahorraba las presentaciones porque Oneto se encargaba de todo:

—Menudo filón habéis encontrado pero, cuando me saco de encima la moralidad, me pregunto cómo pueden haber sido tan torpes.

En efecto, las facturas del Rasputín se habían presentado al Parlament, en la confianza de que nadie descifraría los caracteres cirílicos que describían los gastos. Sin embargo, hasta en este punto se demostraría que Oneto estaba mejor informado que nosotros:

—Conozco a quienes han montado esa excursión, y el Govern tiene una larga experiencia invitando a periodistas extranjeros, fundamentalmente alemanes, a prostíbulos con todo incluido. Después camuflan los gastos sin dejar rastro. Con lo hábiles que eran estas mismas personas para montar orgías periodísticas en el Mustang Ranch. Habrán perdido el pulso.

Volvía a demostrarse que la curiosidad desbordaba en Oneto a cualquier otra consideración. Un par de años más adelante, el día de agosto de 2007 que precedió a la muerte de Francisco Umbral, publiqué con foto incluida que Oneto, Carlos Herrera y Mariló Montero habían volado a Son Sant Joan en el reactor privado de Francisco Hernando 'El Pocero'. El constructor los recogió en el aeropuerto para trasladarlos a borde de su lujoso yate Clarena. Nunca recibí un reproche de Oneto, el doctor Herrera me dedicó un artículo envenenado aparte de demasiado largo y confuso, en el que trataba de justificarse sin demasiado éxito de su intimidad con el fiasco de Seseña.

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