Dicen que los dirigentes políticos deben ser sólidos, ideológica e intelectualmente, y claro, así nos va. Patanes por todos lados. El PP después de Fraga ha evolucionado hasta el haragán de Casado y su máster; ¿qué decir de Felipe y esa estirpe de bajeza que hoy apacienta su partido?; comparar a Carrillo, Anguita o al mismo Gerardo Iglesias, que tuvo los santos bemoles de volver a la mina cuando dejó la política, con todos estos pijines de universidad comandados por el memo de Monedero y el sobrado de Iglesias, da para reír a mandíbula batiente. Claro que uno mira para afuera y se encuentra con Salvini, Boris Johnson, el Bolsonaro ese, o el propio Trump (recuerden a Aldo Moro, Thatcher, Lula o Barak Obama). El destino, nuestro destino, está en esas manos. Yo voy a por otro ron… otra botella, digo.
